Gerente de Comunicación Estratégica de Scotiabank
El primer paso es asumir que todos tenemos prejuicios y que estos condicionan la forma en que interactuamos con otras personas, analizamos información o nos formamos juicios acerca de algo. Muchas veces los prejuicios son inconscientes: algo así como una reacción instintiva, simplificadora, que influye sobre nuestras decisiones y comportamientos sin demasiado sustento.
Los prejuicios inconscientes operan claramente como una barrera a la inclusión. Por eso es muy sano reflexionar sobre los mismos y construir ambientes menos prejuiciosos y más diversos.
En Uruguay somos cada vez más las organizaciones determinadas a construir ambientes incluyentes en donde todos los colaboradores, clientes, proveedores y distintos grupos de interés con los que interactuamos se sientan seguros, valorados y respetados, permitiendo así que alcancen su máximo potencial.
El deber con la diversidad incluye el origen étnico, género, valores, capacidades, estudios, estado civil, edad, creencias religiosas, orientación sexual e identidad de género diferentes, siendo todas estas voces fundamentales para tener éxito.
En Scotiabank contamos con la ventaja e impulso que nos da nuestro origen canadiense, una sociedad reconocida por su multiculturalismo, apertura e inclusión. Además, como institución con presencia en más de 50 países, somos una empresa diversa por la propia naturaleza de nuestro negocio.
Y, de hecho, si bien abrazamos la inclusión porque está bien, porque es lo correcto ofrecer las mismas oportunidades a todos más allá de su condición, de su género, de sus diferencias; también lo hacemos porque estamos convencidos que los ambientes de trabajo diversos, que incluyen perspectivas y sensibilidades diferentes, son mucho más productivos y eficientes. Esta cultura nos da también una ventaja para la atracción y conservación de empleados talentosos, representativos de las comunidades en las que estamos presentes, y que por ende nos permiten entender las necesidades de los clientes.
En resumen, la inclusión no sólo es un deber ético y la mejor manera de desarrollarnos como individuos, sino también una forma moderna y sustentable de hacer negocios que impacta directamente en la rentabilidad y la salud organizacional de las empresas.
Reconocer la diversidad es la base para el diálogo, el respeto y la comprensión mutua. Hacerlo y apoyar la inclusión mediante gestos en el día a día, combatiendo los estereotipos para mejorar el entendimiento entre las personas y que todas puedan expresarse tal cual son, es un excelente camino que invito a todos a recorrer.
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