En un rincón de Valencia, llamado Port Saplaya, se puede descubrir uno de los sitios más sorprendentes de toda la costa levantina: La pequeña Venecia. Port Saplaya forma parte del municipio de Alboraya, a escasos 10 kilómetros al norte de Valencia.
Fue diseñado en los años 70 como un barrio residencial, pero con la aspiración de ser un pequeño paraíso. La pequeña Valencia cuenta con un puerto interior que se conecta con el mar y una red de canales que recuerda a la encantadora ciudad italiana que surcan los edificios con sus fachadas de vivos colores.
Los edificios que bordean estos canales no son mansiones, pero quienes los habitan cuentan con el privilegio de llegar a casa en una pequeña embarcación ya que disponen de un amarre prácticamente en la puerta. Aunque Port Saplaya sea diferente a la Venecia genuina, no solo en términos geográficos, posee un encanto singular que difícilmente se encuentre en otros destinos de playa.
Las fachadas de las casas se inspiran en los colores de la alegre Burano, la ciudad italiana en la que, según cuenta la leyenda, los edificios fueron pintados de llamativos colores para que los pescadores pudieran encontrar su hogar los días de densa niebla.
Esta maravilla valenciana es una mezcla sorprendente. Por un lado, la luminosidad y la cálida atmósfera del Mediterráneo. Por otro lado, su plan urbanístico que da un papel protagónico al agua. Y, finalmente, ofrece la tranquilidad que se encuentra en lugares alejados del turismo masivo.
Hoy por hoy, Port Saplaya cuenta con una población estable de 1.800 habitantes. Lo que originalmente se concibió como un área para segundas residencias ha evolucionado hasta convertirse en un lugar de retiro y hogar permanente. Aquí, el tiempo parece pasar más lentamente y el estrés queda excluido. Su paseo marítimo invita a una caminata tranquila o a disfrutar de sus fartons acompañados por una horchata, mientras la brisa mediterránea acaricia a quienes lo recorren. A lo largo del trayecto, se pueden descubrir encantadoras calles peatonales escondidas entre los canales, así como acogedoras terrazas para disfrutar del momento.
La Venecia española también tiene dos playas muy extensas, de arenas doradas y finas, que se extienden por un kilómetro y están divididas por el canal de entrada al puerto. Y es aquí donde la Pequeña Venecia aventaja a su hermana mayor, pues permite disfrutar de las aguas del Mediterráneo.
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