En medio de un alto el fuego que amenaza con romperse y unas elecciones legislativas calificadas por muchos sirios como una "farsa", Siria vuelve a buscar una solución para el conflicto que desangra a su territorio. Tres semanas después de reuniones que no dejaron muchas soluciones, un nuevo ciclo de diálogo se abrió ayer en Ginebra, Suiza, que se estima durará alrededor de 10 días. La jornada comenzó con un encuentro entre el emisario de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, y una delegación del Alto Comité de Negociaciones (ACN), que reúne a los principales grupos opositores que combaten en territorio sirio. Retrasados por las elecciones, los representantes del gobierno llegarán a la ciudad entre hoy y mañana.
El principal obstáculo de las negociaciones radica en cuestiones de transición política, algo que divide al actual gobierno de
Bachar Al Asad y la oposición. Esta última exige la creación de un cuerpo ejecutivo que tenga a su favor todos los poder del Estado y del cual estaría excluido Al Asad. El régimen, por su parte, pide un gobierno abierto a miembros de la oposición, pero siempre bajo la presidencia de Al Asad. A su vez las negociaciones se gestan bajo la presión de Rusia, que apoya política y militarmente al régimen y pretende que se redacte una nueva
Constitución. "El resultado del proceso político debe ser una nueva Constitución, en la que se amparen las elecciones anticipadas", había declarado en su momento el canciller ruso, Serguei Lavrov.
"La próxima fase de las conversaciones de Ginebra será crucial" porque "nos concentraremos en la transición política, la gobernanza y los principios constitucionales", explicó De Mistura el pasado lunes en la capital siria de Damasco.
Frágil tregua
El pacto de alto el fuego está a un paso de quebrarse, luego de que la violencia aumentara de forma importante en las ciudades de Hama, Damasco y Alepo. Esta tregua, que rige desde el 27 de febrero en un intento por frenar la violencia que asola al territorio, podría tener su punto final en Alepo, donde yihadistas y fuerzas del régimen imperante se preparan para una batalla decisiva.
Según Rami Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio de los
Derechos Humanos (OSDH), la provincia de Alepo, cuyo control se reparten el régimen, los rebeldes, los yihadistas y los kurdos, "tiene la llave de la paz o de la guerra en Siria".
A su vez, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) advirtió que las entregas de víveres para la población atrapada en el conflicto pueden interrumpirse si se reinician las hostilidades entre los bandos. "El alto el fuego dio a la población mucho más que un simple acceso a los mercados, les dio un acceso a la ayuda. Les dio esperanza", declaró Matthew Hollingworth, número dos del PMA. "El final del alto el fuego acabaría con esa esperanza".
Legislativas en el medio de la guerra
Las elecciones legislativas han dividido las opiniones de la población entre aquellos que las calificaron como necesarias y otros que las acusaron de ser una "farsa" con la que Al Asad pretende mostrar una democracia ideal, que según los pobladores no es tal. Al cierre de esta edición no se conocían los resultados, pero según las previsiones el resultado sería similar al 2012, cuando el partido del actual presidente obtuvo la mayoría de los escaños en el Parlamento.