Espectáculos y Cultura > Entrevista a Fidel Sclavo

Fidel Sclavo: "El mundo te obliga a la vorágine, pero ¿qué pasa si bajás un poco? Ahí está la clave para no vivir tan angustiados"

El artista acaba de lanzar su segundo libro de la colección discos de Estuario, Artaud, en el que se enfoca en ese disco de Pescado rabioso; además, su última exhibición todavía se puede visitar en el MNAV
Tiempo de lectura: -'
24 de octubre de 2023 a las 05:03

Fidel Sclavo, en su nuevo libro, escribe: 

«Cuando está todo inventado y nada sirve, hay que imaginar otra cosa. Crear un mundo nuevo. Un lenguaje que tenga otros signos y se entienda desde un lugar diferente. Con otras palabras, otro amor, otra tristeza. Una nueva lírica de la ilusión o el desconsuelo. Un mundo que hable desde el interior y no desde afuera. Un planeta con un sol verde. Un cuadrilátero de ocho lados. Algo que no entre en ningún anaquel. Y no sepas qué hacer con él. Hasta que pase a ser tu corazón. Tu luz. Tu nueva forma de encender los días y las cosas todas. Tu nueva forma de entender los días y las cosas todas.»

Él, claro, está hablando de Artaud, el disco de Pescado Rabioso que este 2023 está cumpliendo cincuenta años y que es el objeto de estudio y adoración de su obra más reciente, el segundo volumen que aporta para la colección discos de Estuario tras Zurcidor, de Eduardo Darnauchans. Pero también podría estar hablando, a la vez, de la materia misma del arte, esa que trabaja desde la escritura pero sobre todo desde las artes visuales, calle central de su extensa y elogiada carrera. Entender que todo está inventado y que, al mismo tiempo, se pueden encontrar pliegues nuevos, formas novedosas de ver la realidad, un enfoque inédito, suena a esperanza. A que la luz sigue prendida. Para el artista uruguayo de 63 años radicado en Argentina desde hace casi dos décadas, la convicción personal que tiene sobre esa cuestión está intrínsecamente relacionada con un nombre que conoció de muy joven: el de Luis Alberto Spinetta. 

Para él, Spinetta es un ídolo, un maestro, un tótem, un músico, una flor rara. Una inspiración. Artaud lo demuestra. El disco, que salió en 1973, y el libro, que acaba de llegar a librerías.

Sobre Spinetta, entonces, escribe Sclavo en su última publicación, y con ella ingresa por partida doble a la conversación cultural uruguaya actual, porque en el Museo Nacional de Artes Visuales espera una firma más: la que rubrica en la muestra Festina Lente, que se exhibe en el segundo piso de la institución hasta el domingo 5 de noviembre, y que también motiva esta entrevista durante una de las "ventanas uruguayas" que el artista, entre presentaciones e inauguraciones, vivió en los últimos días.

¿Qué tan cerca de Spinetta llegaste a estar?

Solamente a partir de alguna correspondencia. Le mandé un libro y sé que le gustó, me escribió de vuelta. Creo que iba a ir a una exposición mía y finalmente no fue. Después intercambiamos dos o tres cosas más, como catálogos, libros y eso, pero nunca algo más allá de eso. Pero sí es el artista que más veces vi en vivo. Perdí la cuenta, pero lo vi en todas las formaciones luego de Pescado, por motivos obvios de edad. Me acuerdo de una vez que vino como telonero de Fito Páez. Era la época de La rueda mágica y Spinetta había sacado un gran disco, Téster de violencia, pero no era su época de mayor popularidad, aunque nunca fue una cosa masiva tampoco. No le importó ir de telonero, y para mí honestamente era mejor. (risas)

Tanto Zurcidor y Artaud son libros sobre música, aunque no hablen siempre específicamente de eso. Ambos tienen enfoques diferentes. ¿Dónde encontrás las similitudes y diferencias?

