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Un gato amargado para colorear

El dibujante uruguayo Diego Jourdan forma parte del fenómeno de Grumpy Cat
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23 de noviembre de 2015 a las 05:00
Escribe Matías Castro.

Así como la era de internet ha permitido que un dibujante como Diego Jourdan pueda trabajar desde su casa en Chile para editoriales de India, Alemania o Estados Unidos, también ha abierto las puertas a que una gata se convierta en una celebridad gracias a una foto. Grumpy Cat o Gato Gruñón es el apodo con el que se hizo famosa esta felina con enanismo y eterno gesto de molestia. Ella es el centro de una franquicia que generó decenas de millones de dólares y el uruguayo es su más reciente fichaje, porque creó y dibujó sus dos nuevos libros.

"El trabajo me lo encargó Dover Publication", cuenta el dibujante, "una editorial que se fundó en 1945 con libros de bajo costo y se convirtió en la líder de los libros para colorear y de actividades como las de los dibujos punto por punto". Los libros ya están hechos y aprobados por la empresa Grumpy Cat Ltd., pero recién se editarán a partir de mayo de 2016. Se llaman Grumpy Cat hates coloring y Grumpy Cat vs. the world, y cada uno consta de 31 ilustraciones en blanco y negro para que el lector pinte como quiera.

"En Estados Unidos está pegando fuerte esta tendencia de los libros de colorear para adultos, como forma de arte terapia para gente que está en hospitales", cuenta. Esta editorial primero le encargó libros para colorear por números y que se vendían junto a las pinturas. Con este trabajo Jourdan pudo costearse una residencia de grabado en Japón. "Así me familiaricé con esta veta de trabajo. Y también antes entintaba Slylock Fox, que es una tira de King Features que tiene actividades para todas las edades", explica Jourdan.

Una celebridad felina

Grumpy Cat, cuyo nombre real es Tardar Sauce, tiene 3 años y se hizo famosa pocos meses después de nacer, cuando el hermano de su dueña publicó su foto en el sitio Reddit. De inmediato la imagen se convirtió en un meme y este, a su vez, en una marca registrada que pasó a ser manejada por una empresa.

La gata consiguió un auspiciante que la ha puesto a viajar en primera clase y descansar en hoteles cinco estrellas. Con su imagen se creó una gran cantidad de merchandising, además de una película, historietas, libros de fotos y de autoadhesivos. Además, hace apariciones junto a celebridades y sola en eventos públicos. Y por supuesto, tiene su propio videojuego.

"Es el Garfield de esta generación", dice Jourdan. "Y la ironía es que la primera licencia fuerte con la que trabajé fue El Gato Félix. Es como que fui de un gato al otro".

La diferencia es que si bien ambos felinos son marcas poderosas, Garfield tiene un creador, Jim Davis. Grumpy Cat solo cuenta con una dueña, que delega casi todo el trabajo en el manager. Con él, justamente, tuvo que lidiar el dibujante en el proceso de crear las imágenes para el libro.

"El agente pide correcciones, tiene que mirar y decide. Me dice qué va, qué no o cuándo la gata salió muy alegre. Pero las ilustraciones las pienso yo de principio a fin. No se trata de chistes sino de láminas para colorear de alta complejidad con arabescos, florituras, imágenes para que la gente se mantenga ocupada en los detalles. Por eso no son para niños", afirma.

Ilustrar para el mundo

Jourdan hizo una carrera de más de 15 años en las historietas, medio en el que se especializó en trabajos para niños y especialmente en trabajar con licencias de peso como Transformers, G.I.Joe, Cazafantasmas, Toy Story, Lego, Las Tortugas Ninja y Astroboy entre otras. Después de tantos años sabe cómo lidiar con personajes que son marcas y que deben ser tratados con reglas muy específicas, controladas por quienes manejan sus derechos. En ese sentido este encargo le presentó un desafío algo distinto porque le permitió hacer su propia búsqueda sobre la base de parámetros bien definidos.

"Tenía que separarme de los cómics de Grumpy Cat. Me esmeré en marcar distancia y hacer algo más naturalista", explica. "Creo que aunque el trabajo sea comercial, pude ser yo y no tener que copiar ningún estilo en especial. Dover además retiene el copyright pero te deja el derecho moral, que es el derecho a figurar siempre como autor y recibir ese reconocimiento. Al menos de ese modo no te sentís como una pieza más en la maquinaria".

Su residencia en Japón fue parte de sus otras búsquedas, ya que en los últimos años se ha ido alejando de la historieta para dedicarse cada vez más al grabado. En ese país descubrió el trabajo de artistas locales que, inesperadamente, le aportaron algo para dibujar a Grumpy Cat. "No es tanto un tema estético sino uno técnico", explica.

Su estadía en el país asiático lo ayudó a ver el arte con una mirada diferente a la acostumbrada por la academia occidental. "A veces uno viene contaminado con la idea de las Bellas Artes, de que el arte es como el Guernica o la Capilla Sixtina, y se tiende a mirar a las artes comerciales, entre las que está el grabado, como artes menores. Para el japonés el arte está en el cariño que le ponés, independientemente de que sea comercial. Trabajos como el de Grumpy Cat me permiten cierto tiempo de reflexión sobre lo que estoy haciendo. Y eso entronca con el grabado, porque ahí estaba mi búsqueda para reencontrar el sentido artístico en lo que hacía".

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