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Faltar a clase dos o tres veces al mes “está bien”: estudio descubre que padres “subestiman” inasistencia escolar

En el último año los escolares solo asistieron a clase un promedio de 149 días, y eso que experimento de Ceibal redujo las inasistencias 6% entre algunos niños elegidos
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25 de marzo de 2024 a las 05:00

La escuela uruguaya dura, en teoría, seis años. Pero los escolares cursan, en promedio, solo cinco. ¿Cómo es posible? Como esas goteras que están allí, aunque pocos prestan atención, los niños van acumulando faltas y terminan sexto grado con una media de 180 días de ausentismo (un año lectivo entero). Y un reciente estudio que lideró Ceibal descubrió que tanto los padres como los docentes “subestiman” ese goteo de inasistencias.

En Primaria consideran que “desde hace más de dos décadas” las inasistencias a clase son el “talón de Aquiles” del sistema. Un problema que no pudo resolver la campaña “a la escuela todos, todos los días”; ni el premio al “niño cero falta”; ni la extensión del calendario escolar; ni la primera parte del Plan Asiste, ni…

De hecho, la emergencia sanitaria por covid-19 redujo la asistencia escolar todavía más y aún no se recuperó el nivel prepandemia. La información oficial a la que accedió El Observador muestra que durante el último año los escolares dijeron “presente”, en promedio, solo 149 días (tres jornadas por debajo del por sí magro promedio de 152 días asistidos en 2022).

Eso significa que Primaria no logró cumplir siquiera la "austera" meta que se había fijado la inspección Técnica: cerrar el año con un promedio de 160 días asistidos. "Es un problema que quedó en evidencia y que desde agosto de 2023, cuando lanzamos el Plan Asiste, pasó a ser una de las prioridades de la Administración", reconoció el subdirector general de Primaria, Eduardo García Teske.

El Laboratorio de Perspectivas Comportamentales de Ceibal llevó adelante un experimento para intentar revertir (en parte) la situación. El proyecto —que apoyó el BID, la ANEP y la organización británica Behavioural Insights Team— partió de la base que más de seis de cada diez escolares son ausente crónicos (como le dicen los técnicos a aquellos niños que se pierden más del 10% de las clases dictadas). Eso significa que el problema está tan extendido que escapa a cualquier prejuicio: no faltan solo los pobres, no faltan solo los niños de escuela rural a quienes la crecida de un arroyo no les da paso, no faltan solo los más pequeños porque “se enferman mucho”.

El experimento consistió en el envío de comunicaciones a docentes y a las familias para conocer si, a partir de esa información, había un cambio de comportamiento. Por ejemplo: a las familias de unos 10.000 escolares (de entre primero y tercero de escuela de seis departamentos) se les enviaron folletos sobre la importancia de la asistencia, cartas personalizadas en las que incluía el evolutivo de faltas de sus hijos (en comparación con la media) y hasta un calendario imantado para ir contabilizando las asistencias. A otros los docentes de otros 10.000 niños, también se les enviaron comunicados por Whatsapp en los que les iban actualizando un reporte de inasistencias en sus clases. Y por otro lado, se comparó con otros 10.000 escolares de las mismas edades que no habían sido parte de la intervención.

Comunicados del experimento.

¿El resultado? Las inasistencias en aquellas familias y docentes que fueron parte del experimento se redujo 6% en comparación al grupo de control (a los que no recibieron las comunicaciones). Son casi dos días ganados al año por esos alumnos. Lo que, a escala de todos los niños intervenidos, significa que “se logró evitar la pérdida de 16.920 días de clase en 2023”. Y ese efecto fue más significativo en la población más vulnerable. Así consta en el resumen del experimento al que tuvo acceso El Observador.

Pero una de las conclusiones más curiosas —las que surgen de las entrevistas a docentes y familias— es que en Uruguay existe un sesgo a la hora de estimar cuántas faltas tienen los niños. Eso se expresa en dos actitudes: “invisibilidad del problema en las escuelas (casos graves parecen llevarse toda la atención) y la existencia de una disociación entre las faltas mensuales y las acumuladas (está generalizado como correcto faltar dos o tres veces al mes)”.

¿Qué significa? Cuando a un padre se le pregunta sobre la gravedad de que su hijo falte un mes entero a clase, la respuesta del adulto es que es extremadamente grave. Pero cuando se le dice que su hijo faltó esa cantidad, solo que lo hizo de a pocos días cada mes, el mismo padre no nota un problema.

Dicen que ir a clase, todos los días, es el mejor antídoto contra el fracaso escolar. Incluso la Organización de Naciones Unidas para la Educación —más conocida por su sigla en inglés Unesco— sugiere que las escuelas deben funcionar alrededor de 200 días al año y los estudiantes ausentarse —cualquiera fuera la causa— “bastante por debajo del 10%”. Pero en Uruguay la asistencia al aula está en el nivel más bajo desde que hay registros (sin contar la pandemia en que las escuelas estuvieron cerradas).

Por eso Ceibal y la ANEP van a escalar el experimento durante este 2024 y buscan llegar a más de 54.000 escolares. Eso supone, siempre y cuando se obtengan resultados similares, una suma de130.000 días de clase adicionales (más de dos días extra por alumno).

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