Dentro de la sede central de Facebook, ubicada en Menlo Park, Californa, se encuentra el escritorio de Lindsay Russell. Su laptop, monitor y algunos objetos decorativos se distribuyen en una plancha blanca de un metro y medio, sin cajones. Russell, encargada de marketing de la red social, también cuenta con una silla y un pequeño gabinete. Eso es todo. No hay percheros ni teléfono. Tampoco cubículos ni particiones en la mayor oficina abierta del mundo.
Junto a otros cinco escritorios, el suyo forma parte de una imagen que se repite incontables veces a lo largo de la cavernosa estructura diseñada por Frank Gehry, que alberga a 2.800 trabajadores.Incluso el director ejecutivo de la red social, Mark Zuckerberg, se sienta en uno de esos simples escritorios blancos, sin la circunscripción de una oficina propia.
Entrar a la sede de Facebook, Edificio 20, puede sentirse como introducirse en una estructura futurística: abierta, fluida, informal. El espacio incluso puede servir como ejemplo de cómo las firmas de Silicon Valley procuran cambiar la naturaleza del trabajo a través de mucho más que software, y beneficios como masajes, mesas de ping pong, y snacks y comidas gratis.
El diseño refleja el énfasis que la red social imprime en la apertura y la transparencia, con el objetivo de estimular la colaboración. La luz natural se filtra por claraboyas y ventanales que sirven para marcar el paso del tiempo.
Según, afirma Lori Goler, vicepresidente de Recursos Humanos, la estructura "simboliza las creencias que tenemos en Facebook: que nuestro trabajo nunca termina". Así, la apariencia sin acabar del Edificio 20, con vigas de acero expuestas, pisos de cemento y cables que caen desde el techo, evoca a una startup que recién empieza y no a una de las mayores redes sociales del mundo. Una razón para seguir apuntando a más.