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Una vida dedicada al yoga

Tao Porchon-Lynch tiene 98 años y es instructora de yoga; durante su vida viajó con Gandhi, bailó para soldados en la segunda guerra mundial y trabajó en Hollywood
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10 de diciembre de 2016 a las 05:00
Por Katherine Rosman, The New York Times

Un lunes reciente, Tao Porchon-Lynch estaba impartiendo su clase de yoga de 90 minutos en Hartsdale, Nueva York, combinando elementos de Iyengar, meditación y Vinyasa para una docena de estudiantes habituales.

La voz suave de Porchon-Lynch era relajante mientras indicaba las poses –árbol, bailarina– y corregía la alineación. Demostró algunos estiramientos en el piso, aunque ella misma no podía hacerlos con el alineamiento perfecto del lado derecho. "Es donde me hicieron un reemplazo de cadera", dijo. En realidad, en ese costado tiene el reemplazo de cadera más reciente, ya que ha tenido tres. Porchon-Lynch tiene 98 años pero es un modelo de vida activa.

Quizá más que cualquier otro régimen físico, el yoga se ha beneficiado con las redes sociales

"Soy 50 años más joven que ella, y su agenda me cansa", dijo Teresa Kay-Aba Kennedy quien (junto con Janie Sykes Kennedy) fue autora con Porchon-Lynch de la biografía Dancing Light: The Spiritual Side of Being Through the Eyes of a Modern Yoga Master (en español: "El costado espiritual del ser a través de los ojos de un maestro de yoga").

Quizá más que cualquier otro régimen físico, el yoga se ha beneficiado de las redes sociales. Las imágenes de mujeres y hombres en poses elegantes que parecen desafiar a la gravedad son impresionantes y altamente compartibles en los mundos visuales de Facebook e Instagram.

El resultado es un nuevo subconjunto de instructores profesionales: las celebridades del yoga que viven en gran parte viajando, como una estrella de rock de poca monta, que aparecen en retiros y conferencias, publican frases de inspiración en floridas tipografías propias de Pinterest, y comparten fotografías de "paz interior".
"Soy 50 años más joven que ella, y su agenda me cansa" Teresa Kay-Aba Kennedy escritora


Como atípica estrella de edad avanzada en este circuito, Porchon-Lynch tiene un potencial de marketing excepcional.

Gandhi y Noel Coward

Porchon-Lynch nació en 1918. Su madre murió al darla a luz y ella fue criada en Pondicherry, India, por un tío que era emprendedor ferroviario y que llevaba a su sobrina con él en sus viajes por Asia.
Cuando tenía 8 años caminó hacia la playa y vio a niños que hacían figuras tontas con sus cuerpos. "Pensé que era un nuevo juego", dijo Porchon-Lynch. "Fui con mi tía y le dije: '¿Pueden dejarme ser parte de eso?' Y ella dijo: "Eso no es un juego, es yoga y no es para niñas. No es femenino'. Así que empecé a hacerlo".

Las extensas historias de vida que cuenta Porchon-Lynch la presentan como una especie de figura a lo Zelig (el personaje de Woody Allen), que pasa de India a Gran Bretaña y luego a Hollywood.
Cuando tenía 12 años, contó, llegó a casa para encontrar a "un hombre pequeño sentado en el piso" y vio a los visitantes haciéndole reverencias. Entonces, dijo, su tío le pidió que preparara una maleta. Así pasaron algunas semanas viajando y marchando con Mahatma Gandhi.
"Ella ve en las personas cosas que ellas no ven por sí mismas" Susan Douglass Abogada
Durante la segunda guerra mundial aterrizó en Londres, luego de huir de la India porque su familia estuvo bajo sospecha de los nazis por ocultar a expatriados británicos y franceses. Allí trabajó como bailarina en clubes nocturnos.

Se unió a una compañía de danza que entretenía a soldados en Europa y así se abrió camino hacia Hollywood. Trabajó como actriz bajo contrato para los estudios de la MGM, enseñando yoga a las actrices y viajando de vuelta a la India, cuando pudo hacerlo, para estudiar con yoguis que incluyeron a los reverenciados BKS Iyengar y Pattabhi Jois.

Vino y tacones altos

Cuando viajó a Nueva York, le presentaron a un vendedor de seguros, Bill Lynch. Se casaron en 1963 y se asentaron en Hartsdale, Nueva York, un suburbio en el condado de Westchester. No tuvieron hijos; se enfocaron en la participación cívica y en beber vino. (Juntos fundaron la Sociedad Estadounidense del Vino. Hasta estos días, Porchon-Lynch toma solo dos bebidas: té y vino. No bebe agua.)

Su esposo murió como consecuencia de un accidente de motocicleta en 1982 y en los años posteriores ella se dedicó de nuevo a la práctica del yoga. Durante décadas mantuvo dos empleos: enseñaba yoga tres veces a la semana en el Estudio de Danza Fred Astaire en Hartsdale y dos veces a la semana en el Centro de la Comunidad Judía en la cercana Scarsdale.

"Ve en las personas cosas que ellas no ven por sí mismas", dijo Susan Douglass, de 61 años de edad y abogada de marcas registradas que empezó a estudiar yoga con Porchon-Lynch en 1999. "Sus estudiantes la aman. Tiene un gran grupo de alumnos que haría cualquier cosa por ella".

La carrera de Porchon-Lynch despegó realmente gracias al pensamiento estratégico de unos cuantos estudiantes devotos. Primero, Joyce Pines, una maestra retirada, solicitó una designación especial de los Récords Mundiales Guinness. En 2012, Porchon-Lynch se convirtió en "la maestra de yoga viva más anciana".

"El mundo del yoga de las celebridades puede ser un lugar competitivo (...) Es como ser una estrella de rock, es una posibilidad de uno en mil" Tao Porchon-Lynch Instructora de Yoga

En la misma época, otro estudiante contrató al fotógrafo Robert Sturman para realizar una sesión de fotos de Porchon-Lynch en Central Park. El trabajo de Sturman se enfoca en los yoguis, incluidos muchos practicantes inesperados como prisioneros en la cárcel y veteranos heridos.
Después de la sesión, el fotógrafo publicó imágenes en su página de Facebook. Se hicieron virales y seguían divulgándose más de cuatro años después. (Sturman ahora fotografía a Porchon-Lynch dos veces al año, y Pines maneja las cuentas de ella en Facebook y otras redes).

Las líneas de la experiencia vivida en el rostro de Porchon-Lynch y la expresión de paz y vivacidad en sus ojos, son poderosos recordatorios de que la práctica tiene que ver con algo más que clics en páginas de internet y en redes sociales.

"El mundo del yoga de las celebridades puede ser un lugar competitivo", dijo Kelly Kamm, una instructora de yoga que viaja por el circuito de talleres y es musa de Sturman."Es como ser una estrella de rock, es una posibilidad de uno en mil". "Pienso que la gente estaba ansiosa por tener a alguien a quien admirar que no fuera una yogui rubia, joven y delgada con un sostén deportivo. Hay demasiadas de esas. Luego llegó alguien que era lo opuesto de ello. Y luego llegó Tao".

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