Liber Trindade

Liber Trindade

Ojos atentos > Tránsito

Lo «uruguayos» que somos

Una de las primeras cosas que vemos al visitar la ciudad de Lima es lo «uruguayos» que somos acá.
Tiempo de lectura: -'
07 de octubre de 2013 a las 00:00

Uruguayos, sin duda unos tipos muy extraños, no sé si me comprenderán, porque ahora hay que decirles «uruguayos y uruguayas».

Desde chicos nos convencieron de que éramos cultos e inteligentes. Claro, eso fue cuando éramos chicos, ahora en Montevideo más del 52 % de los gurises repite el bachillerato, es raro ver el comportamiento hasta en cosas comunes de la gente.

Hoy podemos disfrutar de la tecnología y sacar nuestra entrada al cine desde casa, en pocos minutos elegimos la película, el horario, la sala, la butaca que nos gusta más, ya no tenemos que hacer la cola en la caja, ni una larga espera para entrar en la sala. Sin embargo, cuando todo debería andar mejor, tenemos que bancar a una cantidad alta de espectadores que llegan tarde y con la película que ya inició andan buscando su asiento en la oscuridad, o corriendo a los que no respetaron el lugar del ticket y se sentaron donde se les dio la gana.

Pero el final de las películas siempre nos muestra otra conducta de los uruguayos. Por más formidable que haya sido la película, parece que el 90 % de la sala está predispuesta a salir corriendo apenas aparezca alguna letra en la pantalla que marque el inicio del final, y digo el inicio porque ya hace tiempo que muchas películas comienzan a pasar sus créditos y a los pocos minutos siguen con alguna escena que encierra el verdadero final, junto a la música y resto de los créditos en los que seguramente se invirtieron varios millones de dólares. Tal vez todo esto explique que son pocos los que pueden disfrutar las cosas hasta el final, tal vez llevándolo a otras actividades de la vida también se pierden bastante y reconocen poco el esfuerzo de otros.

Pero bueno, salgamos un rato de nuestro país, allí nos sorprenderemos de otras cosas, por eso la edición #24 de Al día haré muchas referencias a la ciudad de Lima, donde hasta las salas de cine nos sacaron alguna ventaja y en las películas ya superaron el 3D y se mueven las butacas, sentimos el viento, otro tipo de sensaciones.

Aunque esto tal vez sea insignificante, al ver lo que es la Estación Central del Metropolitano de Lima, donde han hecho una gran obra para construir una estación subterránea en pleno centro, a la que accedemos por una rampa y luego por ascensor o escaleras mecánicas para descubrir una especie de shopping bajo la plaza. Allí hay todo tipo de servicios y máquinas de recarga de las tarjetas que nos permitirán pasar por el molinete para tomar alguno de los coches del Metropolitano que salen en todas las direcciones con horarios cronometrados. Al ver todo eso recordé la entrevista que le hice en su despacho a la intendenta Ana Olivera, en la que al consultarla por la Plaza de la Bandera me decía que no había interesados en generar estacionamientos subterráneos, por lo que se la va a hacer a nuevo en forma similar a la que tenemos hoy.

Allá lo primero que vemos es lo «uruguayos» que somos acá. Malgastamos más de 100 millones de dólares en soluciones que no solucionan nada, seguimos diciendo que somos una ciudad turística, pero carecemos de cartelería que indique para dónde vamos, que nos avise a tiempo dónde doblar. Por ejemplo, en Av. Italia hacia el Centro, antes de llegar a Bvar. Batlle y Ordóñez, tenemos sobre la izquierda un cartel que debe datar de la época de la dictadura que indica «Colonia» con su flecha a la derecha, y por supuesto no hay forma de hacer una maniobra prudente, incluso ahora con el «solo bus», para quien quiera tomar las rutas hacia el oeste.

Por un lado seguimos diciendo que solo somos apenas más de tres millones de habitantes y viendo cómo crece el parque automotor a 50.000 unidades por año, más cerca del doble de motos en todo el país, uno dice menos mal que no somos más, porque realmente sería todo caótico, porque nada se piensa en la previsión de espacios, de la misma forma que creció nuestra ciudad, como pueblo, sin avenidas amplias, con calles estrechas, que nos limitan, más allá de que el gran límite se lo ponemos a nuestra libertad de soñar, de construir nuestra ciudad de Montevideo para los próximos treinta o cuarenta años.

Acá no es un problema de plata, el tema es que no se sabe para dónde se va, todo se ve como algo simplemente mediático, pero no hay mejor publicidad que las cosas bien hechas y por eso durante unos días le tributé mi respeto a la ciudad de Lima, a su historia y a su nuevo proyecto para las nuevas generaciones.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...