En realidad, en los dos hablo sobre lo que me pasa a mí. Porque aunque esté escribiendo de cocina, estaría escribiendo sobre lo que me pasa a mí con la comida, los platos o los restaurantes. En Zurcidor me tocaba de cerca, había una amistad y una relación con el foco del libro, que era el Darno. Aquí, si bien hay una cercanía en cuanto a lo que te toca y a que se trata de uno de esos discos que te cambian la vida, hay una distancia. Es un estudio del contexto político y cultural, hubo una investigación de campo y me llevó más tiempo. Entender a la Argentina es complicadísimo, entender el peronismo es imposible, y sobre todo, para no ser injusto y decir cosas que no son y cometer algunos errores, tuve que investigar. En Zurcidor, en cambio, fue como hacer psicoanálisis. En Artaud la parte vivencial está, pero la dejé salir después.

En Zurcidor además la obra musical está en ejecución y sos parte del proceso de creación artística; en Artaud recibís esa música ya lista, generando cosas en el entorno y en vos.

Sí, en Zurcidor soy testigo y parte de la creación, vi como se fue transformando. En el caso de Artaud llego a él ya realizado, si bien venía siendo testigo por ser fanático de Almendra y Pescado Rabioso. Lo que me pasó a mí con Artaud fue como reencontrarme con un Spinetta anterior, como reencontrarse con un amor y sobre todo en el contexto de un año, 1973, que era un bajón. Y sabías que se venía peor, que venía pesado, que venían los milicos. Esto era una ventana abierta, aire puro, limpio y cristalino, algo que decía “mañana es mejor”. Era algo hacia dónde mirar. Una tablita en el medio del océano de la que agarrarte. La existencia de una fuerza del bien.

El diseño estético del disco, tan particular y con sus ocho puntas desiguales, también debe de haber tocado tu corazón incipiente de artista plástico.

La simpatía estaba por todas partes. Que alguien se animara a hacer eso, algo que no entraba en las estanterías, que no se podía guardar en ningún lado. A esa edad a uno le gusta seguir a la gente que rompe cosas, y Spinetta en ese sentido era maravilloso. Era una incomodidad, el disco era imposible, se doblaban las aletas, y justamente por eso era revolucionario. En esa época estábamos bombardeados todo el tiempo con que había que hacer la revolución en las calles, y él demostraba que hacer ese disco así ya era una revolución, que se podía hacer desde el interior. El disco es como él, porque si tenés que explicarle a un tipo de otro lugar que no conoce quién es Spinetta, no es fácil. Sobre el Darno, por volver a él, podés pensar en Bob Dylan o algo así. Pero no existe otro parecido a Spinetta. Fue una cosa misteriosa, una flor rara.

Sobre ese misterio, pensaba en otra de las ideas del libro, que es que nunca podemos terminar de entender por qué una canción o un disco nos cambia la vida. No podemos explicarlo del todo nunca.

Sí, podés agarrar una canción que para vos es la mejor de la vida y desde el punto de vista compositivo quizás no, pero toca una fibra, te llega, y abre esa dimensión misteriosa de la música que no podemos terminar de entender. ¿Qué nos pasa con eso? Es un misterio insoportable, pero ojalá no se termine nunca, ¿no? Porque cuando lo lográs explicar hay algo que se terminó. Es como el amor: si ya sabes cómo va a reaccionar el otro todo el tiempo hay algo que se apaga. Siempre es necesaria una dosis de misterio para mantener la rueda rodando. Eso Spinetta lo sabía más que cualquiera. Hay algunas canciones de Pescado que no tienen que ver con la razón, tampoco con la locura total, pero sí con algo que decís ‘ok, no tengo que entender todo’. Para él componer totalmente volado pasó a ser parte de un estilo musical y de letra, y lo importante es que eso hizo que la gente ya no se pregunte ¿qué quiere decir? ¿Qué pasó? ¿Quiénes son los que “bajan”? No importa. Y poca gente ha logrado romper esa necesidad de comprensión total, de que todo pase por la razón, algo que él hereda del surrealismo, del impresionismo, de la abstracción. 

Artaud es la prueba de que no todo está inventado, o que siempre se le pueden encontrar nuevas dimensiones a lo que ya existe. ¿Eso te sedujo en su momento?

