Turismo es aquella "actividad o hecho de viajar por placer", si uno se atiene a la estricta definición de la Real Academia Española (RAE).
En definitiva, un placer.
Naciones Unidas incluyó al turismo dentro de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible de cara a 2030. Es decir, el turismo está dentro de 17 cosas que la organización entiende que van a hacer del mundo un mejor lugar dentro de unos años.
Es un placer y se vio golpeado por la pandemia, que, como tantas otras cosas, rompió con la ilusión de muchos viajeros que encuentran en el turismo un escape.
Pero no está muerto y como te contaba en esta nota introductoria es posible volver a viajar.
Así como te conté qué se siente la nueva normalidad en los aeropuertos y vuelos, ahora te quiero relatar qué pasa al llegar al destino.
Algunos aeropuertos están mejores que otros. Y el de Carrasco, no por ser uruguayo, parece un caso bastante ejemplar.
En Panamá (escala desde Uruguay para muchísimos destinos, como es el caso de México) hay toda una infraestructura montada entorno al covid-19.
Desde hace unos meses, en octubre de este año, el aeropuerto internacional de Tocumen instaló tres centros de covid-19 para hacer testeos rápidos a los pasajeros cuyo destino final es Panamá.
Como en Uruguay, Panamá también exige un resultado negativo para dejar salir del aeropuerto. La diferencia es que no necesariamente tiene que ser un PCR, sino que en Panamá puede ser un test de antígeno, que es el que se está haciendo desde octubre en ese aeropuerto.
Este método es considerado un poco menos confiable que el PCR porque requiere de una carga viral alta para detectar la presencia de la enfermedad. Esto quiere decir que en los asintomáticos puede dar un falso negativo.
Y también es más rápido. En 20 o 30 minutos el pasajero puede salir del centro covid-19 con el resultado negativo en mano, siempre y cuando haya desembolsado los US$ 50.
Así como hay aeropuertos ejemplares, hay otros que no lo son tanto.
En México las cosas son distintas y los controles parecen más laxos. El gobierno mexicano no prohibió la llegada de extranjeros y tampoco exige un hisopado previo al ingreso.
Acá un ejemplo. Después de desembarcar, pasar por el trámite de migraciones, controlar la temperatura y retirar el equipaje, llega el momento del control de aduana.
En el aeropuerto de Cancún los mexicanos usan una herramienta bastante lúdica –y a la vez riesgosa– de pasar a los pasajeros por un control aleatorio.
Ese control consiste en pasar por un mostrador donde el pasajero debe apretar un botón rojo. Si el botón ilumina una ventana verde, puede seguir su curso. En caso contrario, deberá cumplir con un control rutinario del equipaje.
Lo curioso es que ese sistema implica que cientos y cientos de ciudadanos de todas partes del mundo pongan sus manos sobre un mismo botón. Si es cierto que el virus se mantiene en las superficies, entonces parece bastante riesgoso. Ante eso, lo recomendable es viajar con alcohol en gel o algún otro producto sanitizante para evitar problemas.
Al igual que el resto de los operadores, los hoteles también apelaron a la creatividad para mantenerse a flote.
El Grand Palladium de la Riviera Maya (a medio camino entre Tulum y Playa del Carmen) cerró sus puertas, por primera vez desde su inauguración, entre el 24 de marzo y principios de octubre de este año.
Como en otras partes del mundo, el complejo hotelero volvió a recibir huéspedes con un riguroso protocolo sanitario.
¿Qué incluye esto? Cartelería con información sobre las medidas de protección, ploteo en pisos para asegurar las distancias, dispensadores de alcohol en gel en cada rincón del resort, control de temperatura en la entrada de ciertos lugares, así como alfombras sanitizantes.
La pauta de cómo será la estadía la fija el ingreso por primera vez al hotel desde el aeropuerto. Los empleados (todos con barbijos y una especie de lentes protectores) reciben a los huéspedes invitándolos a pasar por una alfombra sanitaria, higienizar sus manos, dejar el equipaje a un lado (para luego ser desinfectado) y acercarse hasta la recepción.
Allí, otro funcionario tomará los datos de los pasajeros, que, antes de pasar a las instalaciones, deben llenar un breve cuestionario sobre su estado de salud.
En el resort también se instaló un novedoso mecanismo de sanitización de pasaportes, que deben ser colocados por los propios huéspedes en una especie de caja que una vez cerrada desinfecta con rayos ultravioletas los documentos.
Adiós a la papelería, folletos y cualquier otro tipo de formato al que se está acostumbrado. Ahora la regla máxima es evitar el contacto y apelar a los métodos electrónicos, ya sea para obtener información sobre las instalaciones y acceder a los menús.
Las habitaciones también son sanitizadas previo al ingreso con una serie de productos certificados para esos efectos.
*Esta nota forma parte de un viaje de reconocimiento organizado por 5M, el holding integrado por varias agencias de viaje de Uruguay –como Jetmar, Tienda Viajes, Buemes e Hiperviajes–, con apoyo de Copa Airlines y Grand Palladium.
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