Nuevo corazón para el barrio Marconi

La muerte de "El Bebe" Sosa en la plaza Marconi quedó grabada a fuego. Una rapiña en la panadería del barrio hizo que la Policía entrara en la zona en octubre de 2012 y el operativo, que enardeció a los vecinos, se transformó en un enfrentamiento con piedras y disparos. Y terminó con Sosa, de 25 años, tirado en el suelo.

Un cerco policial rodeó el barrio durante los tres días que siguieron, aunque los efectivos poco podían hacer contra el odio que se había generado hacia ellos. Neumáticos en llamas, balazos, robos a taxis y autos incendiados adornaban la escena.


El enfrentamiento fue una marca importante tanto para vecinos como para el propio Ministerio del Interior.

De tal modo, que el gobierno se sintió en la obligación de apurar las decisiones para dar inicio al programa Siete Zonas, que busca mejorar la convivencia y la seguridad en los barrios Cantera del Zorro, Chacarita de los Padres, Santa Teresa, Ituzaingó, Marconi (de Montevideo), y Vista Linda y Obelisco, de Las Piedras y Villa Manuela (Canelones), donde viven unas 32 mil personas.

Casi tres años más tarde de esa guerra en Marconi, la inauguración de la nueva plaza se convirtió en un símbolo. "¿Y esto qué es? ¿es para nosotros?" preguntaban los niños cuando el movimiento de obreros daba cuenta de que algo nuevo llegaba al barrio.

El compromiso de los vecinos permitió que durante los seis meses que duró la obra no haya habido robos de materiales ni actos vandálicos, como sí ha pasado en la construcción de parques anteriores.

A medida que caía la tarde del viernes los niños se iban multiplicando. Sobre las cinco ya eran unos 40 los que habían sorteado el alambrado perimetral y copado la canchita de fútbol, los espacios saludables, los bancos y la vereda. Dos chancletas rotas formaban el arco que faltaba y los pelotazos se hacían sentir contra la pared de hierro.

Otro niño que andaba en bicicleta daba vuelta a la plaza una y otra vez, estrenando la vereda.

Hasta los perros estaban contentos: mientras dos tomaban sol en el cemento, otro se revolcaba en el pasto recién nacido.

En Marconi viven unas 4 mil personas y los menores de 14 años significan 30% del vecindario.

Pero hasta ahora no tenían un espacio para ellos. "Antes esto estaba vacío, solo venían los bandidos a fumar", dijo a El Observador Nancy Fernández, quien hace 30 años vive en la zona y desde hace dos es concejal vecinal.

La nueva edificación es como una isla en el corazón del barrio. Los colores anaranjado, verde, rojo, azul y amarillo de la pintura recién estrenada contrastan con el blanco de las bolsas de basura, el marrón de las chapas y el gris de los bloques.

La renovación de la plaza implicó unos $ 30 millones e incluyó la colocación de juegos, bancos de cemento, una cancha de fútbol y de básquetbol y una pista de hip hop.

También se renovó el anfiteatro, uno de los pocos que existen en las plazas de Montevideo.

Había sido construido por una asociación de vecinos hace más de 50 años y en aquel entonces era un lugar de encuentro para quienes vivían en la zona, que podían disfrutar de las actividades culturales que se presentaban.

Sin embargo, con el paso del tiempo los grupos musicales, las murgas y las obras de teatro se fueron apagando y aparecieron las bandas de delincuentes que se apoderaron del lugar. Ahora, con la remodelación, los vecinos esperan recuperarlo.


"La nueva obra es síntoma de que el Estado está presente", dijo a El Observador el asesor en convivencia del Ministerio del Interior, Gustavo Leal.

En 2013, esa señal ya había sido interpretada de forma anticipada por las bandas de narcotraficantes de Casavalle, que eligieron las obras de reconstrucción de la plaza barrial como escenario de guerra. Los tiros obligaron incluso a evacuar la escuela Nº 319 que se encuentra enfrente.

Para Leal, un barrio como Marconi, donde hay más pasajes que calles, donde los vecinos casi no controlan su salud a pesar de tener policlínica y donde la Policía –al menos hasta hace poco tiempo– no era respetada, habla de un Estado que fracasa.

"La democracia en los barrios se mide en la cantidad de metros cuadrados de espacios públicos y a partir del tipo de servicios que ofrece.

Si la ciudad te devuelve que vos no sos un ciudadano porque ni siquiera tenés veredas para caminar, el propio territorio termina generando desigualdad", manifestó.

Y por eso ahora la presencia estatal quiere hacerse sentir: se instalaron 92 contenedores y 297 puestas de luz que iluminan unas 40 cuadras del barrio.

En principio se querían poner en la plaza focos led alimentados con energía solar para que los delincuentes no se vieran tentados a robarlos, pero se terminó solucionando con postes más altos e iluminación más fuerte.

Está previsto que se abran calles nuevas para romper con la idea de gueto urbano que envuelve a Marconi y se espera que el próximo mes ya estén en funcionamiento cámaras de videovigilancia tanto en la plaza como en otros puntos claves del barrio.

Aunque los niños ya la inauguraron, hoy habrá un festejo oficial con juegos y música. Nancy espera que, además de Kanela y su Baracutanga, también se anime a cantar Don Cony, el rapero del barrio que se hizo famoso en el barrio por su hit "Yo soy Marconi".

Aunque la letra, de estigmatización, violencia y odio, empiece a perder algo de vigencia.