Después de 25 años de trayectoria, el grupo de música infantil Cantacuentos ultima los detalles para su despedida. Este 8 de julio comenzará su temporada final de vacaciones de julio, que seguirá hasta el 23 de julio en el Teatro Solís, un espectáculo que según Martín Buscaglia, fundador de la banda, será tanto una celebración de ese cuarto de siglo de camino recorrido como una despedida del grupo y de su otra fundadora, Nancy Guguich.
La compositora y docente, madre de Buscaglia, falleció a fines de 2021 mientras el grupo preparaba el que terminó siendo su último disco, 300. “El disco fue un homenaje por razones de fuerza mayor, se transformó en eso, y parece que hubiera sido pensado, porque ahí está su última canción, Llamar al viento, que dice ‘que se transformen las emociones, que el viento empuje nuevas canciones’, tal cual lo que estamos haciendo, transformando esa emoción”, explicó Buscaglia en diálogo con El Observador.
Según el músico, este show de despedida, para el que las entradas están disponibles en Tickantel, “es un combo, porque es Cantacuentos, que es muy divertido, pero al mismo tiempo es una despedida, aunque todas las despedidas, inclusive las más dramáticas, son una celebración, sea que alguien se va de viaje o alguien que se muere, si tuvo una vida a la que le sacó jugo”.
“Será un repaso por los discos, y tendrá cosas en cuanto a puesta en escena que no habíamos hecho antes. Y participa Nancy, está presente”, deslizó.
Sin ocultar su molestia por el cambio de fechas de las vacaciones de julio determinado por el gobierno —“Es como si tuviéramos la memoria de Dory, el pececito de Buscando a Nemo, que nos pensáramos que el mundo es como fue hace tres años y no como fue siempre. Que los niños sean el ultimísimo orejón del tarro, que una medida que supuestamente es la última a tomar, sea la primera y la única, es un absurdo por donde lo mires”, dice—, el fundador de Cantacuentos habló sobre la razón por la que decidieron cerrar este ciclo, el impacto del proyecto en su carrera, y cuál imagina que será el legado de este grupo que ya es histórico.
Todavía no fueron los shows y me imagino que lo van a terminar de procesar después que sucedan, pero van ensayando, se va armando ¿y qué sabor hay?
Lo que está pasando es que está viniendo el vértigo, pero no tanto del estreno, sino el hecho de que es la temporada final. Esa idea que cuando la visualicé fue casi corpórea, la vi y fue insoslayable. Era evidente que era lo que había que hacer. Como hace tiempo estamos laburando convivo con esa idea sin emocionarme cada vez que hablo de ella. Igual ahora que se acerca la cuenta regresiva me doy cuenta de que va a ser tremendo. Al mismo tiempo uno de los motivos principales por los que hacés las cosas en general, en este caso la música, es para intentar hacer perdurar esa sensación que tenés cuando escuchaste alguna música particular o en mi caso cuando tocaste o compusiste. En ese sentido el saber que va a ser emotivo es lo que uno busca. Sería tristísimo decir voy a hacer las fechas y ya saber que no me voy a emocionar.
¿Cómo fue el proceso de decisión de que esto fuera el final?
Arranca con la preparación del último disco de Cantacuentos, 300, que salió en 2022. Prepararlo con Nancy ya sabiendo que ella no iba a estar físicamente para verlo lanzado fue intensísimo y divino al mismo tiempo, fue trascendental. Sacamos el disco, el día del cumpleaños de Nancy, el 15 de diciembre. Es un disco muy simbólico que retrata el paso del tiempo porque tiene canciones de todas las épocas, una canción nueva que es la última que hizo Nancy, es con el Coro de niños del Sodre y es muy épico, solemne, con 300 músicos en escena, una sala enorme. A eso se suma que este espectáculo de los 25 años es en el Teatro Solís, que es la sala más emocionante que hay acá. Es una de las salas que me hizo músico, de ir a ver espectáculos, cuando no venía tanta gente a tocar Uruguay. Todo ese combo de situaciones empezó ahí, y terminará en la última función.
¿Fue una discusión que dieron entre todos o salió de vos?
Fue una discusión que se dio, pero yo ya lo había visto. Es una manera de cerrar el círculo. Tenemos ocho discos más allá de otros recopilatorios que hay. Me encantan los ocho. Hay un montón de material ahí. Entonces es como...Es el momento. Tarantino dice que hace una película más y se retira, y tiene algo de eso.
¿Qué te gustaría que pase con esas canciones?
No descarto que algún otro integrante de Cantacuentos (yo no), quiera armar algo, que es lo mismo pasó con Canciones para no dormir la siesta. Nosotros agarrábamos esas canciones cuando queríamos, íbamos a ese acervo, digamos. Creo que eso va a pasar cada tanto. En mis shows me piden que toque canciones de Cantacuentos, y lo suelo hacer, porque son mis canciones también. Las canciones siguen ahí y niños siguen habiendo, músicos involucrados con la música para niños también, todo eso que ya pasa ahora, creo que va a quedar. Así como hay una generación Canciones para no dormir la siesta, va a haber una generación Cantacuentos.
Pasan 25 años, cambia el mundo, cambian los estímulos, ¿cambia la forma de encarar una composición pensando en niños, o hay cosas que se mantienen?
No cambian las cosas que te emocionan, o que te enojan, o que te entusiasman, que te alegran. Nuestro repertorio es bastante limitado en ese sentido. Cambió en todos estos 25 años el acceso que tenemos a implementos tecnológicos nuevos y el modo en que nos inducen a pensar, a sentir, a disfrutar, a consumir cosas aunque realmente no lo hayamos decidido nosotros, entonces no me da tanto pánico por los niños, me da pánico por todos, no importa la franja etaria. La música siempre es como un antídoto y se cuela por las grietas, vos sos quien sos por la música que escuchaste. Y después, en Cantacuentos casi todos ya somos padres, y lo que pasa con los niños es que te crían ellos a vos, no es solo que vos influís en ellos, es un intercambio.
¿Cómo era componer con Nancy?
Muy natural. Como ayudar a lavar los platos, uno lava y el otro seca, y mientras vas conversando de la vida o de lo que comiste o de cualquier otra cosa. Siempre fue así y después lo incorporé a componer con otra gente también. Casi siempre es así, si se da, se da, y si no se da, no. No es algo que puedas forzar. En este caso es curioso y es divino también porque es mi madre, pero hacer música con otro es como hacerte amigo, o hacerte novio de alguien, no podés decidir mucho, o fluye o no fluye. Cuando tocan, graban o componen juntos personas con lazos sanguíneos, hay un plus, es algo que va mucho más allá de seguir una tradición, hay algo filial que te da un extra.
¿Dirías que Cantacuentos fue tu escuela?
Mi escuela musical fue el trabajo con niños, que incluye Cantacuentos, pero que empezó bastante antes. Yo arranqué a laburar a los 15 años en los talleres que daba mi madre desde antes de Canciones para no dormir la siesta, y que hizo hasta la pandemia, hasta que no se pudo laburar más. Eso fue una escuela, no solo para trabajar con niños, sino para la vida, para trabajar y para la música, el ver in situ como una canción permite que le hagas lo que quieras, lo que necesites, está dispuesta. Te dice “¿qué necesitas que hagamos juntos? ¿Querés que dure el triple? ¿Querés cambiar la letra? ¿Querés cambiar el ritmo? ¿Querés volverla a componer hoy y mañana, otra vez y otra vez? ¿Querés repartirla en pedacitos?”. Eso pasa mucho en el trabajo en los talleres, y es una herramienta que me ha ayudado con las canciones.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá