Caparrós utiliza un recurso de ficción: una historiadora del siglo XXII que cuenta lo que el mundo de este primer cuarto del siglo XXI.

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Martín Caparrós y su último libro: El futuro se ha convertido en una amenaza

El periodista y escritor argentino publica “El mundo entonces. Una historia del presente”, una mirada sobre el mundo actual y el fin de la hegemonía occidental escrito en clave de ficción a través de una historiadora del siglo XXII
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05 de diciembre de 2023 a las 16:27

El escritor y periodista Martín Caparrós, nacido en Buenos Aires y que vive en Madrid hace muchos años, acaba de publicar El mundo entonces. Una historia del presente (Editorial Random House). Se trata de una “utopía inversa”: cuenta el pasado –que viene a ser el presente- a través de una historiadora del siglo XXII.

Caparrós estudió Historia en la Universidad de París durante su exilio y dice que esa mirada se inscribe en “la tradición de Montesquieu y Voltaire”. En una entrevista concedida a El País de Madrid, diario del cual es colaborador permanente, afirma que “uno hace literatura para poder ser lo que no es”.

Los capítulos se publicaron por entregas en ese diario pero a la hora del libro fueron pulidos y con agregados. La entrevista con Martín Caparrós, que reseñamos en esta nota, se hizo en su casa de Torrelodones, una urbanización en las afueras de Madrid, sobre la carretera de La Coruña.

Desde hace tiempo el autor está en silla de ruedas debido a una enfermedad neurológica y eso no le impide continuar con un ritmo de escritura notable, además de haber recibido este año premios como el Ortega y Gasset o el Roger Callois al mejor libro latinoamericano por Ñamérica, también basado en artículos de viajes que realizó por todo el continente americano y publicados por El País.

Al ser preguntado sobre las guerras y las desigualdades, dice: “Ahora estamos impresionados por esas dos guerras, pero si se compara la intensidad y cantidad de víctimas y de países involucrados en el siglo XX, este asunto es menor. Es feo comparar en esos términos, pero imagínese que en todo el conflicto Israel-Palestina no ha llegado a haber 20.000 muertos y en cualquier jornada de las trincheras del Marne moría más gente. Es el éxito del efecto Oppenheimer: que unas armas tan brutales iban a ser de algún modo disuasorias y está sucediendo. Pese a lo que parece, estamos en uno de los momentos más pacíficos de la historia”.

Respecto de su condición de judío, por el lado materno (la médica y psicoanalista Martha Rosemberg), dice: “Para la ley judía soy judío porque mi madre lo era. En mi familia nunca practicamos ninguna religión, mi padre era de origen católico, siempre fuimos perfectamente ateos y más comunistas que otra cosa, pero sí me identifico con una larga historia que incluye a mi bisabuela asesinada en el campo de exterminio de Treblinka. Lo que sí creo es que el hecho de ser judío nada tiene que ver con el hecho de ser proisraelí ni mucho menos pro un Gobierno de extrema derecha como el que ahora rige ese país. Me parece terrible lo que están haciendo y también que haya fundamentalistas islámicos que maten gente. Es una de esas guerras en las que no hay buenos. A veces pienso que la última guerra en la que hubo buenos fue la guerra civil española o Vietnam. El conflicto palestino-israelí es irresoluble: hay dos pueblos que quieren ocupar el mismo territorio. Ambos creen que el otro quiere acabar con ellos.

Respecto del triunfo de Javier Milei en Argentina, dice Caparrós: “No ganó las elecciones por lo que realmente es. Ganó porque supo representar como nadie la rabia de millones de argentinos ante una situación que no para de degradarse desde hace 30 años. Que la respuesta al desastre argentino sea este loco con la motosierra es decepcionante”.

Sobre la inteligencia artificial, contestó: “No me asusta la inteligencia artificial. Está de moda asustarse de todo”. La entrevistadora le dice: “El miedo sobrevuela todo el libro. ¿Es esa la característica definitoria de nuestra sociedad?”.

La respuesta fue: “Miedo al futuro, al deterioro ambiental, a los problemas políticos, a la demografía, al otro. Las sociedades tienen periodos en los que el futuro deja de ser promesa para convertirse en una amenaza. Hasta ahora se confiaba en las mejoras técnicas, pero con la IA también entró en la categoría de amenaza”.

Respecto del rol de los medios, que “han dejado de tener el monopolio de la novedad, contestó: “Sí. Debemos centrarnos en contar mejor y pensar mejor porque son las dos cosas que las redes sociales no pueden hacer porque no están preparadas para ello y no les interesa. Es cierto que cada medio habla a su parroquia, pero creo que esto era más fuerte hace 50 años cuando en cada familia se compraba un periódico. En cambio, ahora uno puede ir comparando y escoger aunque me sorprende que no se haya encontrado una forma de sistematizar eso, una especie de Spotify de los medios”.

Sobre la elección de una narradora que se sitúa en “el fin de la era occidental y el comienzo de la era oriental en nuestros días”, Caparrós dice: “Se me ocurrió que una historiadora dentro de 100 años podía dar cuenta de que se había buscado una nueva forma de llamar a estos últimos tres siglos y me parece claro que es una era hegemonizada por Occidente. El mundo se ha convertido en una especie de réplica de Occidente en términos de organización política, de cultura, de técnica, de máquinas, de urbanismo. Incluso esos países que ahora surgen o resurgen como China o la India que también lo hacen con modos occidentales. En el libro digo que uno de los datos que se podrían usar para fechar el final de la era occidental es que el año pasado, por primera vez en la historia, el PIB de China fue mayor que el de EE UU. China y la India tienen más de un tercio de la población mundial y avanzan sobre el resto del mundo”.

Finalmente, la entrevistadora le dice: “La conclusión de la historiadora no es pesimista. Su última frase es que el mundo es maravilloso”, a lo que el autor de El mundo entonces. Una historia del presente, dice: “Puedo ser todo lo pesimista que se quiera a cortísimo plazo. Puedo ser hipercrítico, pero en el medio plazo soy optimista, vivimos cada vez mejor. Tenemos las herramientas para vivir muchísimo mejor y no lo hacemos. Eso sí, es nuestra culpa y nuestra vergüenza. Pero es innegable que vivimos mejor que en cualquier momento de nuestra historia”.

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