El presidente Javier Milei y su hermana, la secretaria general de la Presidencia Karina Milei
Romina Manguel

Romina Manguel

Periodista de El Observador Argentina

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La doctrina mileísta

No dar vuelta la página, arrancarla de cuajo y sin miramientos. En la era Milei no hay lugar para tibios ni para gradualistas empáticos. Las ordenes están para cumplirse, su éjercito de políticos recién entrenados verá cómo.
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02 de abril de 2024 a las 13:27

Javier Milei no da vuelta la página. La arranca en un acto brutal y calculado.  No tiene intenciones de debatir ni repensar ni consensuar. 

A menos que la realidad se lo imponga, y tenga que ponerse esas ropas del diálogo que le quedan tan incomodas, él actúa. Parece instinto animal pero no, detrás hay una idea que quiere llevar a cabo tal como la pensó. Y si no lo logra, se frustra como un niño caprichoso y jura venganza mientras traza un plan b que no termina de convencerlo. 

Hasta ahora nuevo presidente de los argentinos funcionó así. En poco más de cien días de gobierno dijo “esta es mi marca personal”. Mi sello. La ley ómnibus con su correlato, el Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023, hasta la motosierra podando indiscriminadamente dependencias del Estado, Milei no dejo de ser eso que mostró durante la campaña y muchos elegimos no ver. ¿A eso se referirá cuando dice que no la vieron?

Hay una lógica aún donde se percibe caos. Hay una orden y un equipo que ejecuta muchas veces sin animarse a cuestionarlo a pesar de que saben que lo que indica es de imposible aplicación. Si Milei lo dice, se hace. A menos que la Secretaria General y hermana presidencial Karina Milei lo objete, se hace. Después verán los Posse de la vida cómo, cuáles son los costos, y entonces ahí irá el vocero a dar la cara y a explicar lo inexplicable. Trabajo insalubre el de Manuel Adorni, que sin embargo parece disfrutar: asegurar un día lo que al otro deberá desmentir. 

Milei tiene una hoja de ruta. Hasta ahora y hacia adentro de su tríada aseguran que funciona. Impone un debate en las redes socarronamente llamado “ caza-progres” para dominar las conversaciones e imponer la agenda. La pelea con la artista Lali Espósito fue una muestra de esta modalidad. Desviar la atención enfrentando a una de las mujeres más populares del país acusándola de aprovecharse del Estado. Llamándola “Lali Depósito”. Dejando el germen del debate por el que el presidente se inmola acerca del rol ineficiente de un Estado sobredimensionado que hay que combatir. Pero, además, mientras las pantallas y portales devoran el enfrentamiento asimétrico y ridículo pero tentador por quienes lo protagonizan, opaca y deja en segundo plano las declaraciones de una de las más importantes funcionarias del Fondo Monetario Internacional, Gita Gopinath, sobre los alcances del ajuste y la advertencia sobre el costo sobre los sectores más vulnerables.

El 24 de marzo, día en que se cumplían cuarenta y ocho años del golpe genocida, Milei temió que la Plaza de Mayo se convirtiese en un repudio generalizado a las posiciones que tanto él como su vicepresidenta vienen manifestando antes, durante y después de haber asumido. Siempre jugando en el fleje del negacionismo, pero atentos a no cruzar esa línea de no retorno. 

Actuó rápido. A mediodía, desde la cuenta de la Casa Rosada lanzó un video donde no se condenó la dictadura genocida y se hizo un racconto de los hechos de sangre en las calles argentinas que llegó hasta… 1976. Parece que el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia Completa que proponía el gobierno no era tan completa si le faltaba nada más y nada menos que la dictadura militar que derrocó al gobierno constitucional. ¿No?

Sólo tres voces en ese spot de doce minutos. Una fue la de Juan Bautista “Tata” Yofre, quien fuera periodista político, consultor del grupo Bunge & Born, jefe de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), embajador en Panamá y Portugal. Reconocido detractor de la política de derechos humanos del kirchnerismo. Dijo: “tengo 15 libros escritos”; “el país no resistía más, bombas cada tres horas”; “¿cómo iban a condenar al terrorismo si el terrorismo estaba en el gobierno de los Kirchner?” y “creo que es un video muy importante. Hay que mirar para adelante de una vez por todas. Hay que terminar con todo esto. Las Fuerzas Armadas deben reconocer sus graves errores. Los que están presos tienen que irse a sus casas. Y caminar para adelante”.

