Ante la imposibilidad de tener una identificación por ADN, la Justicia intentará reconstruir los últimos momentos de vida de los dos jóvenes de 18 y 19 años que desaparecieron en el barrio La Paloma (próximo al Cerro) en agosto del año pasado y que se presume son a quienes pertenecen los restos óseos encontrados hace 15 días sepultados en los fondos de un rancho ubicado en la zona conocida como El Tobogán, situada atrás del estadio Luis Tróccoli.
Los restos ubicados se encuentran en tal mal estado debido a que fueron quemados que los peritos no pudieron cotejar el ADN con el de los familiares de Jorge Cotelo y Emiliano González, los jóvenes desaparecidos hace 9 meses.
Por eso, la jueza María Noel Odriozola y el fiscal Gilberto Rodríguez intentarán reconstruir en base a testimonios y otras pruebas qué ocurrió con los dos jóvenes sin contar con la prueba científica del ADN, más allá de que la presunción más fuerte es que fueron asesinados y enterrados en esa zona, dijeron a El Observador fuentes del caso.
El hecho se enmarca en la guerra de traficantes de esa zona de Montevideo. En concreto, la desaparición y posterior homicidio de Cotelo y Rodríguez es atribuida a la banda del Casabó, liderada por "El Manolo", "El Tulita" y "El Gárgola", quienes ya se encuentran en prisión por otros delitos y quienes declararon ante la jueza Odriozola y el fiscal Rodríguez el pasado 20 de mayo, ante quienes dijeron que no tenían vinculación alguna con lo ocurrido con los dos jóvenes.
En esa misma zona del barrio El Tobogán se encontraron otros restos óseos, sobre los que se pudo confirmar que pertenecen a Jorge Agustín Basualdo Novas, apodado "El Pitín", según informó el diario El País el lunes pasado.
Basualdo Novas tenía 34 años, llevaba desaparecido 13 meses y su familia no había radicado la denuncia policial. El hombre, que tenía antecedentes, estaba vinculado a la banda del Casabó y se presume que fue asesinado a causa de diferencias con los líderes del grupo.
El director nacional de Policía, Mario Layera, dijo hace 15 días que el caso de los homicidios de los dos jóvenes "no es una disputa por territorio", sino una "venganza de un grupo contra otro".
Layera reconoció que es llamativo el nivel de violencia registrado en este caso, pero señaló que la Policía ya manejaba información respecto a que ese tipo de hechos podrían producirse. "Es una tendencia que ya la habíamos definido. La Policía había anunciado que se estaban dando determinadas variables que iban a provocar la ocurrencia de este tipo de hechos violentos, no en la cantidad que se producen en otros lados", dijo.
"Ahora cuando salgas, vas a ayudar a papá a lavar autos. Y te quedás tranquilo". Esas fueron las últimas palabras que Evangelina Oviedo le dijo a su hijo, Jorge Cotelo (18), que se encontraba internado en un centro de detención de menores infractores por el hurto de una moto, lugar del que se fugó el 11 de agosto de 2015. Dos días después, el joven desapareció cuando salió en una moto con su amigo Emiliano González y otro joven, cuyo cuerpo apareció calcinado sobre la ruta 1.
Jorge era uno de los seis hijos de Oviedo. "No nos daba trabajo. No eran delitos graves los que hacía. El problema fueron las malditas bandas", dijo."Mi hijo era un bobo. Estaba en esa etapa y se mandó esas macanas", contó a El Observador días atrás.
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