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Sanguinetti: Un legado de concordia

Seregni creyó siempre en las soluciones negociadas
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01 de agosto de 2015 a las 10:28

Destacado oficial del arma de artillería, cumplió una larga trayectoria, culminada como Jefe de División. Al retirarse, en 1968, comenzó una carrera política que lo llevó, desde la formación batllista que siempre invocó, a liderar el conglomerado de partidos que formó el Frente Amplio. Había intentado una coalición adentro del Partido Colorado, pero al fracasar ésta, se lanzó a esa aventura que cambiaría los ejes de la política nacional.

Solo la perspectiva del tiempo da la medida de los hombres y los hechos. Cuando hoy evocamos a Seregni, despojado de las hojarascas que inevitablemente genera la vida política, nos encontramos con un grande de la democracia uruguaya. No solo fue el político que amalgamó las fuerzas dispersas de la izquierda uruguaya para llevarlas a un horizonte de acción pacífica sino un ciudadano que entró maduro a la vida política y, sin embargo, dejó en ella un rastro indeleble. Alcanzó su mayor estatura con el estoicismo que soportó la injusta prisión de la dictadura y la convocatoria de paz que hizo a su término. A partir de ese día, nunca cultivó el resentimiento, guardando silencio sobre los vejámenes a que había sido sometido.

Personalmente, le conocí por los años 60. Arreciaban turbulencias políticas fuertes, aparecían grupos neonazis, ciertos dramáticos episodios económicos comenzaban a erosionar nuestra institucionalidad. Nos acercamos a él con espíritu patriótico y mantuvimos luego una larga relación que con los años se hizo amistad, pese a las diferencias políticas que nos separaron cuando él formó el Frente Amplio. Los años de la dictadura, como es natural, nos volvieron a acercar. A él le tocó la peor parte, pero aun desde la prisión mantuvo el contacto con los partidos que – desde el impuesto silencio- alentábamos una salida pacífica.

Creyó siempre en las soluciones negociadas. Su formación le atribuía una constante aproximación táctica a cada situación, sin nunca perder de vista el objetivo estratégico final. Con su colaboración estrecha, procuramos los caminos para una transición institucional en la que fue importante, decisivo protagonista. Sin él, no habría culminado el Pacto del Club Naval, que puso fecha y hora al fin de la dictadura. En ese difícil trayecto encontramos al demócrata pero también al caballero fiel a su palabra, que también nos honró siempre con el tributo de su confianza, en tiempos en que estábamos librados a la "buena fe de los hombres".

"Sin Seregni no habría culminado el Pacto del Club Naval. Encontramos al demócrata pero también al caballero fiel a su palabra". Sanguinetti

Nunca abandonó su orgullo de militar. Nos consta lo que le dolió la ruptura con su institución. Realmente lo sentía como la peor injustica. Recuerdo el feliz día en que dejó la prisión, sereno de talante y físicamente intacto. Mucho habíamos batallado para su liberación y a las pocas horas de lograrlo, nos visitó en nuestra casa. En una charla muy personal, Marta le pregunta cómo había podido resistir tan bien esos años duros. "Mi formación militar", fue su respuesta. El 4 de marzo de 1985, cuando tuve el honor de ocupar la Presidencia de la República, pude clausurar los procedimientos emprendidos contra él y así restituirle plenamente su condición de general uruguayo, con cuyas insignias fue velado el día de su muerte.

Su acción política fue siempre de trazado de caminos constructivos. Creía en los acuerdos y en las políticas de Estado, a las que dedicó semanarios y conferencias, una vez que dejó la conducción de la fuerza política que había fundado. Formado en la matriz ideológica del Batllismo, si su derrotero lo llevó por otros caminos, su visión nunca dejó de ser la de un país más justo, más próspero, siempre democrático, republicano y laico.

"Su acción política fue siempre de trazado de caminos constructivos. Creía en los acuerdos y en las políticas de Estado". Sanguinetti sobre Seregni

Pese a su condición militar, su memoria se asocia a la paz, a la reconciliación nacional después del golpe de Estado.

La paz ofrece victorias tanto o más grandes que las de la guerra. Ellas le atribuyen grandeza a su paso por la vida cívica del país y quedan como un legado de concordia cívica y dignidad personal.

Vea el especial completo El legado del general aquí.

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