Representa la energía del mar, está asociada a la fertilidad y al progreso, y es una de las deidades a la que rinde culto la religión afroumbandista, llegada a América a través de los esclavos africanos.
Es la madre de 16 "orishás" (figuras divinas de la religión) e hija de la reina del océano Olokún.
"El origen de la celebración es en Nigeria pero con la migración forzada cruza el Atlántico y llega hasta acá", recuerda la mae Susana Andrade.
Brasil es el país latinoamericano donde el culto a la diosa del mar se extendió con más vehemencia. Río de Janeiro y Bahía son algunas de las ciudades brasileñas que más festejan este día. Aquí en Uruguay se realiza desde hace varios años cada 2 de febrero aunque el verdadero día de la diosa del mar es el 31 de diciembre.
Durante los festejos, los fieles acuden a las playas o costas y realizan varias ofrendas, que incluyen flores, velas, comida, perfumes, barcas de papel o cartón, todo adornado con los colores que la representan: el celeste y el blanco.
Se celebra en playas de toda la capital pero las celebraciones principales se realizan en playa Ramírez desde donde parten varias barcas con ofrendas.
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