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Sudamérica: clubes ideológicos, narrativas y ceguera

La cumbre de presidentes convocada por Lula terminó siendo un enfrentamiento dialéctico con pocas consecuencias prácticas
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04 de junio de 2023 a las 05:00

En política todo es ideología. ¿Lo es? Tal vez, pero detrás –o delante de la ideología– está el pragmatismo puro y duro de llegar a fin de mes, que en términos de país significa hacer acuerdos y negocios con países también ideológicamente lejanos al gobierno de turno. En la política puede que todo sea ideología, pero en la economía y en la diplomacia, no todo debería serlo. 

El tema fue uno de los centrales en el “retiro” de presidentes que convocó esta semana el presidente de Brasil, Inácio Lula Da Silva, que empezó en su concepción como un encuentro informal de presidentes de América del Sur, pero que terminó con manifestaciones ideológicas bien públicas, sobre todo como consecuencia de la presencia de Nicolás Maduro, ausente desde hace tiempo de las reuniones regionales en buena parte debido al caos en el que está sumido Venezuela desde hace más tiempo del que nadie quiere contar. 

Lula intentó que el encuentro fuera su aporte, el del Brasil de Lula, a la región, a tiempo que trataba de retomar un camino de liderazgo que por poderío e influencia le correspondería, pero que apenas ha logrado ejercer en los últimos años. En los hechos terminó siendo un enfrentamiento dialéctico con pocas consecuencias prácticas, como suele suceder históricamente en estas cumbres latinoamericanas donde se discute bastante y se decide poco. Que esto suceda en una de las regiones más desiguales del mundo, es a esta altura una pérdida de tiempo inadmisible

El retiro tuvo mucho de intento de Lula por recoger el bastón de liderazgo de una zona que difícilmente ha tenido ningún liderazgo, al menos reconocido, en las últimas décadas. En la teoría, Lula hace bien. Los líderes de Sudamérica se han repartido entre organizaciones mayoritariamente paquidérmicas en su funcionamiento e ineficaces en sus resultados, lo cual incluye también al Mercosur. 

A eso se refirió el presidente Luis Lacalle Pou en su discurso, cuando dijo que era necesario que estas reuniones dejen “consecuencias reales positivas”. Pidió parar la “tendencia a la creación de organizaciones” y enfocarse en las acciones; el ejemplo que puso fue, justamente el del Mercosur, "con el que Uruguay no tiene satisfacción ni en la agenda interna ni en la externa", pero también mencionó la Aladi “que está desperdiciada”, y la Celac que al no tener "poder decisión no es vinculante". 

“¡Basta de instituciones!”, dijo y rechazó el intento de relanzamiento de la Unasur. “Terminamos siendo clubes ideológicos que tienen vida o continuidad en tanto y cuanto matcheemos las ideologías”, agregó. En un minuto habló de tres organismos y le faltó algún otro, como la Unasur, un acuerdo que sin duda se puede calificar de “club ideológico”.

Si todo es ideología, ¿por qué no deberían serlo estos organismos trasnacionales que, sin embargo en el caso de esta región, han tenido poca o nula influencia internacional que permita por fin ponerla en el mapa geopolítico? En este caso la ideología, o la política partidaria de cada país, han resultado frenos constantes para disentir y llegar, muy infrecuentemente a acuerdos que de alguna manera marque una evolución, o un intento por evolucionar y mejorar la situación de las poblaciones de los países que constituyen los organismos.  

Un ejemplo de lo anterior fue, de nuevo, las diferencias de percepción -por ponerle un nombre- que aparecieron en el retiro sobre Venezuela. Lula dijo un día antes del encuentro que se había construido una “narrativa” contra ese país, la de la antidemocracia y del autoritarismo. “Cabe a Venezuela mostrar su (propia) narrativa, para que las personas puedan efectivamente cambiar de opinión", dijo.

Esto provocó la reacción de Lacalle Pou, quien manfestó estar sorprendido de que se haya definido como narrativa lo que ha sucedido y sucede en Venezuela, un país del que emigraron al menos siete millones de personas, sin garantías para ejercer la libertad de opinión y con presos políticos. “Si tantos grupos en el mundo tratan de mediar para que la democracia sea plena, se respeten los derechos humanos y no haya presos políticos, lo peor que podemos hacer es tapar el sol con un dedo. Pongámosle el nombre que tiene y ayudemos”, dijo. 

La sorpresa fue también que en ese encuentro, que para Lacalle Pou no debía ser ideológico, se sumara a su punto de vista el mandatario chileno Gabriel Boric, a quien lo separa mucha distancia ideológica del gobierno uruguayo, pero que también dijo que no se debía hacer la vista gorda frente a temas que son de principios e importantes. “Yo manifesté respetuosamente que tenía una discrepancia con lo que señaló el presidente Lula el día de ayer, en el sentido de que las violaciones a los derechos humanos (en Venezuela) eran una construcción narrativa", dijo Boric en el discurso realizado en Brasilia."No son una construcción narrativa, es una realidad seria, y he tenido la oportunidad de verla en los ojos y en el dolor de cientos de miles de venezolanos que hoy día están en nuestra patria y que exigen también una posición firme y clara respecto a que los derechos humanos deben ser respetados siempre y en todo lugar independiente del color político del gobernante de turno"

Boric es un presidente de izquierda que, al menos en las declaraciones, sabe dejar de lado la ideología para juzgar hechos. “Me enoja cuando eres de izquierda y puedes condenar las violaciones de Derechos Humanos en Yemen o en El Salvador, pero no puedes hablar de Venezuela o Nicaragua o Chile. En Chile tuvimos serias violaciones a los Derechos Humanos en el estallido social de 2019, no podemos tener un doble estándar”, dijo en 2022.

Hace nueve años que no se reunían todos los presidentes de Sudámérica. Esta vez lo lograron pero basta leer la declaración final, que fue y vino con discusiones, para interpretar que el encuentro no fue vinculante ni en lo simbólico. 

“No perdamos el tiempo, que la vida se termina y aunque algunos crean que no, los gobiernos también”, dijo Lacalle Pou en el cierre de su discurso. Perder el tiempo es, para el presidente, integrar organismos como la Unasur o incluso el Prosur (ambos en cada extremo de la escala ideológica). Es muy difícil tener procesos a largo o mediano plazo si el sustento es ideológico", dijo en mayo en una entrevista a un periodista del diario El Mundo que publicó El País.

"Cuando hay coincidencia política entre algunos presidentes, sale la Unasur. Coincidencia política entre otros presidentes: sale Prosur", sostuvo Lacalle Pou. "No ayuda a la política a largo plazo la proliferación de esos organismos políticos". Se dice que Lula intentó que este grupo oficiara como un relanzamiento del Mercosur; con las elecciones en Argentina a la vuelta de la esquina -con posible cambio de ideología-, su intención parece otra pérdida de tiempo, al menos por ahora y precisamente porque organismos como la Unasur dependen casi únicamente de la ideología del mandatario de turno de cada país. 

La integración debería ser, para un continente algo aislado y empobrecido, una vía obligatoria para lograr mejores resultados para el colectivo y los países individualmente. Hasta ahora, no lo ha sido y nada de lo que pasó en el retiro de presidentes augura que algún organismo podrá lograrlo. 

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