El presidente Javier Miley este fin de semana al exponer en un foro conservador en Washington
Romina Manguel

Romina Manguel

Periodista de El Observador Argentina

Zoom > Análisis

Nada de Moncloas ni Shimon Peres

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26 de febrero de 2024 a las 13:15

Un país entero tratando de descifrar las jugadas del presidente Javier Milei. Y él dando algunas pocas pistas que frente a la crisis económica e institucional, no resultan suficientes para saber si nos conduce al mismísimo precipicio. O en su juego disruptivo, que vino con sus propias reglas, tal vez, haga algo que nunca antes en la historia del mundo mundial se logró: sacar a la Argentina de la debacle a los gritos, en medio de una estanflación y sobre todo sin ningún tipo de consenso ni de aliados

Israel logró bajar la inflación del 500% al 16%. La verdad está ahí, sucedió. Pero cada vez menos funcionarios del gobierno libertario se atreven siquiera a comparar esa receta con ésta, porque lo que el primer ministro Shimon Peres necesitó para lograr el éxito fue un acuerdo político de dimensiones impensadas en nuestro país. Había ganado apenas con un porcentaje mínimo de votos. Le urgía recortar para evitar la espiralización inflacionaria que llegaba al 1000% anual. Y cortó presupuesto entre amigos, aliados y enemigos que decidieron acompañar porque fue claro: “o aceptan o los despido a todos”. Era entonces una gestión que nacía débil, en la que desde el laborismo Peres formó un gobierno de unidad nacional con el partido conservador. Ahí la madre del acuerdo sustentado en un gobierno rotativo: dos años para cada partido.

Fue en ese marco que se dio la “salida a lo israelí”. Uno de los economistas que participó en ese ensayo mandó un claro mensaje a través de los colaboradores de Milei en su último viaje a Israel: “No vengan a buscar la receta si no tienen los ingredientes". ¿Cómo se hizo? Con acuerdo político, antes que nada. La salida a lo israelí sin consensos, a los empujones, sin diálogos y a los gritos, amenazando y circunscribiendo la conversación a las redes sociales no parece ser el camino que siguió el Nobel de la Paz. Esa opción, seductora y con un resultado factible, quedó descartada. Los modos del León no se condicen con los del ex premier, hábil en materia política. Esa misma política a la que Milei detesta.

Más lejos y hace tiempo, los pactos de la Moncloa son citados como referencia de unidad política en tiempos de crisis. Tan profundos, extremos y necesarios fueron los consensos y los acuerdos de todo el arco político español que ni siquiera vale asomar la nariz en esa gesta histórica de la España post franquista para buscar paralelismos. La izquierda fue parte, el socialismo. Mientras a miles de kilómetros y de años, el presidente Milei tildó de chavistas a los gobernadores Ignacio Torres (Chubut) y al bonaerense Axel Kicilllof.

Pero parece no sólo fueron los “chavistas” los que se negaron a las formas de Milei. Todos los gobernadores de todas las provincias del país salieron en apoyo del chubutense. Todos menos el tucumano Jaldo. Ya no era Milei vs el gobernador de la provincia de Chubut. No era Milei vs Unión por la Patria o el Radicalismo o lo que queda de Juntos por el Cambio. Sino Milei vs todos los gobernadores salvo Tucumán. Milei vs el federalismo. Siempre escala en la pelea el presidente. Siempre.

El presidente Javier Milei junto a Donald Trump este fin de semana en Washington

Milei no tiene aliados salvo el ex presidente Donald Trump, un sector importante de la derecha republicana, tres colaboradores entre los que se encuentra su hermana Karina Milei y los empresarios que lo apoyan. Y por supuesto, el 56% del electorado que lo votó en el balotaje y los seis millones de usuarios de la red social X. Milei gobierna para los suyos, no para todos. Y les habla a los propios utilizando más de seis horas por día (tal como consignó un joven programador en su cuenta @estoesnulo) dando likes y retuits. 

Más allá del tiempo que destina en la red de su amigo Elon Musk, el presidente ha elegido esta forma de comunicación por sobre cualquier otra. Apenas unas pinceladas de formalidad a través de su vocero Manuel Adorni en las conferencias de prensa en la Casa Rosada. Asiduas apariciones en espacios que le resultan cómodos, siempre con las mismas preguntas de los mismos periodistas, frente a una audiencia que tiene las mismas inquietudes. 

Milei abraza X. No le importan las criticas de los colegas y les retruca en un ida y vuelta de tweets. Allí se enoja, amenaza, utiliza la furia de otros para decir lo indecible y a través del recurso del “me gusta”, legitima barbaridades. Acorta el abismo entre usuarios y un primer mandatario no sólo sacando a cualquier intermediario molesto de la cancha (periodistas que puedan repreguntar, por ejemplo) sino poniéndose en el lugar de la gente enojada que insulta a la casta, legitimándolos. Para entender a Milei hay que seguirlo en X. Y seguirlo con atención. Porque de esa manera sus intrincadas intenciones políticas quedan a la vista. Sin tener especular. 

Ganar perdiendo

Esta semana retuiteo una charla entre la autora de esta columna y Alejandro Fantino en “Neura”, su canal de streemimg.

Más allá del significado banal que podría sindicar llevar esta conversación a su cuenta con más de dos millones y medio de seguidores, Milei está diciendo que esto que especulábamos es efectivamente así. Que esas son sus intenciones. En lugar de explicitarla en una conferencia, usa lo que otros dicen en las redes para confirmarlo. Pasen y lean.

