Una tarde de noviembre de 1999, Jorge Batlle trepó a las risas la escalera de un club de la lista 15 que apoyaba su candidatura en el balotaje que lo enfrentó al izquierdista Tabaré Vázquez, pero su sonrisa se congeló cuando observó el arreglo de rosas coloradas que lo esperaba sobre la mesa. El futuro presidente tomó el florero con ambas manos y lo escondió de la mirada del público. “Esto no va más”, advirtió en alusión a la necesidad de congeniar con el celeste y blanco del Partido Nacional para, juntos, vencer al Frente Amplio. Aquellas flores coloradas siguen allí, debajo de la mesa.
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