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Siete años en blanco, una pausa

El lunes 9 de enero en el parador Imarangatú se llevo a cabo el vernissage de la muestra de la artista argentina radicada en Punta del Este, Dolores Rosner
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13 de enero de 2017 a las 10:23

A veces quedamos en blanco, y cuando esto pasa, simplemente pasa.

Sentimos cierto vértigo frente a una tela vacía y muchas veces nos desvela no poder llenar esa vacuidad.

Como un tesoro guarde las palabras de un maestro que una vez me dijo: "no te angusties cuando sientas que no estás creando, estás juntando información", y tal vez solo sea eso.

Sentí que no tenía nada que decir, un doloroso desarraigo, cambios profundos, empezar de nuevo; y siendo que lo mío es casi autobiográfico, se vuelve algo frustrante.

Siete años en blanco es el camino recorrido desde mi llegada a Uruguay, destino fortuito de la vida.

La desconexión y la mente ocupada, me impidieron expresar de manera clara lo que sentía.

Una larga hoja sin escribir.

Creando para otros, adormecí lo que era hablar con mis propias palabras, y sentí una enorme necesidad de volver, y conectarme con mi sentir. Encontrarse con la pura soledad, es toda una experiencia.

En esa necesidad de encontrar y unir a la mujer, a la artista y a la niña curiosa, decidí volver a mis lugares de infancia, a lo conocido, a lo más simple, al uso de los sentidos, a la naturaleza, y a todo aquello que me era referencial, intentando encontrarme en lo más profundo de mi.

Un viaje sanador, un viaje con dolor, y un viaje esperanzador donde pude verme desde una nueva perspectiva, pero siendo la misma niña que alguna vez soñé ser.

La vuelta, fue un desborde de emociones y desnudez, ya otras veces recorrida, pero con una nueva mirada.

Y como una catarata fue saliendo de esta caja sellada, esta obra que quise llamar "Siete años en blanco - una pausa". El blanco puede tener miradas ambiguas, ser luz, ser paz, pero también vacío, y en estas telas fueron mis más remotos y profundos sentimientos, sin temor ni a mis luces ni a mis sombras.

El alambre, un material noble, fuerte pero maleable, que nos permite torcer, doblar y enderezar aquello que queremos; y así nacieron estas obras, que no hacen más que contar el proceso del reencuentro con uno mismo.

Pero finalmente, mi historia es solo un camino conducente, porque quien las define es quien se emociona, se conmueve, se identifica y las hace propias.

Por Dolores Rosner Mc.Guire

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