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The Square, la polémica película sueca que ganó en Cannes y es favorita en los Oscar

El sueco Ruben Östlund propone una polémica mirada sobre la sociedad; esta vez, el foco de su cine incendiario es el mundo del arte
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24 de febrero de 2018 a las 05:00
En una de las primeras escenas de The Square, una periodista estadounidense –interpretada por Elizabeth Moss– indaga sobre los límites del arte contemporáneo. Frente a ella está Christian, el director de un museo de Estocolmo, al que le cuestiona la posibilidad de que un objeto, solo por su exhibición en un espacio de exposiciones, se convierta en una obra de culto. Christian la mira por unos segundos, extrañado. Se rasca la cabeza, piensa en sueco y responde en inglés: "¿Si pongo tu cartera allá en la esquina, se convierte en una obra de arte?". Ninguno contesta. Se miran con incomodidad. La periodista se ríe. Christian también. Ninguno sabe muy bien qué decir. ¿Hay una respuesta?

Si Ruben Östlund, director de la película, hubiese sido uno de los personajes y estuviera presente en esa escena, hubiera tenido una respuesta clara y concisa. Sería la misma que, por ejemplo, le dio a El País de Madrid durante la promoción de la película: "Los museos protegen y se comportan de manera elitista con obras absolutamente estúpidas".

Para el cineasta sueco, el arte ha llegado a niveles tan snobs que resultan insoportables, y esgrimiendo un lenguaje aun más ácido que en su película anterior (Force Majeure, 2014), Östlund se las ingenia para satirizar al arte contemporáneo, a la sociedad sueca, los medios, el sexo y a la pobreza en The Square. La película cayó pesada en el último Festival de Cannes, se apropió de la Palma de Oro y ahora es la principal favorita en la categoría de Mejor película extranjera en la edición 2018 de los Oscar.

El arte por el arte

El viaje del personaje de Christian comienza con un robo. En pleno centro de Estocolmo, dos estafadores se quedan con el celular y la billetera del director del museo de arte contemporáneo. Es un hecho simple, pero que está conectado con la última instalación del museo: The Square, una obra de arte que tiene como fin cuestionar la moralidad de quienes la admiren y los esfuerzos que hacen por construir una sociedad mejor.

A partir de ese hecho, Östlund elabora una cadena de eventos donde cada eslabón representa una crítica envenenada sobre el arte contemporáneo europeo que, según muestra el director, es una cáscara vacía sobrevalorada.

En The Square hay una conferencia de prensa donde un asistente no puede parar de insultar; hay fiestas desenfrenadas que terminan en sexo paranoico e indolente; hay exposiciones sin sentido a las que nadie visita pero que igual se mantienen (monumental las escenas referidas a las montañas de escombros); hay donaciones exorbitantes para un museo que no tiene capacidad para manejarlas; hay performances que salen de sus límites y que rayan con la locura.

Generó todo tipo de reacciones en Cannes (desde ovaciones hasta repudio), pero ganó el premio mayor.
También hay espacio para un tratamiento polémico de los indigentes suecos, que según muestra el filme de Östlund, pululan y ocupan varios rincones del centro de Estocolmo. El propio director se refirió al asunto en varias entrevistas, asegurando que si bien su cine no soluciona el problema, sí puede generar una reacción en quienes pueden hacerlo: "Me enoja mucho que no se haga nada por ellos. Podemos hacerlo juntos, hay impuestos para eso, pero esta sociedad en la que vivimos lo lleva todo a lo individual y esto hay que mirarlo desde lo social".

Östlund es uno de los cineastas más incómodos, mordaces e insolentes del momento, lo es porque, lisa y llanamente, va contra todos y contra todo. En Force Majeure se metía con los instintos humanos y cómo estos podrían terminar destruyendo a las familias más sólidas. En The Square, Östlund libera esos mismos instintos en el culto Christian, que en una carrera por salvar su orgullo y sus cosas termina hasta golpeando a un niño, entre otros eventos peculiares. Pero lo que resulta más incómodo es que el cineasta lo hace bajo un halo cómico que permite esbozar varias sonrisas –incluso hasta alguna carcajada– con situaciones moralmente ambiguas.
Es favorita entre las cinco nominadas a Mejor película extranjera, pero tiene varios rivales de peso.
Guiada por la solvencia de Claes Bang a la hora de ponerse en la piel de Christian, The Square es una obra que sacude hasta el espectador más apático y que lo sitúa en varias situaciones de incomodidad compartida con el personaje principal. Pero las sonrisas no estarán ajenas y saldrá del cine cuestionando la propia naturaleza del arte y su relación con el ser humano. Porque, al fin y al cabo, la verdadera exposición de la película termina siendo la persona y sus instintos, y de cómo, exhibida en la sala correcta, la humanidad se fisura y deja ver su cara más animal.

La escena más tensa del año: el hombre mono


El mejor momento de The Square sucede durante una performance artística en una cena de gala en el museo. Allí, un hombre, imitando a un mono salvaje, irrumpe y comienza a hacer estragos entre los invitados. La escena alcanza una tensión terrible y es una muestra de las capacidades de Östlund para impactar.

Filmada en un plano secuencia de 12 minutos, la escena tuvo que rodarse en cuatro días, pero tuvo varias particularidades.

En primer lugar, la interpelación del "hombre mono" estuvo a cargo de Terry Notary, un actor que creó a uno de los simios de la nueva trilogía de El planeta de los simios y al King Kong de Kong: La isla de la Calavera. Östlund quedó impresionado por su actuación, por lo que la única indicación que le hizo fue "entrá y hacé lo tuyo". Y sirvió.
The Square puede verse en Uruguay. Se proyecta solo en el cine Life Alfabeta (Miguel Barreiro y Pedro Berro, Montevideo).
En segundo lugar, los extras de la escena –unos 300– son curadores y artistas reales a los que no se les dijo a qué se iban a enfrentar en la escena. Por eso, la primera vez que la filmaron muchos no entendieron lo que estaba pasando y salieron corriendo.

Por último, en un momento, el hombre toma a una mujer del pelo y la arrastra por el piso. Eso sucedió de verdad y la mujer, una doble de riesgo, había pedido expresamente que la tomaran del pelo sin miedo. Si bien Notary tuvo reparos, la actriz le aseguró que lo tomaría de las manos y no sentiría ningún dolor. Y así fue.

El esfuerzo y los sustos valieron la pena: es una de las escenas más impactantes e inolvidables del año.


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