Daphne Matziaraki en su oficina de Oakland, California, a menos de un mes de que compita por el Oscar.

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4,1 millas: un documental que le puso rostro a la crisis migratoria

La directora de uno de los nominados a Mejor corto documental en los próximos premios Oscar conversó con El Observador sobre su filme, que muestra la crudeza del conflicto en Siria
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05 de febrero de 2017 a las 05:00
Noelia González / Especial para El Observador

Había algo mal con la cobertura mediática de la crisis de refugiados de Siria. ¿Por qué, si la tragedia tenía un impacto también en su propio país, Grecia, ella la sentía como algo tan lejano? Abrumada por una cobertura que mostraba tal vez demasiado pero lograba muy poco en una audiencia ya saturada, la periodista griega Daphne Matziaraki decidió salir a contar la historia de una forma diferente.

Un año después, su documental 4,1 millas sería adquirido por el New York Times, ganaría varios premios –incluyendo un Academy Study Awards– y una nominación al Oscar a mejor documental corto.
La película de 21 minutos sigue de cerca al capitán griego de un barco de rescate en la isla de Lesbos, que se ha convertido en destino de miles de sirios que cruzan en precarias embarcaciones los casi siete kilómetros que los separan del territorio de la Unión Europea más cercano. Muchos se ahogan en el camino.

Hacía poco más de un año que Matziaraki, de 35 años, cursaba un master en periodismo en la Universidad de California, en Berkeley. Después de años trabajando para Naciones Unidas en Kenia y luego como periodista radial en Grecia, por fin se había embarcado rumbo al sueño de toda una vida: hacer documentales.

Cuando la crisis humanitaria estalló en Siria, Matziaraki decidió ir a su Grecia natal para traer consigo una historia que lograra conectarla –a ella, y a las millones de personas que verían el filme después– con la peor tragedia de nuestros tiempos.

Con el objetivo de "poner un rostro" a esa crisis, Matziaraki produjo, filmó y editó un corto cuyo éxito la tomó por sorpresa.

En su oficina en Oakland, a 10 minutos de San Francisco, Matziaraki prepara material para presentar a los premios Oscar a fines de febrero. Cuando termina, habla con El Observador sobre el impacto que esta película ha tenido en el mundo. Y sobre ella misma.

El documental muestra escenas muy fuertes, desde el rescate de gente que llega desesperada hasta niños y adultos que se ahogan.

¿Cómo fue observar esto de cerca e incluso tener que participar?
Antes de ir pensé, primero que nada, ¿qué voy a hacer si hay alguna situación en la que tenga que ayudar? ¿O si viera a alguien ahogándose? ¿Saltaría para ayudarlo? ¿Qué haría?, ¿Cuál es mi rol? Y realmente pensé mucho en ello hasta que decidí que mi rol era tratar de quedarme fuera del camino de los miembros de la tripulación y contar la historia de la mejor forma posible.

La realidad fue diferente. La película comienza con una escena en la que la tripulación está rescatando un barco. Están trayendo primero a algunos bebés y me piden que deje la cámara y sostenga a un bebé. Cuando eso pasó sentí que no tenía opción o dudas porque la situación era caótica y frenética. La tripulación no estaba equipada ni entrenada para hacer este tipo de trabajos. Entonces están en medio de una de las mayores crisis de refugiados y están tratando de responder con los medios que tienen, y se pueden ver dos mundos colisionando. Ellos ven en medio del mar a esta gente desesperada, cuya única esperanza es que los guardias costeros los rescaten. Y debido a que la tripulación ni siquiera está entrenada, están en pánico total. Y están tan asustados como los refugiados. Nunca había visto personas viniendo de una guerra. Y nunca había visto su mirada, personas con esa mirada en sus rostros.

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¿Cómo describiría esa mirada?
Es muy, muy sombría. Ves el trauma. Ves la oscuridad en los ojos de esos niños. Ves que hay algo que han dejado atrás y que les impide seguir siendo niños. Lo ves. Es obvio, y es algo que nunca había visto. Y encima de eso, no es que vi cinco personas en esa situación. Vi miles cada día; personas viniendo de la guerra, en estado de emergencia. Cientos de personas al mismo tiempo al límite de la vida y la muerte, pendiendo de una línea tan fina para sobrevivir. Mi pánico era completamente abrumador. La situación era irreal, la escala de todo esto era tan masiva que esperaba que hubiera cientos de helicópteros, botes y ambulancias por todos lados. Y no había nadie.

¿Cómo le afectó emocionalmente todo esto?
Estaba en shock. Me sentía minúscula y sin esperanza. Me cambió por completo como persona. Me cambió ver que todos somos iguales. Cuando las personas están en ese momento en el que lo único que piden es poder respirar, somos todos iguales. Y dependemos los unos de los otros. Es el sentimiento más fuerte que he sentido. El más triste, pero también tan humano, tan real, que nunca pensé: "Me quiero ir de acá, solo quiero irme a casa". Por el contrario, sentí que no había otro lugar en el mundo donde quisiera estar.

Trabajó en este documental recibiendo los comentarios de sus profesores y compañeros de clase, pero luego de estrenarlo la audiencia se tornó masiva. ¿Cómo ha sido la respuesta que ha recibido del público en general?
He recibido incontables, miles de mensajes todos los días; gente de todas partes del mundo contándome cómo esto los ha cambiado. Recientemente, una mujer de 70 años con un problema en la columna me dijo que vio el documental y fue a Lesbos a ayudar.

Oficiales de la Marina retirados, personas que puse en contacto con el capitán de la tripulación de rescate porque quieren ir y ayudar. Y gente que ha cambiado su visión política y cómo ven las cosas. Y para mí, esa es la mayor recompensa y el éxito de la película, así que estoy contenta con cómo le ha ido. Cuanto mejor le va al documental, más gente va a estar repensando, tal vez, cómo ve el mundo.

Si bien el pico de esta crisis fue en 2015, contar esta historia ahora parece más oportuno que nunca, sobre todo porque el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, suspendió el programa para refugiados de Siria e introdujo la prohibición de entrada de musulmanes de siete países, incluyendo Siria.

¿Cómo se desenvuelve el documental en este contexto?
Pensé que Estados Unidos estaba lejos de esto. Y de repente no lo está realmente, y vemos el impacto que ese tipo de decisiones políticas pueden tener en el país. El documental es más relevante que nunca para que la gente se dé cuenta de que todos somos iguales. Que estas personas a las que temen son del documental.

¿Qué le diría a la gente en Uruguay respecto a la importancia de saber más sobre esta crisis migratoria?
Uruguay ha sufrido en el pasado, y América Latina ha sufrido mucho. No es un lugar aislado. El sufrimiento y la vida y la muerte son universales.

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