Fue a mi tío con apodo muy anglosajón a quien se le ocurrió que yo debía conocer en persona a Mario Benedetti. Mi tío era amigo de la esposa del escritor, mujer de buena puntería en el polígono de tiro, según él me dijo, y creía que para mi incipiente condición de escritor en vías de desarrollo sería un estímulo encontrarme con una figura estelar que por entonces, año 1970, era también vocero de una manera flechada de ver la realidad, tal como lo siguió siendo hasta su muerte el 17 de mayo de 2009. En mi etapa adolescente yo hacía unas cuantas cosas relacionadas a la vida, entre otras escribir. Los tanteos en el lenguaje apenas comenzaban. Bueno, no tanto, pues para mi sorpresa había ganado el primer premio de un concurso de poesía para estudiantes liceales de Montevideo. Hoy me da vergüenza recordar el poema galardonado. Los amores incumplidos de la adolescencia han alimentado a gran parte de la peor literatura universal que se ha escrito. Afortunadamente, el poema se perdió.
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