Luis Labraña, ex guerrillero (FAP, FAR y Montoneros) puso su voz y su cara para decir que los guerrilleros fueron monstruos. “¿Por qué nos construimos en monstruos? Después aparecieron los militares que también se construyeron en monstruos, porque la guerra los construye”; “No fueron dos demonios, fueron dos ángeles caídos”; “30 mil fue falso, lo puse yo ese número”. Todo el combo Milei- Villarruel resumido en uno. 

Arrancar la página no es lo mismo que darle vuelta. 

Propone mirar para adelante. Sí.

Escuchamos a la hija del Capitán del Ejército Humberto Viola, cuya hermana fue asesinada en un operativo del ERP en Tucumán cuando solo tenía 5 años. ¿Hay victimas de la guerrilla? Sí. ¿Tienen derecho a una compensación? ¿Por qué no hay respuesta para esas víctimas? Todas preguntas válidas. Pero Milei busca anular en esa búsqueda cuarenta años de políticas de derechos humanos reinstalando la teoría de los dos demonios y dando a entender que por algo los militares genocidas llegaron al poder e hicieron lo que hicieron.

Este 2 de abril en el homenaje a los caídos en Malvinas, el presidente volvió a reivindicar a las Fuerzas Armadas acusando a la política de haber querido borrar su heroísmo de la memoria colectiva, hostigándolas. “A los héroes de Malvinas y a nuestras Fuerzas Armadas les digo que ese tiempo se ha acabado. …Que en esta nueva Argentina tendrán el respeto que les ha sido largamente negado”. No son las Fuerzas Armadas del 76. Pero negar su participación en un plan criminal no ayuda a entender la historia completa. A Milei no le importa. Arrancar la página. Seguir para adelante. Pero la huella de esa hoja despedazada queda ahí. En esa memoria colectiva que cree se puede ocultar.

Es imposible sanar las heridas si no se revisan. Sí, cerrar la página una vez que se terminen todos los procesos judiciales que están abiertos. Sí, cerrar la página una vez que se restituyan a todos los nietos. Sí, cerrar la página hasta que se encuentren todas las fosas con los restos de los desaparecidos que todavía nos están faltando a todos.

Los despidos de las últimas semanas en distintas dependencias del Estado responden a la misma lógica. El Gobierno aduce que no se trata de despidos sino de dar de baja contratos que vencían, no renovarlos. Contratos que escondían relaciones laborales encubiertas que ninguna de las gestiones anteriores se ocupó de regularizar. A hoy se cuentan diecisiete mil. La idea de Milei es llegar a setenta mil. Si se puede hacer o no, el costo de los juicios laborales o la parálisis del Estado no es algo que le competa a Milei. El da la orden, arranca la página y Nicolás Posse y Santiago Caputo deberán proceder a cumplirla a como sea. Ni al Jefe Karina ni al presidente Milei les gusta que se discuta una decisión tomada.

¿Cuál fue el criterio para prescindir de los trabajadores de las distintas áreas? No hubo un criterio. Lo dejó en claro el funcional vocero. Cada ministro, cada secretario, ponía el dedo en la lista y decía “hasta acá”. Peligroso. Cuanto más se alejan de una norma ordenadora, más arbitraria la decisión.

¿Ni un criterio? ¿Ninguno? Cualquiera. Algo. ¿Los últimos en incorporarse? ¿Los que están más cerca de la edad jubilatoria? Aun desagradable ¿Militantes supuestamente rentados con cargos públicos? Nada. A medianoche legaban los mensajes vía WhatsApp o mail antes de un fin de semana extra largo y sin tener la posibilidad siquiera de preguntar si se trataba de un error.

Uno de los primeros en pasar la motosierra fue el ministro de Justicia Mariano Cuneo Libarona. De cara a la prensa expuso tres auditorias. Un criterio, cierto orden. Fue el primero y el último. No respondía a los requerimientos del presidente. No hay que dar explicaciones. No hay que perder tiempo. No hay que ser débiles. Ni cautos. Ni empáticos. Por eso perdió Mauricio (Macri). Eso cree Milei. Es la melodía que lo acompaña las 24 horas. No hay lugar para tibios. Para los que dan vuelta la página luego de un debate adulto. Hay que arrancar: gente de las dependencias, partes de la historia, recuerdos incómodos, gastos innecesarios, subsidios.

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