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Jones: "El arte dramático no se produce si el espectador está en otra cosa"

Tras retirarse de las tablas por el uso de celulares, Roberto Jones plantea volver si hay regulaciones
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07 de octubre de 2015 a las 05:00
Esta no era la primera vez. Roberto Jones ya había anunciado su retiro de las tablas en 2011, tres años después de su último rol en La memoria de Borges, un unipersonal en que él entraba y salía de sí para adoptar la identidad de uno de los más destacados escritores argentinos.

En aquel entonces, las razones habían sido de salud, pero ahora el disparador era otro. Tras cuatro años de dedicarse a la dirección teatral, Jones logró restituir su salud y verse nuevamente unido a ese rol final, hasta que un celular coartó el impulso a fines de setiembre y lo llevó a aventurar una nueva retirada, aún no definitiva. El intercambio entre Jones y el espectador al que le sonó el teléfono, que envió una carta a El Observador reprochando los dichos del actor, no es solo un hecho anecdótico, sino que deja entrever una problemática que ha afectado a todos los actores teatrales.

En la última actuación de Jones, en la apertura del Festival Internacional de Artes Escénicas (Fidae), ningún celular sonó. Aquel espectáculo de música y poesía, Dos voces, dos orillas, una misma trama, con la argentina Thelma Biral, no tuvo interrupciones. Sin embargo, el público aplaudió de pie sabiendo que quizá era la última vez que pudiese ovacionar a uno de sus grandes.

¿Efectivamente se retirará de la actuación tras esta última obra?
Yo no me retiro de la actuación. Me retiran de la actuación en la medida que sigan sonando los celulares en las salas de teatro donde se canta, donde se actúa, donde se baila. Mientras siga eso, yo no actúo más. Estoy conversando con algunas autoridades, he recibido el apoyo de la Asociación de Críticos Teatrales del Uruguay, y de la ministra (de Educación y Cultura, María Julia Muñoz). Ojalá se llegue a una solución, porque lo que más quiero es actuar. No quiero irme. Pero no puedo actuar más en las circunstancias que se dan.

¿Será un retiro definitivo o continuará con la dirección?
Puede ser que dirija, puede ser que dé clases. He pasado cinco años sin actuar. Volví porque me sentía muy bien y fue un recibimiento muy grande que me hizo el público y el periodismo. Pero así no puedo seguir. De 140 funciones que hice de La memoria de Borges, por lo menos en 70 sonaron los celulares. El esfuerzo que hice para terminar esas dos funciones (la de setiembre y una anterior, en junio) me causó una hipertensión y podría haberme causado algo más grave. Quienes usan los celulares no se dan cuenta del daño que le causan a los actores de todo el mundo. Lo que yo dije acá lo dicen todos los actores, en todas partes del mundo. Lo mismo pasó con el cigarro. Tuvo que venir el presidente de la República y entonces todo se arregló. Yo espero lo mismo.

¿Considera que hay un cambio en la relación del público con el teatro debido a la tecnología?
Es un público que es la minoría. A mí me vieron 13 mil espectadores, no puedo decir de esos a cuántos les habrán sonado los celulares, pero no llegarán a 60. Es una minoría que quiere imponer su voluntad. Yo como director vi durante cinco años, cuando me retiré, cómo en las salas permanentemente a la gente no solo le suenan los celulares, sino que habla y juega con los celulares. ¿A qué van al teatro? Yo entro al escenario ya predispuesto a que me va a pasar algo, entro nervioso. Así no se puede hacer teatro.

En el caso de que no se llegue a una solución, ¿qué le genera en términos profesionales que esta pueda ser su última actuación?
Yo me siento perjudicado en mis fuentes de trabajo. Soy ciudadano ilustre de Montevideo no porque soy político, no porque soy científico, sino porque soy actor. Como ciudadano ilustre tengo que luchar y bregar por defender el teatro. El arte dramático no se produce si el espectador está en otra cosa. El arte dramático se produce cuando el actor se conecta con el público, y si el público está hablando por teléfono no hay conexión e impide egoístamente la conexión con los otros. Se rompe el clima. Eso va contra mis convicciones y va contra mis fuentes de trabajo. Yo dejo de ganar dinero porque estaba haciendo una gira. ¿Eso no se tiene en cuenta? ¿Yo influyo en el trabajo de los espectadores? ¿Les impido trabajar? ¿Ganar dinero? Mirémoslo del punto de vista comercial nada más: es un atentado al trabajo.

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