El gobierno de Pakistán anunció la apertura de centros de detención para los afganos en situación irregular, medida que afecta a unos 1,7 millones de personas que buscaron refugio en el país escapando de décadas de guerras en Afganistán y que ahora serán expulsadas si no salen antes del miércoles próximo.
Según el gobierno de Islamabad, las expulsiones tienen por objeto proteger "el bienestar y la seguridad" del país, donde la hostilidad hacia los afganos aumentó en los últimos años un contexto de persistentes dificultades económicas y el resurgimiento del activismo de los grupos armados que cruzan la frontera.
A medida que se acerca la fecha límite para salir del país, la policía pakistaní comenzó a efectuar detenciones en las comunidades afganas, y los abogados denuncian casos de arrestos arbitrarios y extorsión, una represión calificada como “sin precedentes” por los defensores de los derechos humanos que trabajan en el territorio.
Las relaciones entre Pakistán y Afganistán se deterioraron desde que los talibanes reasumieron el poder en Kabul en agosto de 2021, luego de la precipitada retirada de las fuerzas militares de Estados Unidos, e impusieran una rígida interpretación del Islam, lo que impulso desde entonces a que cientos de miles de afganos migraran al territorio pakistaní.
Según Naciones Unidas (ONU), unos 1,3 millones de afganos tienen el estatuto de refugiados y otros 880.000 tienen los documentos necesarios para permanecer; sin embargo, otros 1,7 millones residen ilegalmente desde hace décadas en Pakistán y temen ahora ser arrestados y deportados en un país que consideran el suyo.
Es el caso de Aroza Bibi, obligada a abandonar el país apresuradamente junto a sus hijos. "Me llevo muchos buenos recuerdos. Esperaba que Pakistán nos diera la nacionalidad, pero no fue así. Esto nos obliga a volver con las manos vacías", afirma la mujer de 52 años en el puesto fronterizo de Torkham, en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa.
Bibi, como la mayoría de los afganos que vienen en el territorio pakistaní llegó con su familia al país cuando apenas tenía 10 años huyendo de la guerra entre Afganistán y la Unión Soviética para instalarse en Cachemira, donde armó su propia familia y donde su marido está enterrado.
Hijo de refugiados, Zulfiqar Khan nació en el campamento de Peshawar, donde generaciones de afganos vivieron en hogares semipermanentes. Como tantos otros no sabía nada sobre un proceso de regularización de su situación y pensaba que algún día podría obtener la nacionalidad pakistaní. "Decidí irme para evitar las humillaciones", explica Khan.
Por lo pronto, en los últimos días cientos de familias campesinas cargadas de paquetes se congregaron cerca de la frontera con un número limitado de efectos personales, un máximo autorizado por las autoridades afganas de US$ 178 por persona y animales de granja, dejando atrás sus casas, su ganado y sus cultivos.
"Las mujeres tienen muchos problemas en la frontera, especialmente las embarazadas y las personas con discapacidad. Pueden llegar a esperar su turno durante horas", explica Hakeem Ullah, uno de los guardias. Según el gobierno de Khyber Pakhtunkhwa, casi 60.000 afganos abandonaron “voluntariamente” el distrito por una frontera por la que transitan a diario más de 2.000 personas, la mayoría agricultores y comerciantes que van y vienen de un país a otro.
(Con información de AFP)
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