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Eduardo Ache: “Uruguay tiene pésimos impuestos y malas exoneraciones”

El economista considera que en 2022 se debe encarar una“modernización tributaria profunda” para no descuidar la microeconomía, bajar la carga tributaria al trabajo y corregir las diferencias sectoriales en la tributación como "prioridad"
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31 de diciembre de 2021 a las 05:04

Eduardo Ache es hombre de consulta y asesor en temas económicos y políticos del líder de Cabildo Abierto Guido Manini Ríos. En su momento, el economista reclamó un rol más activo del Estado para hacer frente a la pandemia, pero hoy su foco para 2022 está en atacar algunos problemas estructurales que tiene el país y que no están en la macro sino en la microeconomía. Considera que el gobierno de la coalición debe dar esa discusión el próximo año para avanzar en una “modernización tributaria profunda”. En ese sentido, opina que antes de revisar el Impuesto al Patrimonio debería reducirse la carga del IRPF porque es un “impuesto al trabajo” y dice que el Estado da hoy “subsidios impositivos” a sectores que no lo necesitan.

¿Cómo está viendo la salida de la pandemia? Usted en su momento reclamó una acción más activa del Estado para dar respuestas. Hoy los números macro están mostrando una salida de la crisis económica. 
Lo que reclamamos en su momento con el advenimiento de la pandemia era la necesidad de ciertas medidas por parte del Estado para atender especialmente la situación de las pequeñas y medianas empresas y los monotributistas, que por cierto se tomaron. Era clarísimo que entre la DGI y el BPS para cobrarles a las empresas o pasar la crisis, se optó por aflojarle la cincha a esas empresas que son el cerno de nuestra economía. ¿Para qué? Para que sufrieran lo mínimo indispensable. La manera en que Uruguay sale de la pandemia es un reflejo de que se hicieron las cosas bien. El país tuvo dos grandes aciertos. Por un lado, el manejo de las líneas contingentes de crédito. Muchas veces se valora cuando uno apaga un incendio. Otra cosa es cuando se evita que se genere. Uruguay, cuando se cerraron los mercados financieros en el mundo, realizó desde el Ministerio de Economía un manejo macro muy profesional. Tener disponibles esas líneas contingentes y gestionarlas adecuadamente permitió que el país tuviera financiamiento a tasas muy buenas, lo cual fue esencial para transitar todo este proceso hasta que  se comenzó a normalizar el mercado. Respecto a la otra discusión relacionada con cuánto porcentaje del PIB se gastaba, los resultados finales, con el diario del lunes, permiten decir que la estrategia del gobierno fue correcta. Aunque lo importante, como decía un gran estadista, es haber tenido razón a tiempo. No es lo mismo gastar 3% o 4% con un Estado inexistente que hacerlo con un Estado funcionando, en especial en el sistema sanitario. Quizás se pudo invertir un poquito más, pero el éxito en el manejo de la pandemia está dado, en el tema sanitario, por la gestión del MSP y el sistema de salud, apoyado por el GACH, un mérito que nadie discute. Sin embargo, la gran lección que nos ha dejado esta pandemia es que los seres humanos no queremos que los gobernantes nos manejen la vida. Esa fue una de las cosas que le valoramos al presidente Lacalle Pou: prefirió empoderar a la gente y no empoderarse él. Además, fue muy inteligente al no embretarse cuando acá se pidió que el país se cerrara más, porque ahí se iba derecho a un enfrentamiento social, como sucedió en otros países. 

La manera en que Uruguay sale de la pandemia es un reflejo de que se hicieron las cosas bien.

En su momento usted también reclamó atender otros temas que hacen a la microeconomía y no tanto a los grandes números de la macro. ¿Qué asuntos considera que hoy no están en la agenda del gobierno? El ministro de Ganadería dijo que seguramente en 2022 se revisará junto al MEF la tributación del agro para reducir la incidencia de los impuestos ciegos como el patrimonio. 
Tocás un tema que no es menor cuando te referís a la agenda microeconómica. En Uruguay hace décadas que venimos hablando de una agenda macro, que se ha ido perfeccionando. La izquierda, que en su momento la minimizó, después —sobre todo en los primeros 10 años de su gobierno— tuvo un manejo muy ortodoxo de la macroeconomía, tal como le ha reconocido el expresidente Sanguinetti al exministro Astori. Sí creo que los últimos cinco años (2015-2019) no fueron los más ordenados, y que volvimos al peligroso trío conformado por el déficit fiscal —ahora con altísima presión fiscal—, un atraso cambiario que se agudiza a nivel regional, y el alto endeudamiento público. En la macro, salvamos una situación de mucho riesgo, pero continuamos en la misma posición delicada de marzo de 2020. No hay que perder de vista que el atraso cambiario es el mejor predictor de turbulencias. Los gobernantes se encargan de tratar de ordenar los números macro, pero muchas veces, para que cierren esos números, estamos hipotecando el futuro a nivel microeconómico. Hay una cantidad de reestructuras que encarar. Ordenar el déficit y preservar el grado inversor son condiciones necesarias para que una economía funcione, aunque no suficientes. 