A mí me da la impresión, es una lectura política, que a esta altura lo que nosotros leemos equivocada y erróneamente como fracasos, son victorias de Milei. Porque Milei se pasó la campaña hablando de la casta sin ponerle nombre y ahora tiene la posibilidad de ponerle nombre y apellido. Ley ómnibus. ¿Realmente quería que saliera? Una vez que no sale, los mira a los legisladores y dice 'estos hijos de puta que me trabaron todo, la casta es ellos’. Probablemente haga un show el 1° de marzo, el día de la apertura de sesiones ordinarias, no les dirija la palabra estando en el recinto, no les hable o sólo diga ‘hola qué tal’ y se vaya a hablar afuera con el pueblo que entiende que sí lo acompaña, no sé, algo así... 

Vos decís ‘fracasó la negociación con los gobernadores’, qué raro. Si hablaron o no del Impuesto País, si los manda a cagar, y ahora los gobernadores también son la casta. Mirá cómo la casta va teniendo nombre… El otro día tuve la posibilidad de charlar largo con Daer (dirigente de la CGT), decía ‘bueno, vamos a ir a un paro general’. Pero bien, Milei debe recontra querer una segunda medida de fuerza de ese tenor. Fue el presidente que le hicieron más rápido un paro, el 24 de enero. Y ahora el segundo. ¿La CGT, los sindicalistas? ¡Casta!

Le faltaba lo que Néstor Kirchner habiendo asumido con un mínimo porcentaje de votos construyó para consolidar poder. El enemigo perfecto. Néstor lo concentró en los genocidas, en lo que llamó medios hegemónicos, en la Iglesia. Milei apuntó a los diputados, a los que en otro momento para gobernar los hubiera necesitado y hoy para gobernar los necesita en contra, porque la gente está harta y el sabe leer el humor social”.

Milei no viralizó este tuit. Viralizó a través de este tuit sus propias intenciones.

El gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof, el enemigo que acaba de ser señalado

Milei a lo largo de dos meses de gobierno desató guerras y batallas. Gobernadores, legisladores, socios políticos, sindicalistas, Lali Espósito, intendentes, docentes, senadores, gran parte del periodismo, la cultura, los movimientos sociales... Milei suma restando. Y va por más.

Al inminente desenlace del capítulo “MiIei vs las provincias argentinas”, con Chubut presentándose en la Justicia y aglutinando voluntades para paralizar el flujo de petróleo y gas, el Gobierno apuntó a la provincia de Buenos Aires eliminando el Fondo de Fortalecimiento a través de un decreto en plena madrugada. Y eliminó al 1% del Fondo de Integración Socio Urbana que se destinaba a urbanizar los barrios populares y que Milei puso en la mira tras cuestionar a dirigentes de Juan Grabois.

Eliminó el Inadi (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) que sobrevivió todas las administraciones desde 1995. Apuntó a los entes sobredimensionados, ineficientes y refugio de militantes rentados. Y el ministro de Justicia Mariano Cuneo Libarona alertó que hay más “súper Inadis” que borrarán del organigrama.

Milei construye contra todos. Nada de Moncloas o Shimon Peres. Una nueva y desconocida era anarcocapitalista que diciplina, enfrenta y somete. La pregunta es si en pos del mentado déficit cero todos están dispuestos a tolerarlo. El primer no vino de parte de los gobernadores y fue contundente. 

Por ahora hay dos actores que sorpresivamente evitó subir al ring. Por un lado, a la ex presidenta y vice Cristina Fernández de Kirchner. Apenas la rozó a pesar de asegurar durante la campaña que el peronismo y sus derivaciones como el kirchnerismo fueron los que destrozaron este país. En una entrevista a LN+ dos meses después de asumir la calificó como “jefa de la banda. Así, un toque más sutil y lejos de ir a fondo. A Macri esa estrategia de pelear con Ella no le funcionó. Y así como optó por el shock antes que el gradualismo, Milei repite los éxitos y evita los errores de Mauricio.

Dudas y silencio ante la Justicia

Por otro lado, la Justicia. En campaña iba por todo, cuestionaba al Poder Judicial y ponía la reforma del tercer poder del Estado entre sus prioridades. Independizarla del poder político. Tras su asunción, dudas y silencio.

Sabe que la Corte Suprema de la Nación está dispuesta a actuar en cualquier momento. Que el fuero contencioso administrativo frenó su ambiciosa reforma laboral vía DNU a pesar de los esfuerzos y vasos comunicantes con el procurador Rodolfo Barra. Comodoro Py, otrora fuero estrella por las causas que tramitan contra funcionarios públicos y hechos de corrupción, no parece interesarle. Probablemente se condice con su escaso interés en batallar contra CFK.

Sí, a treves de un decreto, acaba de acelerar la reforma procesal penal. Pero eso está lejos de leerse por ahora como una declaración de guerra.

Feliz con sus batallas y con el apoyo de su ejército de trolls, seguidores y votantes, sigue adelante despreciando el diálogo y el consenso y disfrutando cuando los distintos sectores exigen interlocutores válidos, una llamada de teléfono o una convocatoria a la mesa de diálogo en la que el presidente participe porque esmeriló la credibilidad de aquellos que intentaron mantener un diálogo. La única palabra que vale es la suya. Y a los que no logran comunicarse, que lo sigan por X. Ese es el nuevo diálogo de consecuencias imposibles de prever que propone el presidente libertario.

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