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Una vida esperando por la vivienda propia

Luego de 16 años, unas 90 familias inauguraron su cooperativa
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13 de marzo de 2016 a las 05:00
Con la pala de construcción agarrada por encima del hombro y una bolsa de residuos en la otra mano, Antonia Álvarez (65) apareció por el portón que da al patio de la cooperativa, dispuesta a barrer y juntar el pasto que uno de los vecinos acababa de cortar. "Nico, dejá que yo ahora barro", le dijo otra de las vecinas desde la ventana del segundo piso. Mientras, otro de los cooperativistas recorría el patio juntando papeles. Querían que todo estuviera arreglado. Es que después de 16 años, varios proyectos, frustraciones, ventanillas recorridas, tantos cooperativistas que bajaron los brazos, y otros que se incorporaron al proyecto, finalmente los complejos de Castalia y Cuareim, ubicados en el Barrio Sur, fueron inaugurados.

En la mañana del viernes las paredes lucían impolutas, y varias bicicletas contra un muro daban cuenta de que la vida cotidiana ya se había apoderado del lugar.

"Pasó una vida", afirmó Álvarez, integrante de una de las 20 familias que fundaron la cooperativa en 1999, y que finalmente pudo hacerse de su vivienda. "En esos 16 años hay mucha vida", recalcó."Vi a parejas solas, vi a la mujer embarazada, vi nacer el niño que ahora va al liceo. Vi a mi hija casarse y tener una nieta que ahora tiene 11 años. Pasan muchas cosas en ese tiempo", agregó a El Observador.

El terreno donde ahora se levantan las viviendas que alojan a unas 90 familias -ubicado en Zelmar Michellini y Víctor Rodriguez Andrade, a pocos metros del excomplejo CH20- fue adjudicado por la Intendencia de Montevideo a la Federación de Cooperativas de Vivienda (Fecovi) en 2003.

Según explicó a El Observador el edil y entonces intendente capitalino, Mariano Arana, en ese predio funcionaba antiguamente el corralón municipal, donde se guardaban los carros tirados por mulas, que estaba en desuso y "bastante tugurizado y degradado". "Era muy poco razonable, un despropósito" tener así "un ámbito tan próximo a una de las zonas más reconocidas que tiene la capital que es la rambla sur", afirmó Arana. Así, la administración de ese entonces proyectó para esa zona un barrio de cooperativas, con lo que se buscaba además que personas de escasos recursos pudieran estar en un lugar prioritario y privilegiado de la ciudad, recalcó el exintendente, a quien los vecinos homenajearon en el acto de inauguración.

En 1999, cuando se formó la cooperativa, "la expectativa era tener la vivienda en cinco o seis años", afirmó Álvarez, actual tesorera de la cooperativa, y que entonces esperaba poder disfrutar de su casa con dos de sus hijos. Ahora, cuenta, cada uno siguió su vida, ella es jubilada, y terminó por mudarse sola. Desde entonces, pasaron por la cooperativa 151 socios, y 47 lograron ver terminado el proyecto.

El promedio ideal para concretar un complejo, desde que se forma la cooperativa hasta que se termina la construcción, explicó a El Observador el secretario general de Fecovi, Gerardo Fernández, es de cinco años, aunque en promedio se demora unos ocho. Fernández definió entonces a esta cooperativa como "emblemática". "Esperar más de 10 años es demasiado para un colectivo", señaló Fernández, y explicó que esa cooperativa sufrió los mismos problemas de la fijación de precios de las unidades, obtener los préstamos necesarios, y de encontrarse a 70% de avance de la obra con que los fondos eran insuficientes.

Soledad Jiménez (35), presidenta de la cooperativa, se integró al proyecto en 2008. En ese entonces, la idea era culminarlo en dos años, pero debió esperar todavía otros seis. Tener la vivienda fue todo un cambio, dijó a El Observador mientras ayudaba a Antonia en el barrido de las veredas. "Veníamos de otras condiciones de vivienda", explicó, donde sus tres hijos y los dos de su pareja - de entre cuatro y ocho años- debían compartir un solo dormitorio. "Ahora estábamos asignados a uno de cuatro dormitorios. Nos cambió la vida", sentenció.

Según Arana, el cambio va a ser positivo también para el barrio, al igual que pasó con las obras del Mercado Agrícola. "Lo importante no es solo la calidad estética sino la calidad ciudadana que se otorga al barrio con la instalación de gente de trabajo que haga más dinámica esa área", afirmó el exintendente. Lo que trae aparejado la instalación de pequeños y medianos centros comerciales y reaviva la vida social. "Este tipo de propuestas es toda ganancia", apuntó Arana.

Más que esperar fue desesperar,afirmó Álvarez, "pero ahora ves que todos estamos acá, que todos los niños están contentos, que los hijos de uno son hijos de todos y es una alegría".

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