Los gobernantes se encargan de tratar de ordenar los números macro, pero muchas veces, para que cierren esos números, estamos hipotecando el futuro a nivel microeconómico.

¿Por ejemplo?
Un caso concreto en el Uruguay son los impuestos, como mencionaste en tu pregunta anterior. Para cerrar la caja, el país tiene pésimos impuestos y malas exoneraciones. Hay algunos  impuestos que deben aggiornarse, otros que deben eliminarse, y algunas exoneraciones carentes de justificación. El que mire el mundo hoy y vea lo que pasó con todo este tema del G7 y G20 notará un replanteo de los sistemas tributarios. En el mundo entero hubo una carrera para ver quién daba más exoneraciones impositivas para que las grandes empresas se instalaran en cada país. Todos recorrimos ese camino. Cuando comenzamos a plantear desde Cabildo Abierto estos temas, primero se nos criticó, aunque esto lo dijimos antes de que aparecieran en el G7 y el G20. Es clarísimo que debe darse un replanteo integral. En su momento hablamos del IVA personalizado, o expusimos lo que se destina como gasto tributario (exoneraciones impositivas). Estamos convencidos de que un replanteo profundo del sistema tributario permite bajar el monto de la presión fiscal, así como liberar recursos para ser mucho más equitativos y justos. Los impuestos más ineficientes y regresivos que tiene el Uruguay son los relacionados al trabajo. La reforma tributaria de 2007 profundizó el sesgo contra el factor trabajo en nuestro sistema tributario. Hoy, antes de tocar ningún otro impuesto, lo más importante que tiene que hacer  el Uruguay es reducir aquel sesgo, que permanece incambiado. Nuestra  tributación directa  (IRPF, IRAE, IRNR) es muy inequitativa y va a contrapelo de  la  del mundo, lo cual no es deseable por varias razones. Una de ellas es la competitividad. Los países también compiten en el plano fiscal. Los competidores juegan, y fuerte. Tanto el G7 primero como luego el G20, el 80% del PIB mundial, impulsaron el proceso del Foro Global por la transparencia tributaria y el intercambio automático de información de contribuyentes entre países como obligación administrativa. Y todavía más: el marco inclusivo hará regir la nueva tributación de la economía del conocimiento y tener un impuesto mínimo de renta empresarial del 15%.  Esto es pragmatismo puro.

Estamos convencidos de que un replanteo profundo del sistema tributario permite bajar el monto de la presión fiscal.    

¿Cómo se financia esa potencial renuncia fiscal?
Lo primero que tenemos que entender es que por no hacer estas reformas la economía no crece a las tasas en que debería hacerlo. Te voy a poner un ejemplo concreto con la apertura. Nadie puede discutir que un país chico tiene que ser abierto. Uruguay venía de una cultura de sustitución de importaciones, y el Mercosur fue una buena oportunidad para dar un paso hacia una mayor apertura en aquel momento. En ese entonces, el Mercosur quedó con un arancel externo del 35%, y el de Uruguay estaba en el 20%. Sin embargo, 30 años después poco cambió, y hoy debemos ser de las regiones más cerradas del mundo. El coeficiente de apertura comercial de Uruguay ronda el 40%; países chicos como nosotros suelen tener el 80%. Sin dudas, el acuerdo comercial con la Unión Europea o el TLC de Uruguay con China es fundamental, pero ¿no hay nada que podamos hacer hasta que se concreten? Nosotros entendemos que sí. Para cerrar el déficit se puso una tasa consular del 5%, y me van a decir: ‘Es caja’. Pero para importar, tú además precisás adelantar arriba del 50%, estás obligado a pagar el IVA antes, hacer adelanto de IRAE, etc. Lo anterior, agravado por el aparato paraarancelario, que no se ve, es enorme y significa una barrera en tiempos, trámites y costos ocultos al comercio exterior. Todos sabemos que un impuesto a la importación es un impuesto a la exportación. Entonces, siempre el Estado, que necesita recaudar, termina afectando a la economía real y, por tanto, la tasa de crecimiento futuro del país. Este replanteo tributario que hay que analizar le puede generar al Uruguay en torno a 2 puntos del PIB. No lo decimos nosotros: lo dicen los informes de la propia DGI, el BID, el Banco Mundial y los tributaristas más prestigiosos que tú elijas. Ellos explican claramente que hoy está la tecnología para implementar un IVA personalizado o corregir subsidios cruzados muy regresivos. Todo esto hay que analizarlo en conjunto. Pandemia mediante, el momento para las reformas estructurales es el año 2022. Estos son temas que sí o sí tenés que encarar. No podemos esperar solo a que venga o no venga el TLC con China o Turquía. Y lamentablemente, no escucho hablar de estos temas. 

