Suele ser utilizado también en alimentaciones especiales, sueros, fórmulas para bebés y en bebidas energéticas para deportistas.
Es rico en ácido láurico, un ácido graso con propiedades antivíricas y bactericidas.
Los AGCM tienen un proceso de oxidación diferente al de otras grasas. Esto hace que el aceite de coco sea una fuente de energía fácilmente disponible, que refuerza el sistema inmunológico, contribuyendo a combatir infecciones virales, bacterianas y fúngicas. Adicionalmente, los AGCM no se depositan en el tejido adiposo, sino que van directamente al hígado, donde se convierten inmediatamente en energía. Esta absorción rápida, acelera el trabajo del hígado, el páncreas y el sistema digestivo, acelerando también el metabolismo y, en consecuencia, contribuyendo al control del peso corporal.
Es importante que, si se incluye aceite de coco en la dieta, se reduzca el consumo de otras grasas saturadas. Se recomiendan 2 a 3 cucharadas por día acompañadas de 8 a 12 vasos de agua.
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