Los orígenes milenials del extravagante y autoritario Nayib Bukele

Su autoritarismo “cool”, como él mismo se autodefine, está acompañado de una altísima intención de voto en un pequeño país de apenas 6,5 millones de personas, de los cuales casi dos millones viven en extrema pobreza.

Las maras, o grupos delictivos vinculados al tráfico de estupefacientes, se convirtieron en El Salvador en un tema en el que los políticos tradicionales no acertaban cómo tratarlos. El joven y ambicioso Bukele se valió de una política represiva que le significó al país triplicar la cantidad de personas presas. Una megacárcel creada por Bukele en 2023 tiene capacidad para 40.000 detenidos y la llenó en pocos meses.

Su autoritarismo tiene un respaldo en las encuestas y sondeos que se convirtió en un modelo exportado a otros países no solo que combaten el tráfico de drogas sino que deciden que la cárcel es el lugar donde deben estar los delincuentes, incluso aquellos que son acusados de infracciones a la ley antes de recibir una sentencia.

Bukele se hizo a sí mismo. Se inició en Nuevo Cuscatlán, un pequeño pueblo montañoso y tropical que está a poca distancia de la capital. En 2012 fue electo alcalde de este pueblo, cuando no tenía experiencia. Hasta ese momento, había administrado una discoteca y un concesionario de Yamaha.

Con 31 años, se subía al techo de un auto para hacer discursos a sus vecinos, con voz de profeta y altura de jugador de básquet, no era un simple alcalde de pueblo, sino el próximo presidente de la nación.

Por entonces, pertenecía al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), creado en 1980 como una guerrilla capaz de combatir contra el ejército del país apoyado por las tropas estadounidenses y luego convertido en un partido político legal de la izquierda salvadoreña.

Sin perjuicio de la tradición revolucionaria del FMLAN, Bukele consideraba a esa formación política como anticuada. Él tenía una visión milenial de la política y se presentó a la alcaldía de San Salvador y luego quiso ir por la presidencia.

El FMNL le dijo que él no sería su candidato a las presidenciales de 2019 y Bukele comenzó su distanciamiento y lo expulsaron.

Creó su partido, con la letra N de emblema, por su nombre Nayib, por su origen en Nuevo Cuscatlán y por el partido que creó para presentarse: Nuevas Ideas. Su campaña era él, su persona, su capacidad de liderar y dar órdenes.

Luis Ponce, un trabajador del Ayuntamiento le contó a El País de Madrid que Bukele estuvo presente en uno de los momentos clave de su vida, su boda. Ejerció de maestro de ceremonias. Puso orden en este lugar, pintó las casitas de colores alegres, iba a las fiestas de la gente humilde a tomar atole. Cuando se fue, los vecinos lloraron.

Eso fue hace años, ahora a Ponce no le importa que su hijo haya sido encarcelado en la época de Bukele, donde viven más de 76.000 prisioneros. Ponce dice que Dios es perfecto, Dios todo lo sabe y prefiere que su hijo esté “dentro más que fuera”, porque el hijo había errado el camino.

Cree que Bukele, que roza el 90% de aprobación en El Salvador, cuenta con ayuda divina: “Este presidente trabaja con el poder de Dios. Es calidad de persona”.

El hechizo Bukele no funcionó con Bertha María Deleón, que dirigió su equipo jurídico cuatro años. La abogada lo ve como un hombre inmaduro e impulsivo, adicto al teléfono y a las redes sociales, que no podía estar 30 minutos sin revisar las tendencias de Twitter, qué se decía de él, bueno y malo.

“Siempre fue una persona muy dispersa. Le cuesta mucho enfocarse, organizarse”, explica, “pero creo que es muy hábil porque se aprende el guion que le dan y eso es lo que comunica. Embelesaba a los jóvenes”.

Deleón lo defendió en tres procesos judiciales hasta que se convirtió en presidente, en 2019, y en todas las reuniones legales Bukele contaba con su hermano Karim. Era su jefe de campaña,  en quien confía para tomar las decisiones. Nayib es el quinto hijo de Armando Bukele, un influyente empresario que fundó algunas de las primeras mezquitas de Latinoamérica.

De origen palestino, Armando es el referente de su hijo. De su matrimonio con Olga Marina Ortez nacieron también Karim, Ibrajim Antonio y Yusef Alí. Todos ellos forman ahora parte del círculo del presidente.

Bukele nunca se alejó de su origen. Vive en una urbanización que se enreda en uno de los cerros de Nuevo Cuscatlán, llamada Los Sueños, ahora custodiada por el Ejército.

Los vecinos saben que Bukele sale de su mansión porque se cortan las calles y aparece la comitiva de camionetas y ejército que lo vigila, pero el presidente no ha hecho un solo acto de campaña en los últimos tres meses. Siempre dijo que era posible gobernar desde el móvil. A sus seguidores, que se cuentan por millones, les sirve saber que el presidente va a seguir en Los Sueños.

(Con información de agencias)