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Los radares y el voto que el alma pronuncia

Si alguien dudaba que la campaña ya se largó, la discusión –por momentos casi ridícula– sobre radares, multas, velocidades y accidentes de tránsito debería borrar cualquier duda
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13 de agosto de 2023 a las 05:00

Esta semana asistimos, personalmente con cierta incredulidad, a una polémica a varias puntas luego de que comenzara a funcionar un sistema de 100 radares destinados a controlar la velocidad de circulación en rutas nacionales, coordinado por el Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) .

El anuncio fue realizado por el ministro José Luis Falero, junto a la UNASEV (Unidad Nacional de Seguridad Vial) y la Policía Caminera. Falero tuvo que defenderse ante lo que ya había generado reacciones disonantes, por usar un término con la elegancia que no tuvo esta polémica. “Tenemos la tranquilidad de que no estamos cazando infractores. Estamos advirtiendo a los conductores de que hay lugares de riesgo”, dijo.

A juzgar por ciertas declaraciones, la caza de votos no tiene límites y hasta los radares y las multas son parte del juego político. Para variar, esta vez la discusión no involucró a la oposición, que en materia de control de tráfico ha hecho y hace casi lo mismo que propone el ministro: advertir que hay puntos identificados en los que se controlará la velocidad. Los anuncios provocaron críticas sobre todo en la coalición de gobierno, incluso dentro del Partido Nacional. 

Los técnicos de los tres organismos (Transporte, Unasev y Policía Caminera) hicieron un relevamiento en el que identificaron 177 puntos en los que estadísticamente se producen más accidentes y problemas de tránsito. “Yo no puedo mirar para el costado con 431 muertos por el accidente de tránsito el año pasado y con casi 4.000 lesionados graves”, dijo Falero.

Uno de los conductores impacientes que en estos días criticó “la moda de los radares” fue el senador nacionalsita Sebastián Da Silva, porque le molesta que se usen para recaudar. "Yo no tengo mucha autoridad moral para hablar de velocidad porque como hago muchos kilómetros generalmente voy por encima de esa velocidad. No lo puedo decir porque no voy a 70 Km/h", admitió. Agregó que en su caso es un chofer experimentado porque hace 11.000 km por mes. “No soy la media de los conductores, en Uruguay la gente maneja mal, chambonea".

Resumen de su mensaje: los radares no sirven para nada, el que hace muchos kilómetros por mes es buen conductor y, por ende, tienen menos chances de tener un accidente o de lastimar a otra persona o a sí mismo, y los uruguayos no respetamos nada, además de manejar mal. Si todo estos juicios se emitieran en un asado de amigos, sería una chambonada nomás. Si los emite un senador de la República, es una torpeza mayúscula.

La discusión resulta insólita si se considera que ya existían controles, algunos aleatorios y otros instalados en las carreteras, ninguna de las cuales califica como autopista. La Interbalnearia, que suele ser la vía más transitada por quienes viven al sur del país, tiene dos carriles por vía y desde hace mucho tiempo está plagada, sobre todo hasta Parque del Plata, de semáforos, despertadores y más recientemente radares que hacen bajar y subir la velocidad cada pocos kilómetros. Para el conductor esto puede resultar enervante, pero los técnicos tienen poco para hacer en una carretera que linda con zonas densamente pobladas sin protección entre tránsito veloz y pesado y las frágiles personas.

Es posible que los radares solucionen poco o nada el problema de la siniestralidad en el tránsito en carreteras, pero también es posible que eviten algún accidente. Si salvan una sola de las 400 y pico de vidas que se pierden por esta causa, ¿valdrán la pena? Como bien ha demostrado ya no el uruguayo chambón sino la humanidad, aprendemos por prueba y error y eso corre tanto para quienes instalan los radares y controlan su poca o mucha efectividad, como para quienes conducimos por las carreteras. 