Este replanteo tributario que hay que analizar le puede generar al Uruguay en torno a 2 puntos del PIB.

¿Esta revisión impositiva plantea nuevos ingresos fiscales? 
Lo primero es tener claro que no hay margen para mayor extracción fiscal. Hay que ser más eficientes, lo cual es posible. Estamos dando subsidios y exoneraciones a quienes no las necesitan y cobrando impuestos a quienes no los pueden pagar, afectando de ese modo el crecimiento futuro. Lo que estamos planteando no son expresiones de deseo. El mundo entero se está replanteando sus sistemas tributarios y eliminando malas exoneraciones para bajar más los impuestos. ¿Cuál es nuestra visión? Se puede generar caja sin aumentar impuestos . 

Estamos dando subsidios y exoneraciones a quienes no las necesitan y cobrando impuestos a quienes no los pueden pagar.

El asesor de Manini Ríos dice que en 2022 se debe encarar una revisión integral del sistema tributario vigente.

En 2021 el sector agropecuario tuvo un año muy bueno en materia de producción. Eso llevó a que la presión impositiva se redujera a su menor nivel en cinco años, según un reciente informe de Opypa. ¿Pudo el agro aportar más al Estado?
Pudo y debió aportar más, y mirá que yo integro el sector agropecuario, pero también observo lo que sucede en las economías capitalistas más avanzadas del mundo. Sin duda, el agro es parte  del replanteo integral del sistema tributario que venimos sugiriendo. Ese replanteo va a generar algún dolido,  como pasó antes con el IRPF. Uruguay aumentó en 10 puntos del PIB el gasto del Estado. Para cubrirlo, se recurrió en parte al  IRPF, en el entorno de  US$ 1.700 millones al año de impuestos al trabajo, y ni hablar de los 10% del PIB, casi un tercio de la presión fiscal, que se recaudan por aportes a jubilaciones y salud sobre el trabajo. Esto también afecta al agro. ¿Cuántas veces has escuchado que el Uruguay exporta materias primas y no exporta valor agregado? ¿Y por qué? Porque incorporar valor agregado es sumar trabajo, y tenemos el impuesto más regresivo del mundo. ¿Así queremos retener a nuestros jóvenes? Hay espacio para una reforma tributaria; estamos convencidos de que ese es el camino, con el objetivo  de aflojarle la cincha  al mediano y pequeño empresario y a los monotributistas. Ahí es donde tenemos que focalizar. En Uruguay, un aporte patronal a la seguridad social es un impuesto directo al trabajo. Es un problema en muchos países, y en nuestro caso aún más. Hoy la tasa  marginal (adicional si sumamos BPS, salud e IRPF) por trabajar más y ganar más y subir de franja, es superior al  50%. Es una realidad que vemos todos los días. La pregunta es: ¿vamos a bajar primero el Impuesto al Patrimonio o vamos a encarar esto? ¿Dónde están nuestras prioridades? En Cabildo Abierto hace tiempo que venimos diciendo que esta es nuestra principal prioridad. Lo hemos  hablado y sugerido, y hay receptividad. Pero también tenemos claro que  el rumbo  lo marca el Ministerio de Economía y Finanzas. 

Hay espacio para una reforma tributaria; estamos convencidos de que ese es el camino, con el objetivo  de aflojarle la cincha  al mediano y pequeño empresario y a los monotributistas.

¿Debería ser la coalición con el presidente de la República la encargada de abordar ese planteo? ¿Falta voluntad política para dar esa discusión?
Es un tema de tiempos. La última vez que hablamos con la ministra de Economía (Azucena Arbeleche) de este tema fue a comienzos de este año, y nos pidió tiempo. Pandemia mediante, esperemos  que todo esto se empiece a mover a partir de abril del próximo año. Nosotros tenemos claro lo que haríamos, somos parte de la coalición y hemos demostrado voluntad de colaborar en todo, pero no fijamos las prioridades.

Ache considera que es un error otorgar beneficios fiscales a un sector que está maduro y es rentable como el forestal.

