Cuando la ansiedad oculta un problema médico

Es normal sentirse ansioso después de recibir el diagnóstico de una enfermedad grave. Pero, ¿qué sucede si los síntomas de ansiedad esconden un padecimiento físico todavía no diagnosticado? ¿Y si los síntomas físicos surgen de un problema psicológico? ¿Cuánto tiempo se necesitaría para descubrir la verdadera causa de los síntomas?

Psychiatric Times, una publicación médica consultada por unos 50 mil psiquiatras al mes publicó recientemente una "lista parcial" de 47 enfermedades que pueden presentarse primero como ansiedad. A eso se le sumó otra "lista parcial" de 30 categorías de medicamentos que pueden causar ansiedad, entre ellos algunos antidepresivos de gran consumo.

Esas listas aparecieron en un artículo titulado Manejo de la ansiedad en los enfermos, y su objetivo era alertar a los practicantes médicos de la posibilidad de que algunos pacientes ansiosos o con depresión pudieran tener un padecimiento médico que tendría que atenderse para que se resolvieran los síntomas emocionales. El fin es evitar perjudicar a los pacientes por no reconocer la causa emocional de un problema físico o no tratar los componentes emocionales.

El problema de fallar el diagnóstico adecuado surge de la separación de poderes dentro de la medicina, que suele impedir que los practicantes vean el bosque por estar examinando los árboles, por así decirlo. Los médicos suelen estar mal equipados para reconocer y tratar síntomas emocionales relacionados con un padecimiento físico. Y los psiquiatras pueden no considerar la posibilidad de que un paciente con determinados síntomas realidad tiene un trastorno físico.

Médicos del Instituto Cardíaco de Montreal reportaron en 1996 que cerca de la cuarta parte de los 441 pacientes que habían llegado a la sala de urgencias debido a dolor en el pecho en realidad sufrían de un ataque de pánico, no de trastornos cardiacos. La ansiedad persistente puede causar síntomas como mareos, náusea y diarrea, o dolor muscular, fatiga, dolores de cabeza y falta de aire. Esto puede llevar a todo tipo de costosos exámenes en una búsqueda inútil de causas físicas. Pero casi la tercera parte de las personas con trastornos de ansiedad nunca se tratan de eso.

Los trastornos de ansiedad en los niños pueden expresarse en dolor estomacal recurrente o en trastornos del sueño, como pesadillas frecuentes y rechinar de dientes.

Cuando existe una enfermedad física crónica, no tratar la ansiedad puede agravar los síntomas y dificultar el tratamiento. Quienes tienen padecimientos físicos y no se tratan la ansiedad tienen más posibilidades de morir más pronto.

Cualquiera que tenga un padecimiento crónico y experimente síntomas comunes de la ansiedad debe pensar en someterse a exámenes para ver si existe ese componente emocional y, si es necesario, obtener tratamiento.

La depresión puede ser uno de los primeros indicios de un padecimiento aún no reconocido. Entre aquellos en que puede ocurrir esto están la enfermedad de la tiroides, los ataques cardíacos, el cáncer del pulmón y del páncreas, así como el hipercortisolismo, conocido como síndrome de Cushing.

En un reporte publicado en Psychotherapy and Psychodynamics, investigadores de Italia y de Estados Unidos señalaron que un trastorno neurológico, como la esclerosis múltiple o el Parkinson, pueden aparecer como problemas psiquiátricos años antes de que se presenten síntomas que permitan un diagnóstico correcto.

"Los médicos no toman casos de naturaleza psiquiátrica", señaló el equipo de investigadores. "Pero deben estar alertas al hecho de que el estado de ánimo, la ansiedad y la irritabilidad pueden preceder la aparición de un trastorno médico".

Quizá los pacientes mismos deban sugerir a los terapeutas que podría haber algo más que un problema emocional que fuera responsable de perturbaciones psiquiátricas que no responden a los remedios.

Los sanadores lo plantearon mucho tiempo antes del surgimiento de la ciencia médica; aunque no tenían nada más potente que un placebo, en ocasiones podían tratar al cuerpo a través de la mente.

Hoy en día, cuando se estudia la efectividad de un tratamiento nuevo, los investigadores sistemáticamente consideran un grupo de control que toma un placebo y permite determinar los beneficios del remedio en cuestión más allá de los inducidos por la fe del paciente en su efectividad.

El ser humano no está dividido en dos organismos, el físico y el emocional. La mente y el cuerpo son una sola cosa con comunicación bidireccional, y lo que pasa en el cuerpo por debajo de la cabeza puede afectar al cerebro y viceversa.