Lula, de 70 años, fue designado ministro del gobierno de Rousseff el 17 de marzo, un cargo que en circunstancias normales debería conferirle fueros, pero su nombramiento fue bloqueado por un juez del Tribunal que sospechaba que su principal propósito era sacar el caso de las manos del juez Moro y evitar una eventual orden de detención.
El juez Moro había liderado el caso de Petrobras con eficiencia, llevando ante la justicia a personas poderosas involucradas en el fraude, como el empresario Marcelo Odebrecht, por lo que este supone su primer revés.
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