Sin embargo, Cabildo Abierto promovió y consiguió una ley para limitar el desarrollo forestal que luego fue vetada por el presidente Lacalle Pou. ¿Eso no implicó un quiebre en la relación de cooperación que usted plantea?
Recojo el balance hecho por el propio Manini y por el presidente de la República: no dramaticemos. Es parte del ejercicio de la democracia. Es importante señalar que el objetivo no es limitar el desarrollo forestal, sino que el crecimiento de éste se dé en aquellas tierras aptas para la actividad. Aquel fue el espíritu original de la ley madre. A nosotros nos queda la tranquilidad de que hace más de un año que se venía planteando no solo la parte de la ley forestal, sino también todo el funcionamiento tributario. Hace más de seis meses que le planteamos al Ministerio de Economía que había que revisar el sistema tributario de la parte forestal, y que  parte de la distorsión que genera, y que le da el potencial al sector forestal de ocupar tierras en Soriano y en Colonia, por ejemplo, es que tiene una situación tributaria diferente del resto de los sectores agropecuarios.

Hace más de seis meses que le planteamos al Ministerio de Economía que había que revisar el sistema tributario de la parte forestal

¿No debería el Estado dar más estímulos a distintos sectores?
Yo creo en un Estado que estimule. Y de hecho, en el Imeba hay dos subsectores que no pagan ese impuesto. Uno es el cannabis, que hace cinco años comenzó a desarrollarse. Es entendible que el Estado le otorgue una ayuda al inicio. Pero el otro es el sector forestal. Hace más de 30 años que recibe ayuda. Entonces, ¿hasta cuándo vamos a seguir? Se dice que cualquier modificación implicaría “cambiar las reglas de juego”. Y yo me pregunto cuándo el Estado uruguayo se juntó con los 120 países que aprobaron el cambio de las reglas de juego tributario para las grandes empresas en el mundo. ¿Ahí estamos cambiando o no estamos cambiando las reglas de juego?  Parece que sí. Entonces, afuera podemos. Ese razonamiento es muy válido para adentro. Hay todo un sistema  que en el mundo se está cuestionando. Internamente, también han surgido voces calificadas que cuestionan la eficacia del régimen de promoción de inversiones, así como su fundamento microeconómico. Esas voces plantean que se revise el sistema y que se transforme en uno más potente, basado en fundamentos micro que sean sólidos. Uruguay debería comenzar a replanteárselo para quedarse con lo bueno de su actual sistema, que es lo medular. Cuando cuestionamos la tributación del sector forestal, es dentro de este contexto: no se trata de estar en contra de todo un sector.  Es bueno que en Uruguay se discuta  esta temática. Y la prueba de que esto fue fructífero fue que salió el decreto del Poder Ejecutivo que regula la forestación,  mostrando que había vacíos a llenar. También hay legisladores del Partido Nacional que están diciendo que no puede existir una distorsión en los tratamientos fiscales sobre los distintos sectores agropecuarios. ¿Por qué? Si no vamos a cambiar las reglas de juego, ¿cuándo lo vamos a hacer? ¿Dentro de 30 años más? Este cambio, ¿realmente afectaría la previsibilidad jurídica y la seriedad del país? Lejos de la ironía de que estos sean planteos kirchneristas, lo cual no se sostiene e implica una falta de respeto a la inteligencia del pueblo uruguayo, acá sucede exactamente lo contrario. Tengamos claro que la libertad económica exige equidad fiscal y suficiente competencia para que haya igualdad de condiciones. 

Y yo me pregunto cuándo el Estado uruguayo se juntó con los 120 países que aprobaron el cambio de las reglas de juego tributario para las grandes empresas en el mundo. ¿Ahí estamos cambiando o no estamos cambiando las reglas de juego?

A su juicio la cadena forestal ya no debería recibir más ese beneficio tributario.

El argumento económico del beneficio fiscal para desarrollar un recurso con ventaja comparativa es para la “industria naciente”, cuando hay fallas del mercado, no para la permanente, y menos si es rentable. Es reconocido en la academia y en la práctica que los incentivos deben ser temporales y decrecientes. Estamos siendo muy racionales en los planteos, a pesar de que algunos quieran insinuar lo contrario. Lamentablemente, este año no se pudo corregir la pata tributaria, ni un punto ni una coma de la ley, y al final no debería sorprender que haya terminado en un choque político que se debió haber evitado. El sector forestal es pujante, y el país lo necesita. Pero a esta altura no necesita esta muleta tributaria. Y digo más: nuestro planteo se basa en la lógica capitalista más elemental, porque, para que exista una economía
sana de mercado, abierta, libre y competitiva, como la que queremos para el Uruguay; es un requisito previo que exista verdadera competencia con equidad fiscal, como decía el canciller alemán democristiano Ludwig Erhard. Con un agregado: creo que aun quienes critican reconocen que en Cabildo Abierto sabemos interpretar de un modo adecuado de qué hablamos cuando nos referimos a la soberanía nacional.

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