Nacional > ANÁLISIS MARTÍN VIGGIANO

Que el gobierno vaya rancho por rancho

La falta de un vocero de gobierno que maneje el discurso oficial queda en evidencia cuando ministros intentan aclarar algo que ya está instalado en la calle
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26 de enero de 2016 a las 05:00

Parece obvio señalar que el mensaje político de un gobierno es tan o más importante que sus acciones. Es decir, más allá de hacer lo que tiene que hacer, y resolver los problemas que tiene que resolver, un presidente y su equipo deben atender con cuidado y eficacia la forma de comunicar eso que hace, está haciendo o pretende hacer. No se trata de aparentar o dibujar públicamente su gestión, sino de serlo y parecerlo.

Este lunes se reunió por primera vez en el año el Consejo de Ministros en la Torre Ejecutiva, después del receso de Navidad, fin de año y las vacaciones de enero. En el medio pasó mucha cosa donde el gobierno estuvo ausente en la respuesta. Entre turrones y pan dulces el Parlamento tuvo que votar una ley de rescate millonario a ANCAP para intentar equilibrar sus cuentas.

Luego, cuando miles de uruguayos y turistas extranjeros mojaban los pies en el este, los entes aplicaron un incremento de tarifas que desencadenó críticas surtidas. A eso se sumó una demora angustiante para productores lecheros del pago por parte de Venezuela de la compra de miles de toneladas de leche en polvo que el gobierno uruguayo había negociado con el país caribeño y que, al decir del presidente Tabaré Vázquez, era "oxígeno puro" para el país. Los ruralistas salieron a las rutas y desde el gobierno reaccionaron con una quita de IVA a la compra de insumos que terminó siendo menos de lo que aparentaba.

Como si fuera poco en este arranque de año, en menos de un mes hubo tres incidentes relacionados con la seguridad de unidades militares. Las primeras dos tuvieron como centro el batallón ubicado N° 1 ubicado en Punta de Rieles, de donde primero se robaron armas de guerra y luego se tirotearon con un guardia al intentar otra vez llevarse escopetas.

Sobre todo esto consultaron este lunes a los tres ministros que oficiaron de voceros del gabinete: Ernesto Murro (Trabajo), Carolina Cosse (Industria) y Eneida de León (Vivienda). Ellos fueron a dar las noticias y a hablar de sus áreas de influencia. Pero los periodistas consultaron si el presidente y los ministros habían hablado, y cómo evaluaban, temas como la situación de ANCAP, las protestas en las rutas y los ataques de delincuentes a unidades militares. Y la respuesta fue la misma: "no se habló".

Estrictamente para Cosse, por ejemplo, que fue la encargada de hacer frente a esas consultas de los reporteros, la respuesta es correcta. Si no se habló, no puede decir otra cosa que eso: no se habló. Pero como fue dicho, hay que serlo y parecerlo.

¿Es posible que el gobierno sea indiferente al ver que ladrones entran a los tiros a batallones del Ejército para robar armas que luego presumiblemente usan para atacar bancos?

¿Está bien que el gobierno se vaya al mazo cuando le preguntan a sus voceros sobre la actualidad de la empresa petrolera que se desangra en pérdidas, y por tener que aportar a la caja del Estado no baja la nafta?

Pero si hubiera sido el caso y alguno de los tres ministros que dieron la cara este lunes respondían (una hipótesis) que si bien no se habló, son todos temas donde el gobierno está trabajando, que preocupan, y que la gente esté tranquila porque la solución se está elaborando, ¿era lo mismo? ¿Arregla algo? Sea como fuere, el manejo de la comunicación era muy distinta.

Salvando las distancias y aunque tenía muchos detractores dentro y fuera de su equipo, en el período de José Mujica (2010-2015) ese rol de vocero lo llevaba adelante el prosecretario Diego Cánepa. Mal o bien, ese exjerarca estaba en la cabeza del exguerrillero, sabía lo que pensaba y podía, en consecuencia, manejar el discurso público de la gestión de gobierno.

En su segunda administración, Vázquez armó un equipo que carece de esa figura del vocero. Basta repasar y comparar con quién se rodeó en el primer y segundo período. Su prosecretario y secretario de la Presidencia actuales, Juan Andrés Roballo y Miguel Toma, han mostrado un perfil bajo y parecen estar lejos de asumir ese rol de voceros del gobierno.

En política se suele decir que cuando un mensaje está instalado, es difícil luego revertir la señal. "Que lo desmientan rancho por rancho", se escucha a menudo en discusiones parlamentarias. El dicho refiere a que, cuando al público le queda clara una señal, es difícil luego quitársela de la cabeza.

Es curioso porque Vázquez no se cuece en el primer hervor y sabe muy bien de la importancia de todo esto, y ya ha demostrado tener un manejo inteligente de la comunicación política.

Como si fuera poco, ayer también los ministros designados como voceros del gabinete salieron a explicar por qué subieron las tarifas públicas, cuando posiblemente mucha gente acumuló tanta bronca que ahora no le importa lo que le digan, aunque le vayan a la puerta de su rancho a darle las razones.

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