Este país tiene una gran cosa buena, y una gran cosa mala. La gran cosa mala, es que todos se creen con el derecho de opinar. La gran cosa buena, es que todos tienen el derecho de opinar. Un
amigo argentino me contó una historia ocurrida en Montevideo en abril de 1982, cuando la guerra de las Malvinas comenzaba a ser una gran carnicería.
Un compatriota suyo fue a tomar un cortado al hoy desaparecido bar Torrado, ubicado en 18 y Cuareim, y entró en conversación con el mozo. Este, a las primeras de cambio, le dijo que el ejército argentino no tenía posibilidades de derrotar a los ingleses, pues estos contaban con aviones Sea Harrier.
Ahí mismo le dio una lección sobre estos, con datos seguramente aprendidos de oído, por lo que sus comentarios sobre el real poderío de las naves pasaban de la realidad a la ficción con alucinante naturalidad.
En un momento, el mozo le preguntó al visitante a qué se dedicaba, y este, que había pasado la conversación escuchando sin decir nada, respondió: "Soy ingeniero aeronáutico".
En la edición del miércoles pasado de elobservador.com, la nota "Almagro no tiene quien lo reciba y decidió cancelar un viaje a Uruguay", tuvo gran cantidad de respuestas de los lectores. Quedé sorprendido ante la capacidad de opinión de los uruguayos, incluso cuando carecen de argumentos sólidos para defenestrar, tal cual intentaban, al secretario general de la OEA.
Qué difícil se les hace a muchos poder opinar sin la armadura ideológica o política, sin la ceguera impuesta por una agenda partidaria. A la lógica y al sentido común prácticamente no los tienen en cuenta. ¿Cómo a esta altura se puede defender al régimen de Maduro, el cual es insostenible incluso desde el punto de vista estético?
¿Cómo se puede entrar en un ataque tan visceral contra Almagro diciendo que es un asalariado de la CIA? Vamos muchachos, un poco más de elaboración y
análisis, hasta cuándo van algunos a seguir creyendo que la culpa de los males universales, y sobre todo los de
América Latina, la tiene el "imperialismo americano". Si se llama "traidor" a quien defiende la esencialidad de los derechos humanos, entonces no sé de qué estamos hablando ni para qué seguimos hablando.