Liber Trindade

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Ojos atentos

Sin límites

Cuánto miedo que existe en las autoridades de este país de imponer límites, es a la conclusión que llegamos luego de ver distintos episodios.
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27 de noviembre de 2013 a las 00:00

Cuánto miedo que existe en las autoridades de este país de imponer límites, es a la conclusión que llegamos luego de ver distintos episodios.

El tema es que sin duda para estas autoridades hay ciudadanos de primera y otros de segunda. En esta última categoría se encuentran todos los ciudadanos de bien, aquellos que pagan sus impuestos, que viven de su trabajo, que no molestan a nadie.

Límites es un concepto que no se aplica en nada para los primeros, por el contrario, se estimula a dejarlos de lado. Todo vale y seguramente es lo que piensan quienes no tienen el menor reparo en hacer un asado y unos chorizos contra el cordón en la plaza Líber Seregni, un acto que no es aislado porque lo vemos con cierta frecuencia en el lugar, donde los autos esquivan las brasas para salir o los restos de palos quemados que han quedado en el lugar. Pero también delatan lo que sucedió los cordones de hormigón que revientan por el calor, quedando eternamente dañados.

Aquí no estamos hablando de un lugar oculto, sin tránsito, estamos hablando de la misma vereda donde está instalado el Municipio B, que me podrán decir que nada tiene que ver ya que el control de las plazas es de la Intendencia de Montevideo, que para eso pone allí a cuatro cuidaplazas, y seguramente alguien me diga que no tienen jurisdicción porque el fuego fue en la calle, contra el cordón, y ya eso debe haber caído en un limbo desconocido de competencias, donde nadie se hace cargo del control.

Lo cierto es que con municipio, con cuidaplazas, con Policía en la zona, nadie pone límites. Se daña lo público y en un espacio para niños, para la recreación de adolescentes y ancianos, una barra importante se dedica a chupar cerveza con total impunidad, porque las autoridades tampoco se animan a poner un límite al consumo de alcohol en la vía pública.

Es claro que en la primera categoría entran los vándalos que hicieron destrozos en el Estadio Centenario este fin de semana, en el Monumento Histórico del Fútbol Mundial, donde no hubo ni un solo detenido de la hinchada de Peñarol, a pesar de los destrozos y de haber lastimado a varios efectivos policiales.

Realmente uno sentía vergüenza al ver lo que estaba pasando y al ver cómo se degradaba la imagen de la Policía, al simplemente protegerse bajo sus escudos en las afueras del estadio, mientras les llovían distintos objetos arrancados de la tribuna.

Uno se niega a entender este tipo de operativos, donde quienes tienen que defender a los buenos están del lado de afuera, y cuando los necesitamos no están, no atienden, se hacen los distraídos.

Se genera toda una expectativa por lo que pasa en un punto de la ciudad y se desnuda el control de toda la ciudad, de casi un millón y medio de habitantes.

Un rato antes del partido llamé a los números de la seccional 15 que se encuentra en 8 de Octubre y Pan de Azúcar, ya que estaba seguro de estar frente a una camioneta robada, luego de ver los adolescentes que bajaban de ella. Simplemente quería que confirmaran si estaba requerida, LDA 3877, Chevrolet S10 doble cabina color gris oscuro. Nadie tomó los teléfonos en la comisaría y llamé al 911, pero allí la contestadora indicaba que estaban todos los operadores ocupados.

En virtud de eso publiqué estos datos en mi Facebook y al rato una amiga me confirmó que se había puesto en contacto con la Policía de Colonia, con un amigo, y que esa camioneta había sido robada en la mañana en jurisdicción de la seccional 11. Como la camioneta estaba al norte de Av. Italia, nuevamente llamé a la seccional 15, para informar que recién se había retirado del lugar, dando sus detalles, se sabía dónde habían estado, sin embargo en toda la tarde no apareció un móvil por el lugar y esta amiga me informó que la seccional 15 se había desentendido del asunto, por haber sido robada de Av. Italia al sur.

Allí recordé los treinta minutos que estuve llamando al 911 hace unos meses mientras perseguía a unos delincuentes por más de veinte cuadras y jamás me enviaron un móvil, a pesar de que ese día no había clásico.

Creo firmemente que el camino que se transita es sumamente peligroso, un camino sin retorno hacia la violencia, que se debe parar ya, con una clara definición y ejecución de lo que debe suceder a un individuo luego de atravesar los límites que debe imponer la sociedad. Un clásico como el de esta semana sin ningún detenido, sin ningún procesado, es una clara agresión a los ciudadanos de segunda de este país.

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