La coreografía del piel con piel

Lo que impera, en cambio, es el contacto entre los cuerpos. Una dinámica despojada que permita hablar de lo esencial, lo que trasciende. "La obra trata sobre dos hombres en un espacio vacío. Partimos de la idea de que antes de nacer ya estamos juntos. No soy solo un individuo, sino que soy porque hay otra persona presente junto a mí", explica el artista, quien, junto al holandés Rob Smorenberg, presentará la pieza más reciente del Ciclo Montevideo Danza.

A partir de ese concepto, Santarciel de la Quintana y Smorenberg tomarán el escenario para presentar un "diálogo físico y mental", una suerte de "investigación sobre qué pasa al poner dos personas en un lugar en el que lo único que existe es el cuerpo del otro", agrega el performer.

Sin un hilo narrativo ni lógico claro, las distintas instancias del espectáculo se definen como instantáneas que van desde momentos de acuerdo y apego hasta el desencuentro, la pérdida, el conflicto.

"En un momento estamos sentados uno al lado del otro. Un segundo más tarde uno le dio una cachetada al otro. Dos segundos más tarde nos estamos abrazando, riendo", ejemplifica Santarciel de la Quintana.

Oscilando entre lo concreto y lo abstracto, el movimiento procura encapsular la fuerza física o la calma que caracterizan a cada una de esas diapositivas. "Por momentos lo que se ve es algo reconocible por todos, pero en otros momentos es una asociación de ideas. Podemos estar aferrados el uno al otro y entonces generar un continuo movimiento de agarrarse y distanciarse. A raíz de eso, de la manera de moverse y la tensión en los cuerpos, se producen toda clase de sensaciones: amor, guerra, deseo, muerte".

En ese intercambio, el cuerpo es el único encargado de transmitir las emociones, ya que ambos artistas apelan al silencio y a la neutralidad de sus rostros. La expresividad, entonces, se concentra en las extremidades, en las contorsiones, los recorridos por el escenario.

Un código compartido

Aunque el movimiento estará presente en cada segundo, el término "baile" no define al espectáculo. Según Santarciel de la Quintana, Us "juega todo el tiempo en el límite entre el movimiento y la danza".

Formados en Holanda, tanto Smorenberg como Santarciel de la Quintana provienen del "teatro físico", o "mimo", y han trabajado juntos en la enseñanza y la puesta en escena.

"Yo era su docente y, con su primera creación teatral, pasé a ser asesor artístico, luego tutor, director de teatro y colega. Durante la colaboración notamos que nuestras maneras de trabajo y nuestras fascinaciones coincidian mucho y decidimos crear juntos". A la hora de elaborar su primera obra conjunta, Us, los artistas apelaron al lenguaje compartido, a la priorización de las imágenes y a la idea del contacto entre las personas.

El concepto rescatado, además, se enfatiza con una puesta en escena despojada y dominada por la negrura. "La idea de Us parte de que lo único que existe son estas dos personas, y, alrededor de ellos, materia oscura", agrega Santarciel de la Quintana.

"Durante la primera versión del espectáculo, en Holanda, hicimos que todo el espacio estuviera cubierto de niebla. No se veían las paredes, el techo. Eso hacía que en lo único que te podías concentrar fuéramos nosotros", añade.

En el abordaje, no obstante, el rol del espectador no es la contemplación pasiva. En cambio, el "nosotros" al que apela Us incluye a la platea, y no se ciñe a una coreografía entre dos cuerpos. "Queremos que el público, cuando reciba el espectáculo, sea un movimiento grande o pequeño, no perciba que se sienta en la butaca y solo observa. Queremos que a través de ese arrojo que tenemos en escena el cuerpo del espectador también se modifique y se sienta en el instante".