Por primera vez en tres años, el mercado tiene la oportunidad de valorar si una tecnológica joven, en pérdidas y con un negocio difícil de definir es capaz de seguir el camino de gigantes como Facebook.
Snap, la empresa propietaria de la aplicación de mensajes efímeros Snapchat, salió a Bolsa desafiando a los inversores con un balance en números rojos y sin fecha estimada de rentabilidad. "Hemos registrado pérdidas operativas en el pasado, esperamos tener pérdidas operativas en el futuro y puede que nunca seamos capaces de ser rentables", aseguraron los gestores de la compañía en el folleto de la OPV.
No son, sin embargo, las pérdidas las que sostienen a Snap, una empresa que se mueve entre el software y el hardware, sino su capacidad de crecimiento. El grupo que fundaron Evan Spiegel y Bobby Murphy en 2011 debe su popularidad a Snapchat, una aplicación muy popular entre los jóvenes gracias a su servicio de mensajes cortos que se eliminan del móvil una vez leídos. Además, la compañía empezó a comercializar unos lentes con cámara integrada para subir fotos y videos a la aplicación al momento, lo que le lleva al terreno del hardware.
Sus expectativas de crecimiento hicieron que los inversores pasen por alto los números rojos de Snap, que ascendieron a US$ 514 millones el año pasado. El grupo cuenta con 158 millones de usuarios activos que le permitieron presentarse al mercado con una valoración de US$ 23.000 millones, una cifra que, en apenas dos días, superó los 30.000 millones.
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