Unos leves matices de oscuridad

Como el viejo dicho “mucho ruido y pocas nueces”, la película logró hacer de un fenómeno global, que vendió más de 100 millones de copias en todo el mundo, un asunto un tanto blando y poco arriesgado. No obstante, logró mejorar en términos narrativos la pésima pluma de la creadora E.L. James. Y eso ya es un mérito.

Todos los vicios de James como escritora –las repeticiones de descripciones y frases hasta el hartazgo, los insoportables monólogos internos de la protagonista y la lentitud en que se desarrolla la trama– afortunadamente desaparecen en la versión fílmica.

En dos horas y cinco minutos condensa esta “historia de amor” y deja abierto el final para las próximas dos películas, confirmadas esta semana. Sorpresivamente, resulta incluso más cómica y simpática que la lectura.

Dakota Johnson logra interpretar una Anastasia Steele torpe e ingenua, pero ofrece algunas pistas de esa inteligencia que en el libro solo se menciona cada vez que hace referencia a libros o a sus estudios en literatura inglesa. Hay guiños, ironías y reacciones nerviosas del personaje que arrancan carcajadas y no de las burlonas (cosa que en el libro abundan).

Lo que la película repite son los problemas de construcción de los personajes que tienen las novelas. Grey practica el BDSM (sigla de Bondaje, Disciplina, Sado-Masoquismo) porque, en sus palabras “tuvo un comienzo difícil en la vida”, una frase rimbombante para explicar traumas ocurridos en la niñez y adolescencia, y su incapacidad de aproximarse al sexo de una manera “normal”. Steele, por su parte, decide convertirse en su sumisa como medio para estar con él e intenta “arreglarlo” a través del amor.

En este sentido, la película se pierde muchas oportunidades. Primero la de solucionar estos simplismos y elaborar mejor, sobre todo, las dudas y las críticas serias que podría llegar a tener Steele a la hora de adentrarse en el mundo sexual de Grey. La guionista Kelly Marcel no creó nada por fuera del universo de James y en este caso le jugó en contra.

Segundo, podría haber aprovechado mejor situaciones que se prestaban naturalmente para la comedia y permitirse burlar un poco del acartonamiento excesivo de Grey.

Sin embargo, lo que más dio que hablar de este filme son las escenas eróticas. Las críticas previas estaban en lo cierto: lo que sucede en la pantalla es la versión más atenuada de lo que escribió James. Lo que ella explicitó tiene apenas un correlato aproximado en el guión. En particular, los desnudos masculinos a los que tantas páginas le dedicó la novelista, en la película directamente se anulan. La sexualidad se muestra lo más aséptica posible.

Gracias a la magia de la edición y el vestuario, el actor Jamie Dornan sale airoso frente a una Johnson que queda expuesta, ya sea en su desnudez como en las escenas de sexo.

Si bien se trata de una película llevada a cabo por mujeres, desde su protagonista a su creadora, guionista y directora, Sam Taylor-Johnson, que además tiene un público objetivo femenino, no lograron representar al sexo de una manera diferente a todas las películas hollywoodenses que se ven hasta el hartazgo.

La saga tiene dos oportunidades más o bien para mantenerse en esta misma línea o bien para lograr hacer algo que aproveche las oportunidades, tome riesgos y haga valer la controversia.