Por momentos parece que no pasó el tiempo. Cuando se sube al escenario, Charly Sosa siente la misma adrenalina y emoción que tenía cuando comenzó a cantar. Al escuchar los primeros acordes de los músicos de su banda, el artista empieza a mover su cabeza al ritmo de la plena. Todavía mantiene el pelo negro, ondulado y repleto de gel que popularizó en la década del 2000 con la grabación del videoclip de su éxito más grande: Mayonesa.
El músico recuerda la época en la que perteneció a las bandas Chocolate y Mayonesa. "Era increíble lo que generábamos. Hicimos que el ritmo llegara a sectores en los que antes no se escuchaba", contó Sosa a El Observador. "Fue un boom" que lo llevó por México, Australia, Brasil y Europa. "En el exterior nos recibían como estrellas y en Uruguay llegamos a tener más de 15 toques por noche", recordó el músico.
En los primeros años de los 2000, Mayonesa y Agachadita no paraban de sonar en los boliches uruguayos. Por motivos personales, sin embargo, el cantante decidió alejarse del equipo y emprendió un nuevo desafío que mantiene hasta hoy: ser solita. "Empecé a ser mi propio productor y a manejar mi agenda", dijo Sosa luego de asegurar que no fue fácil pero que logró posicionarse dentro de la "movida nocturna".
Ahora es el protagonista. Se encarga de las contrataciones, de conectarse con la banda y de concretar los toques en distintos boliches del país. También es el responsable de organizar los shows que realiza en el exterior. "Por suerte puedo vivir de esto", afirmó a El Observador antes de empezar su gira montevideana. Por lo general, tiene toques en el interior, en casamientos y en cumpleaños de 15.
El cantante se colocó un traje negro, se puso gel en su cabellera y estaba pronto para arrancar. Es inevitable sentir el olor del shampoo que usa. El perfume de los rulos que le llegan a los hombros invade su entorno y nadie que lo saluda puede esquivarlo. "Es parte de mi imagen y no me los puedo sacar", contó el artista antes de subirse a una camioneta blanca y empezar a manejar.
La gira comenzaba a las 10 de la noche, pero Sosa salió a buscar a los músicos 15 minutos antes de lo acordado. Por lo general maneja un chofer, pero todavía no había llegado y no había tiempo que perder.
El cantante condujo por calles que, a pesar de la hora, estaban desiertas y le permitieron llegar a tiempo a su primer toque en la Pizzería Mediterránea 2.
En el lugar, ubicado en Piedras Blancas, lo esperaban familias enteras. "A la pizzería vengo a tocar al menos una vez por mes", dijo el cantante al entrar. Luego de que los músicos colocaron los instrumentos, muchos empezaron a pararse y Sosa se puso a cantar. Su conexión con el público fue instantánea. Aunque en la pizzería no había más de 50 personas, todos empezaron a bailar y a recordar los éxitos de los 2000. Parecía que celebraban la Noche de la Nostalgia. Después también se tocaron temas actuales.
Con la versión de Sosa de la canción Felices los cuatro de Maluma, el local se llenó de bailarines de plena. Pero ningún tema enloqueció al público como Mayonesa y Agachadita. Los adultos, los jóvenes y hasta los niños se sabían la letra. "Esas canciones tienen como un ángel, que pocas veces se repite y que perdura", dijo con convicción.
Luego se formó un círculo alrededor de Rubén, un hombre de 76 años que se movía a la par del resto. "Es increíble y me sigue por todos lados", contó, asombrado, el cantante. Siempre que Charly Sosa toca en la pizzería, el anciano va a verlo. Suele ir solo. Enseguida se convierte en bailarín e invita a las jóvenes a bailar. "Siempre se mueve con todas", aseguró el músico entre risas.
Después del toque, varios se acercaron a sacarse fotos con Sosa. Jóvenes, adultos. La mayoría mujeres. Mientras tanto, desde la cocina le regalaron una pizza que después comió dentro de la camioneta. La noche recién estaba empezando.
Todavía quedaban en el camino dos shows y varias charlas sobre la educación, la comida y la juventud con la banda de músicos. Pero ya había cambiado el ritmo. Lejos del ambiente familiar, el músico iba a tocar para un público más joven en dos boliches: Mumbai e Ibiza.
Antes del llegar a la primera discoteca, la camioneta hizo una parada obligatoria. Se detuvo en un carrito donde los músicos, menos Sosa, comieron hamburguesas y recuperaron las energías. "No es fácil trabajar durante toda la noche", advirtió el cantante antes de llegar a Mumbai.
Al entrar en el boliche ubicado en el Prado, el cantante se cruzó con cientos de jóvenes que bailaban al ritmo de la plena y de algunas canciones de "cumbia cheta". "Hay que renovarse para poder seguir el ritmo de la juventud", afirmó el músico que este año realizó al menos un cover de un cantante de reggaeton.
Este toque fue diferente. Algunos de los que estaban en el baile ni siquiera sabían que iba a presentarse Charly Sosa, pero todos lo reconocieron cuando llegó. "Esos rulos son inmortales", dijo una joven que, aunque era chica cuando salió Mayonesa, se sabía la letra de la canción. Al igual que ocurrió después en el toque en Ibiza, la mayoría se reunió frente al escenario y comenzó a bailar las canciones que se escuchaban antes. Diecisiete años después, Mayonesa y Agachadita ponen a todos a bailar.
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