Una de las cosas que tiene el disco es eso de que se puede encontrar nuevos pliegues a las cosas, que no todo está inventado o no todas las formas de entender las cosas están inventadas. Tiene 50 años y Bajan parece una canción hecha ayer, incluso a nivel de sonido. Cuando hacés algo que es atemporal, es nuevo y no tiene tiempo a la vez. La novedad, además, es una carrera de postas: agarrar lo que hizo otro, inspirarse en otros, a veces de manera más consciente, a veces no. Se dice que hay cuatro temas de los que escribir: el amor, la muerte, la traición y la lealtad, y que ya está todo escrito, que se hicieron todas las canciones, pero después Bob Dylan, que ya hizo cincuenta discos, va y hace otro con todas canciones buenas. Ahí está el misterio de la creación. 

Otro concepto que se repite es el de la fugacidad de la belleza, y ahí hay un punto de contacto con tu exposición, Festina Lente. ¿Por qué te atrae ese concepto?

Creo que cualquier imagen o concepto de lo bello trae aparejada su fugacidad. El ejemplo más burdo es que si comés tu comida favorita todos los días va a dejar de serlo, va a ser una rutina, te vas a cansar. Para bien o para mal hay algo, por cómo estamos diseñados, que trae implícito el disfrute con la negación del mismo, con la idea de que se va a terminar. Tenemos anclado que para disfrutar algo, ya sea el sol que cae de esta manera a esta hora, de la temperatura que hace o de una charla incluso, tenemos que ser conscientes de que va a desaparecer. Esa fugacidad aparece porque tampoco podríamos soportar estar todo el tiempo en carne viva, disfrutando. Son necesarios los contrastes para disfrutar de algo bello, tiene que haber un poco de tedio para que lo otro se desprenda de él. 

Esa certeza, que no se puede capturar la belleza, ¿no genera una ansiedad en contrapartida? ¿Una necesidad de tratar de hacerlo?

Creo que por eso intento reproducir esas cosas, esos momentos de belleza. He aprendido que no se da de manera directa. Llevándolo a Festina Lente, yo puedo pintar una imagen de un hombre parado frente a la inmensidad del mar como los de Caspar David Friedrich, y puedo emocionarme en el momento, pero no puedo estar todo el tiempo en éxtasis. La manera que yo he encontrado para que el impulso hacia la belleza no sea tan grande de entrada es abrazando cierto tipo de abstracción. O sea: si intento fotografiar cómo la luz atraviesa este vaso, no va a ser lo mismo que experimentarlo ahora, entonces voy a ir por un lado que no tiene nada que ver, y que de repente pueden ser dos planos de colores que me lo recuerden de alguna forma. En ese sentido, los caminos por donde se llega la belleza son misteriosos. Y ese ha sido mi viaje. 

Y esa postura de "reescribir" la belleza para llegar a una esencia vinculada a ella tiene sentido en el marco de la exposición.

Claro. Hace unos años llegué a una especie de conclusión, que quizá tiene un punto de contacto con Spinetta, de que hoy se habla de las distancias, de que si no se entiende la canción implica que te deje de importar. Con esta exposición me ha pasado que un montón de gente a la que quizás consideraba que podía tener alguna resistencia a la propuesta luego volvió y se sintió bien, y alguno incluso me dijo ‘entendí el concepto de la eternidad’, que me parece un montón, pero que lo traigo solamente porque tiene que ver esto de la fugacidad. Quizás no estás todo el tiempo en ese estado, pero de repente aparece. 

Festina Lente significa, literalmente, "apresúrate despacio". ¿Por qué defendés ese concepto y te parece también importante plasmarlo en tu obra?

También tiene que ver con la fugacidad. Peter Handke dice que los momentos importantes suceden en los intersticios de la vida, y creo que el Darno también decía una cosa parecida, que la vida es eso que pasa mientras estás entretenido en otras cosas. Se trata de poner el foco en eso que nos alimenta. Y para eso hay que detenerse. Yo soy muy de la lentitud. El mundo actual te obliga a la vorágine, pero ¿qué pasa si bajás un poco las revoluciones? Creo que ahí está la clave para no vivir tan angustiados, metidos en este motor de ansiedad imparable. Eso de Bartleby y Melville, ¿no? "Preferiría no hacerlo". Negarse como postura afirmativa. Eso tiene que ver con la exposición, con esto de que, si pasás muy rápido, solo vas a toparte con lienzos pintados de colores y nada más. Pero quedate un ratito más, a ver que pasa. No te digo una hora, pero capaz descubrís que hay más que lo que ves de entrada.
 

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...