¿Qué ver de nuevo en los cines este fin de semana largo?

Con su premisa llamativa, Doce horas para sobrevivir se convirtió, desde su debut en 2013, en una de las franquicias de terror más atractivas del cine actual. Ambientada en un Estados Unidos distópico del futuro cercano donde todos los crímenes están permitidos durante 12 horas, una vez al año, no ha logrado ser popular de forma unánime con la crítica, aunque a nivel de taquilla ha funcionado.

La tercera película de la saga lleva por título El año de la elección, algo que no solo refiere a su trama, sino que también se relaciona con el hecho de que este es un año electoral en Estados Unidos.

El filme tiene como protagonista a Charlie Roan (Elizabeth Mitchell), una de las protagonistas de la primera película. Roan se ha convertido en Senadora, y es una de las candidatas a la presidencia de Estados Unidos, enfrentándose al candidato de los Nuevos Padres Fundadores, el partido de extrema derecha responsable del establecimiento de la Purga, el evento por el cual se permiten esas 12 horas de anarquía.

Cuando llega el día de la Purga, el sargento Leo Barnes (Frank Grillo), jefe de seguridad de la candidata, tendrá como prioridad proteger a Roan de los atacantes enviados por sus rivales políticos, luego de que ella propone como uno de los pilares de su campaña la eliminación de la "festividad".

Más allá de su premisa, la tercera película de Doce horas para sobrevivir ha generado revuelo por las similitudes con la realidad.

En primera instancia, una de las frases promocionales de la película utilizada en spots publicitarios es "Keep America Great" ("mantengamos la grandeza de Estados Unidos"), la cual ha sido señalada por su similtud con el eslógan de Donald Trump, "Make America great again".

Uno de los protagonistas de la película, Frank Grillo, afirmó al portal Cinema Blend que el actor que interpreta al presidente estadounidense en la ficción "accidentalmente", tomó cosas de Trump.

El actor aseguró además que la decisión de trazar paralelismos con el mapa político estadounidense actual fue decisión de Universal, el estudio detrás de la cinta.

Por su parte, el director de la trilogía, James DeMonaco, aseguró que el guión se escribió en 2014, antes de que la carrera presidencial se transformara en un mano a mano entre Hillary Clinton y Trump.

De todos modos, reconoció una influencia del candidato del Partido Republicano, aunque su conclusión fue que es el público quien debe trazar los paralelismos. "A veces, cuando estás en el set, algunas cosas que ves en la prensa se filtran a tu guión. Pienso que hay algo de cada uno de los implicados en la campaña, desde Donald Trump a Hillary Clinton, y de Bernie Sanders a John Kasich. Pero creo que la audiencia se va a divertir al escuchar algo y decir 'oh, ¡eso me recuerda a algo que dijo Donald!'", manifestó.

Más allá de esas similitudes, la película toca también algunos temas sociales (en lo posible dentro de una película de terror cuya principal tarea es entretener), que la hacen algo diferente de las películas habituales del género que suelen inundar la pantalla local.

Efraim Deveroli era un vendedor de armas que reclutó a su amigo, el masajista David Packouz, para embarcarse en un negocio multimillonario con el ejército estadounidense, que en plena guerra de Iraq presentó un proyecto que incentivaba a emprendedores nacionales a proveer de armamento a las Fuerzas Armadas.

Estos dos veinteañeros se metieron en una gran estafa y se involucraron en el tráfico de armas, proveyendo finalmente al ejército afgano. Estos disparatados pero verdaderos eventos, recopilados en una nota de la revista Rolling Stone, sirvieron de inspiración al director Todd Phillips (el hombre detrás de la trilogía ¿Qué pasó ayer?), quien los ficcionalizó y dramatizó, aunque manteniendo varios hechos reales.

Esa es la premisa de Amigos de armas, que se presenta como una comedia, aunque tiene momentos dramáticos y también muestra de forma cínica la cultura armamentística estadounidense y su participación en Iraq, que se mantiene hasta el día de hoy.

Protagonizada por dos de las estrellas jóvenes más requeridas de Hollywood, Jonah Hill (El lobo de Wall Street) y Miles Teller (Whiplash: música y obsesión), la película marca además una nueva colaboración entre el director Phillips y algunos de los colaboradores de su célere franquicia comédica, incluyendo al actor Bradley Cooper.

Checco tiene lo que él considera una vida ideal: vive con sus padres para no tener que mantenerse a sí mismo; tiene una novia con la que no piensa casarse y evitar el compromiso mientras que su vida laboral está resuelta al contar con un tranquilo empleo público en su peuqueña ciudad del sur de Italia que le durará toda su existencia.

O al menos eso es lo que él cree, hasta que un cambio de gobierno impulsa una serie de recortes en el sector público que le plantean la disyuntiva de su vida: renunciar a cambio de una sustanciosa indemnización o verse transferido nada menos que al Polo Norte, donde tendría como responsabilidad custodiar a un grupo de científicos italianos que están trabajando en esa región del mundo.

¡No renuncio! llega con el antecedente de ser el filme más taquillero de la historia del cine italiano, con una recaudación de €65 millones (unos US$ 72 millones). A modo de comparación, recaudó en tres días lo mismo que Star Wars: el despertar de la fuerza, cosechó en tres semanas en cartel.

La película es protagonizada por Checco Zalone, uno de los humoristas más destacados del país europeo, quien ejerce aquí también como guionista e incluso compositor.