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Quienes dinamitaron los gasoductos Nord Stream habrían salido de Polonia según The Wall Street Journal

El diario estadounidense sostiene que las fuerzas especiales ucranianas habrían utilizado como base operativa a ese país limítrofe para realizar las explosiones en los oleoductos del Mar Báltico en setiembre de 2022
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11 de junio de 2023 a las 05:02

Un artículo del diario The Wall Street Journal sostiene que "las evidencias que están siendo examinadas por investigadores de Alemania sugieren que el equipo de sabotaje utilizó a Polonia, su vecino de la Unión Europea y aliado de la OTAN, como base de operaciones para volar los oleoductos Nord Stream construidos para transportar el gas ruso a través del mar Báltico".

Según ese diario, todo apunta a que Polonia fue el centro logístico y de financiación del ataque a Nord Stream en el atentado realizado el 26 de setiembre de 2022. Funcionarios alemanes que investigan ese hecho dijeron a The Wall Street Journal que "no hay pruebas de que el gobierno polaco haya estado involucrado”.

Aquel 26 de setiembre, tres de las cuatro líneas de los gasoductos rusos Nord Stream 1 y 2 fueron blanco de sabotaje con cargas explosivas en el fondo del mar Báltico cerca de una isla danesa y frente a las costas suecas, zonas bajo control de la OTAN.

La falta de certezas de quién habría organizado una operación tan compleja, llevó al periodista estadounidense Seymour Hersh, ganador del premio Pulitzer en 1971, a investigar esta historia. Según sus fuentes, buzos de fuerzas especiales del Ejército de Estados Unidos colocaron cargas explosivas bajo los gasoductos rusos en coincidencia con los ejercicios Baltops de la OTAN.

La colocación de las cargas habría sido realizada, de acuerdo a la versión de Hersh, a mediados de 2022. El 26 de setiembre las habrían activado miembros del Ejército de Noruega.

Otra investigación, la del periódico alemán Süddeutsche Zeitung, que trabajó en conjunto con otros medios europeos, sostiene que el yate Andromeda fue alquilado por la empresa de Varsovia Feeria Lwowa. Se trata de una compañía polaca fundada en 2016 y registrada a nombre de dos ucranianos, que recibió unos tres millones de dólares en su cuenta en 2020, mucho antes de que comenzara la invasión rusa a Ucrania.

No hay certeza que ese dinero, de fuentes no confirmadas, haya tenido el propósito de dar financiamiento a la voladura ocurrida en setiembre de 2022.

“Alemania, Dinamarca y Suecia se negaron a investigar el sabotaje conjuntamente con Rusia ni comparten con ella los resultados de sus pesquisas”, afirma un despacho de la agencia rusa Sputnik.

Cabe recordar que el atentado se produjo el lunes 26 de setiembre, siete meses después de la invasión rusa a Ucrania. Ese día, fuertes explosiones submarinas abrieron enormes agujeros en los gasoductos Nord Stream 1 y 2, que transportan gas natural ruso bajo el mar Báltico hasta Alemania.

Las explosiones, acontecidas en aguas danesas, produjeron fugas de gas de un kilómetro de diámetro hasta la superficie. Eso produjo un daño de miles de millones de dólares en infraestructuras vitales para la energía y calefacción de la economía alemana y europea, yacen en ruinas.

En aquel momento, la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, dijo que las explosiones eran el resultado de una “acción deliberada” de “partes desconocidas”. A su vez, un perito convocado, el sismólogo sueco Bjorn Lund dijo: “No hay duda, esto no es un terremoto”.

Los medios de comunicación europeos señalaron a Rusia como responsable de lo que al principio se creyó un bombardeo. Sin embargo, de inmediato, The New York Times no acusó a Moscú. “A primera vista, parece contraproducente que el Kremlin dañe sus propios activos multimillonarios”, publicó ese diario.

“Mientras que algunos funcionarios europeos se apresuraron a especular sobre la culpabilidad rusa, los funcionarios estadounidenses se mostraron más cautelosos, señalando la falta de pruebas disponibles”, continuó el artículo publicado en la primera semana de octubre de 2022. El artículo advertía que tanto Washington “como la mayoría de sus aliados europeos se abstuvieron de nombrar a ningún sospechoso”.

Pocos días después, el exministro de Asuntos Exteriores polaco Radek Sikorski, miembro de varios grupos de investigación de la OTAN sugirió que Washington estaba detrás del atentado. Tuiteó una foto de la fuga de gas con las palabras: “Gracias, Estados Unidos”. Y añadió: “Ahora U$S 20.000 millones de chatarra yacen en el fondo del mar, otro coste para Rusia de su decisión criminal de invadir Ucrania”.

Nada indicaba que Rusia se beneficiaría con esa explosión. La empresa rusa Gazprom era propietario de la mitad del gasoducto, junto con accionistas alemanes, franceses y holandeses, y el gasoducto estaba en el centro de los planes de Moscú para reconstruir los lazos económicos con Europa.

El 7 de febrero de 2022, apenas unos días antes de iniciada la invasión rusa, el presidente estadounidense Joe Biden invitó al canciller alemán Olaf Scholz a Washington. Durante una conferencia de prensa conjunta, ante la pregunta de una periodista alemana sobre qué pasaría con el gasoducto si Rusia invadía Ucrania, Biden esbozó una sonrisa y dijo: “No habrá un Nord Stream 2”.

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