Opinión > Analisis / Nelson Fernández

En "Sucupira", todos sabían que no iba a levantar vuelo

El fracaso de Alas Uruguay cuesta mucho dinero al pueblo uruguayo
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30 de octubre de 2016 a las 05:00
Todos sabían que no podía volar. Pero lo dejaron. Y el aterrizaje forzoso es duro y costoso.
Alas Uruguay nació mal. Y en su corta y frustrada vida, debió afrontar algo que pocas empresas sufren: la especulación pública permanente sobre cuándo iba a quebrar.

Sus impulsores, guiados por la mejor intención de hacer su propio destino, debieron enfrentar esas y otras cuestiones duras. Pero no es la "mala publicidad" lo que les llevó al fracaso.
Nacieron para fracasar.

Eso, porque hasta quienes les apoyaron, reconocían que la aerolínea gestionada por trabajadores, no tendría futuro.
¿Por qué se les dejó embarcarse en esta aventura?

El presidente José Mujica había dicho que su principal motivo para ser presidente era el de impulsar proyectos de autogestión obrera. Y para eso se creó el Fondes.
En realidad, el invento de ese fondo fue una fórmula que vio el astorismo para que el mujiquismo no forzara al Banco República a prestar a empresas que se iban a fundir.

No se dirá publicamente pero fue así. Usar parte de las ganancias del BROU, para que la corriente frentista que quiere "prender velas al socialismo" se entretuviera con algunos millones, sin manchar el balance del BROU.

Pero a Mujica no le gustaba mucho lo de "Alas", porque él creía en la autogestión de "fábricas". Y esto no era lo mismo. Por eso reconoció que se iban a tirar unos millones de dólares en la aerolínea. No era de él, ni de su sector, ni del Fondo Raúl Sendic que hace el MPP con dinero que aportan sus dirigentes. Era dinero de todos los uruguayos.

Pero no alcanza con buena voluntad para que una empresa funcione bien.
No es suficiente con empuje emocional, con esfuerzo colectivo, con apoyo financiero barato (o regalado, como en este caso). Se precisa mucho más: tiene que haber un negocio potencialmente rentable y un empresario capaz de lograr éxito.

No hay escuela para ser un "buen empresario". Habrá talleres, carreras sobre administración, negocios, o finanzas, pero no hay un título o diploma que muestre que una persona es empresario.

Esto es como el fútbol. Un equipo no hace más goles si la hinchada le reclama desde la tribuna que demuestre mayor virilidad. Se juega con la cabeza y con los pies, no con los testículos.

Los hinchas piden "eso", para empujar a sus futbolistas, pero en el fondo saben que gana el que juega mejor (o sea, el que hace más goles).
Los ex funcionarios de Pluna pusieron "corazón", pusieron ganas. Pero no alcanzaba eso para volar, tanto en el sentido de su negocio, como en el de cumplir un sueño.

El caso de "Alas Uruguay" tiene parentesco con la primera telenovela brasileña que llegó a la pantalla uruguaya "O Bem-Amado" ("El Bien Amado", 1973), que narraba la historia de un político demagogo y corrupto, "Odorico Paraguaçu", que ganaba la elección de alcalde de la ciudad de "Sucupira", con la promesa de construir un cementerio.

Su "fiesta" de inauguración costaba en concretarse, porque no se moría nadie en el pueblo.
Finalmente, e irónicamente, el cementerio se inaguró con la muerte del propio alcalde.
Pero el nexo con Alas-U viene con un pescador llamado "Zelão Das Asas", que luego de escapar de un duro temporal, intentaría cumplir la promesa hecha a "Bom Jesus dos Navegantes", que consistía en volar hasta la alturas, para demostrar su fé. Y para eso, durante toda la novela, construía alas con maderas, metales, y otros materiales. Hizo varias tentativas para alcanzar vuelo, pero sin éxito.

El resto lo contemplaba con cierta compasión. Pero siempre convencidos de que Zelao no podría cumplir aquella promesa.

En el último capítulo, tras el final formal de la novela, quedó un espacio para algo que fuera a consideración del público. "Das Asas" se sube al campanario de la iglesia, con otras alas caseras, y ante la advertencia de amigos de que no se tirara, igual se lanza y comienza a mover los brazos. Y vuela.

Pero la cadena de TV había aclarado que eso, estaba fuera de la historia
Porque la gente no vuela.
Todos sabían que "Zelão" no volaría. Y cuando voló, eso estuvo fuera de la historia "real", aunque incluso todo fuera ficción.

Los funcionarios de Pluna creyeron que los sueños imposibles, son posibles. Se aferraron a aquella canción de Alberto Cortéz que decía "quiso volar, igual que las gaviotas ...".
Y sintieron que aunque algunos cuerdos les dijeran que no eran conveniente, igual había que apostar por sus sueños. "Mas él alzó sus sueños hacia el cielo / y poco a poco, fue ganando altura / y los demás, quedaron en el suelo, / guardando la cordura".

Pero ahora vieron que no era posible.

En el gobierno anterior y en éste, en el sistema político todo, y hasta en los dirigentes del PIT-CNT, "sobrevolaba" la idea de que esto no tenía vuelo asegurado.
Quedan lecciones. Las experiencias de autogestión obrera son complicadas, porque no alcanza saber hacer el trabajo de producción, sino hay que saber ser emprendedor, empresario. Un excelente carpintero podrá fundirse si pone su propia carpintería y no está preparado para esa función.

Hay millones de dólares perdidos. Se los dieron a "Alas" para no negarles la experiencia de darse la nariz contra la pared: pero eso lo paga la gente.
Años de seguro de paro, préstamo incobrable, entre otros costos.
A muchos trabajadores les cuesta pagar el 20% o más de IVA (según con qué pague) cada vez que compra algo, para que un gobierno use ese dinero para "tirar a la marchanta".

La comparación con empresas privadas que no pagaron préstamos del BROU es otra historia: nadie defiende eso.
El caso que lo de "Alas" debe generar la reflexión hacia el futuro sobre el mal uso del dinero que la gente aporta al fisco.

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