María todavía custodia el lugar en el que nació en 1938

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Una guardiana que dice ser la última esclava del Uruguay

Custodia la capilla más antigua del país y apenas puede salir de su casa
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22 de octubre de 2017 a las 05:00
María Casanova, de 79 años, se levanta a las seis de la mañana, calienta el agua del mate, y abre la portera que da acceso a la capilla de la Estancia de Narbona, la más antigua del país, ubicada en Carmelo.

Cada semana, menos lunes y viernes, la histórica construcción del departamento de Colonia recibe decenas de turistas que llegan para conocer la historia del aragonés que fundó y dio nombre al establecimiento, Juan de Narbona, un mercader y traficante de esclavos que en 1732 se instaló en ese lugar en busca de piedra caliza para suministrar a las obras de Buenos Aires.

La estancia guarda historias de negros esclavos picando y cargando la piedra, de la vida de familia Narbona, y de algunos de los túneles subterráneos construidos en el lugar que servían de ruta de escape de los ataques de delincuentes e indígenas que poblaban lo que entonces era la Banda Oriental. María conoce de memoria aquellos relatos, y se los transmite a cada visitante que se encuentra con la edificación en ruinas.

Nació allí en 1938. Su madre trabajaba como casera para los dueños del predio, hasta que en 1951 el lugar pasó a manos del Estado uruguayo, y fue contratada por el Ministerio de Educación y Cultura para cuidar la histórica capilla.

Cuando su madre falleció, María pensó en irse a vivir a Buenos Aires, y comenzar allí una nueva vida en el bullicio de la ciudad. Sin embargo, según cuenta, las autoridades del Ministerio de Educación le ofrecieron el trabajo de su madre y, como le apenaba dejar el lugar en el que se crío librado al abandono, optó por quedarse.

Hoy, además de guía, es quien se ocupa de cortar el pasto, barrer las hojas, limpiar las instalaciones y evitar que otras personas intenten robarse lo que queda de la ya deteriorada estructura, que fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1975.

El ruido de la capital Argentina, lo cambió por el ensordecedor sonido de las cotorras y demás aves que viven entre las decenas de hectáreas de monte que rodean al edificio.

María dijo a El Observador que para evitar que el lugar se venga abajo no ha dejado su puesto en 36 años. No se ha tomado vacaciones ni un solo día, y sus pocas salidas se reducen a la ciudad de Carmelo, a donde viaja para comprar el surtido semanal, luego de caminar unos dos kilómetros de campo hasta la parada de ómnibus más cercana.

Ahora espera recibir el pago de los 36 años de licencia que nunca se tomó para poder conocer el país."Quiero conocer mi país, porque solo conozco Carmelo (...) soy como una esclava", dice. Cuenta que le gustaría recorrer los 100 kilómetros que la separan de Mercedes, Soriano, una ciudad que siempre quiso conocer.

Entonces, recuerda que no puede irse. ¿Quién cuidaría de la capilla en su lugar? ¿Quién atiende a los visitantes, corta el pasto, y aleja a roedores y personas mal intencionadas? Incluso cuando va a hacer las compras a Carmelo debe contratar un casero y pagarlo de su sueldo de funcionaria del Ministerio de Educación y Cultura. Cobra unos $17 mil. Según cuenta, cuando pedía irse de vacaciones se la negaban porque era la única persona contratada para mantener el lugar libre de intrusos y del descuido del tiempo.

Sin embargo, según informaron a El Observador desde el Ministerio del Educación y Cultura, María no podrá recibir el pago de su licencia, puesto que los funcionarios de la cartera están obligados a tomarse los días libres ordinarios (sin incluir aquellos que se generan por participar en elecciones) a lo largo del año siguiente al que lo generaron. Si no lo hacen, entonces los pierden.

Una fuente del Ministerio de Educación y Cultura reconoció que esta mujer de 79 años es la única persona que trabaja en el lugar, y que no es posible contratar a otra, por lo que de haberse tomado la licencia que le correspondía, la histórica estructura hubiera quedado sin nadie a cargo, y el patrimonio expuesto al vandalismo o al olvido.

"Yo quiero que me reconozcan estos 36 años. No me quiero jubilar hasta que no me paguen la licencia" reclamó María.

Un edificio derruido

La capilla de Narbona luce el paso de sus casi 300 años. Las paredes grises exhiben fisuras, liquen y ladrillos expuestos. En su interior, está la imagen de una virgen de los tiempos de Narbona, que María protege como si fuera un tesoro.

En los últimos meses un equipo del Ministerio de Transportes y Obras Públicas estuvo trabajando en el lugar con el objetivo de acondicionar los alrededores a la capilla, para hacer más sencillo el acceso a los turistas y eliminar la vegetación que afecta la estructura del edificio, así como para colocar un techo que impida que el agua afecte el interior del recinto.

Narbona
La capilla privada de la Estancia de Narbona solo era visitada por invitados de la familia
La capilla privada de la Estancia de Narbona solo era visitada por invitados de la familia

Además, la Comisión de Patrimonio del Ministerio de Educación y Cultura trabaja en un proyecto que incluye "para los próximos años" la realización de obras de construcción y recuperación de equipamientos de la capilla con la colaboración de la ONG Don Juan de Narbona, el Municipio de Carmelo y entidades privadas.

Hace una semana la Comisión de Patrimonio designó a Julio Cesar Urán como conservador del lugar. Según dijo a El Observador, su rol será liderar todas las acciones que se tomen sobre el Monumento Histórico, además de generar una propuesta turística para ofrecérsela a los hoteles de la zona.
Urán dijo que entre sus objetivos está que la capilla vuelva a funcionar como tal. Además, se colocarán imágenes en referencia a Narbona con pasajes históricos, vidrios en los túneles del edificio para que los visitantes puedan verlos y se buscará trabajar paisajísticamente el entorno conservando las 36 hectáreas de monte nativo con las que cuenta el predio.

El flamante conservador dijo que la idea es que en un futuro la capilla se convierta en un atractivo turístico que pueda autofinanciarse. En ese marco, proyectan la contratación de guías que puedan recibir a los turistas.

Urán dijo que de esa forma se le podría dar un descanso a quien ha cuidado de aquella capilla durante 36 años ininterrumpidos. "A veces nos preguntamos qué sería de este lugar sin María", admitió.

El mecenas de Buenos Aires

La emblemática Iglesia de Nuestra Señora del Pilar, en el barrio Recoleta de Buenos Aires, fue construida con el auspicio de Juan de Narbona, el mismo año en que se instaló la capilla en Uruguay, 1732. La decisión de dedicar aquella iglesia a la Virgen del Pilar, fue en recuerdo a su natal Zaragoza (España). Gracias al mecenazgo, Narbona se hizo un lugar de prestigio en la sociedad bonaerense. Varias obras de esa ciudad fueron construidas con la cal que el empresario producía en Uruguay.

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