(Enviado Especial al Vaticano)
El presidente de la Argentina, Javier Milei, se reunió durante 70 minutos con el Papá Francisco. Fueron dos encuentros "muy amables" en menos de 24 horas y el encuentro oficial de este lunes se constituyó en un verdadero récord.
Si el abrazo intenso del domingo en la Basílica de San Pedro no era suficiente gesto, el Papa prolongó su encuentro íntimo con el Presidente argentino durante unos setenta minutos, en donde no faltaron los regalos del presidente argentino: alfajores de dulce de leche, galletitas de limón, un libro con documentos papales y un medallón religioso.
Hay que tener en cuenta que, en las visitas oficiales al Vaticano, estas audiencias duran un promedio de 30 minutos, lo que da una idea del valor que le asignó a la reunión.
Además, el mandatario argentino le obsequió al pontífice la copia de la carta manuscrita del canciller José María Gutiérrez a Juan Bautista Alberdi acreditándolo como representante en Europa, fechada en mayo de 1854, un cuadro con la imagen de la postal conmemorativa de la primera santa argentina, Mamá Antula, que fue canonizada este domingo y que el Correo Argentino distribuyó en ocasión de su beatificación.
Francisco, en tanto, le regaló una medalla de bronce inspirada en el baldaquino De San Pedro, una colección de sus escritos con encuadernación en cuero rojo y detalles dorados, entre ellos las encíclicas Laudato si' y Fratelli Tutti, y una copia del mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este año, centrado en la Inteligencia Artificial.
El Presidente entró de traje azul, seguido por su hermana Karina, la secretaria de la Presidencia, vestida entera de negro y con sombrero. Detrás lo acompañaron a la audiencia la canciller, Díana Mondino, la secretaria de Capital Humano, Sandra Petovello, y el ministró del Interior, Guillermo Francos.
También forma parte de la delegación el influyente embajador de Israel, Simón Axel Wahnish, quien integró la comitiva íntima de Milei desde el primer día de la gira en el estado israelí y siguió en El Vaticano.
Sabiendo la preocupación del Papa por la situación social, Milei hizo una descarnada descripción de la situación económica de la Argentina y del cuadro social.
Cargó las culpas sobre las gestiones anteriores (Alberto Fernández y Cristina Kirchner sobre todo) y también le contó las diferencias con los gobernadores y con los legisladores que trabaron la Ley Omnibus, culpándolos por las dificultades del presente.
El presidente argentino intentó llevarse alguna garantía de que el Pontífice viaje a la Argentina, tal cómo lo ha dejado entrever. El regreso del Papá a su país de nacimiento sería en el segundo semestre del año y se completaría con una gira por Uruguay.
Pero el factor salud, el Papá sufrió varias operaciones y tiene enormes dificultades con sus rodillas al punto a veces se desplaza en silla de ruedas, fue clave para entender que definirá si regresa por primera vez cómo Papá a la Argentina.
En tanto, Francisco mantuvo el eje en dos cuestiones.
La situación social, porque lo preocupa enormemente el crecimiento de la pobreza en la Argentina y las consecuencias de la profundización del ajuste fiscal en la gestión de Milei.
Y el otro punto es el consenso político. Ayer, en la ceremonia de canonización de Mama Antula, Francisco aprovechó para plantear en plena homilia la necesidad de superar las divisiones y trabajar mucho más fuerte “en lo que nos une”.
En un comunicado posterior a la reunión, el Vaticano señaló los avances del encuentro con el secretario vaticano Pietro Parolín, y destacó la exposición del Gobierno sobre las iniciativas sociales para paliar la crisis, planes a cargo de la ministra de desarrollo petovello.
El abrazo prolongado entre el Papá y Milei, y las muestras de cariño que tuvo también con Karina, alimentaron el optimismo de la comitiva del Gobierno argentino.
Milei se llevó del encuentro del domingo en la ceremonia de Mama Antula un regalo inesperado del Papa.
El abrazo intenso que ambos se prodigaron, después del pedido de abrazarlo que le hizo el argentino, sumados a las palabras de afecto de Francisco con Karina (“gracias por haber venido y por ayudarlo a este…”), generaron primero optimismo y después euforia en la comitiva del Presidente.
Fue inevitable la comparación con aquellos dos encuentros que el Papá mantuvo con Mauricio Macri, entre 2016 y 2018. Francisco entonces lució un rictus amargo en las dos reuniones y ni siquiera la presencia de la entonces pequeña hija del ex presidente, Antonia, logró cambiarle el ánimo y las posturas de incomodidad en el Varicano.
Le había ido mejor a Cristina Kirchner, quien siempre se llevó sonrisas del Papá, especialmente en uno de los encuentros privados en Santa Marta, donde la reunión duró incluso más de dos horas.
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