Sin castigo es bastante difícil que haya autocontrol. Luego de pagar una multa, la mayoría de nosotros tendemos a cuidarnos mucho para no pagar de nuevo. Cuando la Intendencia de Montevideo decidió controlar la velocidad en varias de las vías principales de la capital, incluyendo la Rambla (¡que tampoco es una autopista!), también se armó un lindo revuelo. Pronto los conductores con dos dedos de frente se dieron cuenta de que lo que se ahorra de tiempo entre ir a 90 o a 75 o a 60 km por hora en esta vía, no es demasiado. Ahorrar cuatro minutos para llegar del Centro a Carrasco es nada en cualquier escala de tiempo y urgencia que se quiera medir.

Algo similar sucede en la Interbalnearia, por referirme a la misma vía que antes mencioné, solo como ejemplo de otras que cruzan el país. Mientras que no existan verdaderas autopistas de alto tránsito, la diferencia entre ir a 75 o 110 entre Montevideo y Parque del Plata, es de pocos minutos. Llegar a un balneario en hora y media o en hora y 40, no cambia la agenda de nadie, pero claro que pone nervioso a muchos que solo buscan excusas para apretar el acelerador. 

La polémica llegó a tal nivel que el presidente de la República le pidió al ministro de Transporte que tuviera especial cuidado en que el fin no fuera recaudatorio. En este primer mes de funcionamiento, la primera infracción captada por un radar generará una notificación, que solo se transformará en multa la segunda vez. A no apurarse, uruguayos. 

Resulta llamativo que este pedido haya sido una reunión en Torre Ejecutiva, cuando podría haber sido una llamada telefónica privada entre jefe y subordinado.  Pero no es llamativo bajo la lupa de una campaña mal entendida. 

Si lo de Da Silva resultó chambón, lo del diputado de Cabildo Abierto, Álvaro Perrone, fue irrespetuoso. El legislador tiene todo el derecho a disentir con la medida de usar radares, lo que no lo habilita de calificar de “mentiroso” al ministro ni a desinformar sobre quién puede o no puede multar según las normativas nacionales, tal como dijo esta semana en entrevista con En Perspectiva. 

Perrone afirmó que el MTOP “no tiene normativa para poder multar” en las carreteras, pero esto no es así. La Ley de Presupuesto aprobada en 2020 indica en el artículo 328 que la Dirección Nacional de Vialidad del Transporte, tiene potestad de “aplicar multas por infracciones de tránsito por exceso de velocidad, una vez comprobadas mediante dispositivos de fiscalización electrónica u otros dispositivos que se instalen a esos fines, dentro de la red vial nacional”. También hay regulación similar en el Reglamento Nacional de Circulación Vial.

Perrone también cuestionó el criterio del ministro al vincular velocidad con mayor riesgo de accidentes y, sobre todo, de accidentes graves, porque -dijo- “no hay ningún informe que diga que la velocidad es un problema” en el tránsito. “Los accidentes se dan por otra cosa, se dan mayormente por las motos dentro de las ciudades, no es la velocidad en la ruta”, dijo en la entrevista.

Es cierto que no hay estudios nacionales sobre esta relación, tan cierto como las muchas investigaciones internacionales que existen sobre la relación entre velocidad y siniestralidad. La ONU, la OMS y hasta la OCDE tienen datos al respecto. En caso de que falle el sentido común, es posible informarse sobre varios datos clave al respecto: un peatón tiene un riesgo de muerte inferior al 20% si es atropellado por un vehículo que se mueve a menos de 50 km/h, lo que sube al 60% si la velocidad es de 80 km/h.

El dato que sí proporciona la Unasev es que en 2022 hubo 20.000 siniestros de tránsito y un promedio de 69 personas lesionadas por día, de las cuales un 14% fueron heridos graves o fatales (1,7%) Doce uruguayos cada 100.000 habitantes mueren a raíz de un accidente de tránsito.

Podemos seguir discutiendo sobre radares hasta el cansancio, y sobre este nuevo sistema en particular, pero es indiscutible que hay que controlar para salvar vidas. Mientras tanto, sigamos en campaña. “No creo que alguien por tomar medidas de prevención en el tránsito pueda verse afectado políticamente, pues sinceramente seríamos unos irresponsables si no tomáramos medidas”. Lo que dijo Falero es de sentido común y es lo que debe hacer un jerarca. Y sin embargo…
 

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