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Magia y teatro unidos por la muerte

La obra argentina El centésimo mono llega a El Galpón en dos fechas
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23 de mayo de 2016 a las 05:00

Sobre el escenario, las obras de teatro y los shows de magia se revelan como prácticas diametralmente distintas, con diferentes intérpretes, hilos, efectos y públicos. Sin embargo, para el actor y comediante argentino Osqui Guzmán, el desafío fue encapsularlos bajo una misma narrativa, sin que uno dominara al otro.

Ya en su sexta temporada en Argentina, El centésimo mono se presentará el jueves 26 y viernes 27 en el Teatro del Galpón, con su foco en la historia de un mago que es operado y está a punto de morir. Sin embargo, el quirófano no dice presente, sino que la obra se desarrolla en la mente del mago, una habitación en la que otros tres magos se enfrentan a sus mayores anhelos y frustraciones.

Para explicar el quiebre, Guzmán recurre a la ciencia. "Cuando un paciente está sometido a anestesia general, en su cabeza hay una habitación que sigue funcionando, pero la ciencia todavía no sabe qué ocurre en ella. Y es en esa habitación en la que toda la obra transcurre", explica a El Observador. Los magos nunca abandonan su labor, que es inherente a su identidad, explica Guzmán, por lo cual los trucos y efectos mágicos están definen su vida hasta el último momento.

No obstante, la presencia de los tres magos no determina forzosamente una interacción entre ellos, aunque uno solo cumpla la función de narrador. "Están los tres, pero ninguno ve, siente o escucha al otro. Es una lectura en paralelo de lo que está ocurriendo", comenta Guzmán a El Observador. "Cada uno es diferente, pero les pasa lo mismo en el mismo momento", agrega, construyendo lo que él define como "una suerte de juego borgiano".

Sin embargo, cada uno de los magos cuenta con su propia identidad, atada a distintos tipos de magia. "Hay uno de ellos que es más oscuro, ligado a la bohemia, y hay otro absolutamente inglés, perfecto en estilo y forma, y el tercero es más Copperfield, un showman con movimientos exagerados".

Según agrega Guzmán, la obra nació a partir de una idea de sus tres protagonistas, Marcelo Goober, Pablo Kusnetzoff y Emanuel Zaldúa, quienes como magos y actores al mismo tiempo quisieron una oportunidad para conjugar los dos mundos entre los cuales oscilan.

"Me ofrecieron dirigir un espectáculo para mezclar ambos géneros, la magia y el teatro, y empezamos a trabajar sin ninguna base, a improvisar, y de ahí fuimos construyendo un mundo casi metafísico, onírico", señala Guzmán.

La obra comenzó a tomar forma a partir de cierto tipo de trucos, que demandan más tiempos dramáticos de lo normal y suelen ser excluidos de los shows de magia. "Empezamos a pensar en esos efectos y ellos sacaron un abanico de artilugios que nos abrieron las puertas a situaciones dramáticas", afirmó. Como agrega el director y autor, el concepto de la muerte surgió de una afinidad teórica, de la convicción de que "el espectador siente ante la magia lo mismo que siente ante la muerte": las cinco etapas del duelo, la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación.

La Parca y el mago, entonces, comparten roles pese a encontrarse, esencialmente, en lugares contrapuestos. "Este mago está enfrentado al único y verdadero momento mágico de su vida, el que no puede controlar. El único de gran misterio de la vida. Aquel del que no se vuelve, del que nadie sabe nada".

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