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Perros guía al servicio de niños con autismo

Están entrenados para mitigar los efectos del trastorno, porque brindan seguridad y compañía a los niños que lo padecen
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29 de enero de 2017 a las 05:00
Nicole Lebel estaba esperando en la fila del supermercado con su hijo Tomás, quien padece de trastorno de espectro autista (TEA), y su perro de asistencia. De repente Attila, un labrador beige de 2 años, se echó en el piso y Tomás se acostó a su lado. "Era una escena... Yo sudaba", contó Nicole a El Observador. "La imagen habla por vos. Yo no tengo que dar explicaciones a nadie, pero si Tomás hace un escándalo y está el perro, por lo menos te miran con cariño, no juzgándolo".

Esta es una dificultad a la que se enfrenta todo padre de hijos con autismo, una condición invisible para los que no conocen a quienes lo padecen. "Si te hacen un berrinche, para el resto simplemente es un maleducado", agregó Nicole.

Tomás es uno de los más de 30 mil uruguayos que presentan casos de autismo, de acuerdo con cifras difundidas en 2015 por la Federación Autismo del Uruguay y la Unidad Especializada en TEA del Hospital Pereira Rossell y la Universidad de la República.

Ante este panorama, la Fundación de Apoyo y Promoción del Perro de Asistencia (Fundappas), la primera escuela de perros guía para personas con discapacidad visual de Uruguay, agregó a su tarea la formación de perros de asistencia para niños autistas.

Brit Lamberts, entrenadora holandesa de perros guía con 17 años de experiencia, llegó a Uruguay a través de la Federación Internacional de Perros Guía y hoy trabaja en Fundappas no solo capacitando a los perros, sino también enseñando a futuros entrenadores uruguayos.

Conductas de fuga


"Tan solo la presencia del perro tiene el efecto de mitigar los síntomas del autismo", explicó Lamberts a El Observador. Cuando ella comenzó a instruir a perros de asistencia para niños con autismo en Holanda hace nueve años, el programa estaba pensado para brindar seguridad en la calle. Los niños con autismo pueden tener conductas de fuga, explicó, porque pueden salir corriendo cuando ven algo que les gusta, sin fijarse en el tráfico o los peligros a su alrededor.

Con un perro de asistencia, al salir a la calle el niño y el animal van unidos por un cinturón o un arnés. Mientras, los padres llevan al perro con la correa. Si el niño da señales de querer salir corriendo, el padre simplemente tiene que darle el comando al perro de quedarse, sentarse o echarse, lo que frena la corrida del niño.

"De esta forma los padres pueden darles más distancia, sin tener que estar todo el tiempo agarrándolos fuerte de la mano", señaló Lamberts.

La entrenadora holandesa dijo que los resultados han sido mejores de los esperados. "Los efectos que tienen estos perros se dan más dentro de la casa", afirmó. "Muchos niños con autismo tienen problemas para dormir, alimentarse o para ir al baño. El perro ahí es un acompañante, entonces va al baño con el niño o duerme al lado de él", añadió.

Lamberts subrayó que con cada familia que se postula para tener un perro de asistencia se trabaja un plan para que el can se ajuste a las necesidades del caso. Tomás, por ejemplo, se asusta con ruidos fuertes muy puntuales, como los taladros. "Cuando se empieza a quejar le decimos: '¡vamos a taparle los oídos a Attila!' Entonces va, lo agarra de las orejas y le dice 'Attila, no te preocupes, no tengas miedo'", contó su madre.

Proceso


Fundappas entrega a los perros guía y de asistencia de forma gratuita, pero Lamberts remarcó que la decisión de tener uno no debería tomarse a la ligera. "No es pedir el perro para probar y si no te gusta devolverlo. Y si se devuelve a la escuela después no hay 'lo extraño'. Es un ser vivo, no una pelota de goma".

Además, antes de la entrega se debe pasar por un proceso de selección en el que expertos determinan si la familia es idónea para esta experiencia.

Lebel se enteró por 2015 de la existencia de esta fundación por la televisión, cuando estaban entrenando a la primera camada de cachorros, a la que pertenecía Attila. "Entré y me inscribí. A los seis meses me escribieron, me mandaron un formulario, me volvieron a llamar y nos asignaron el primer perro de asistencia de Uruguay", recordó.

Pero el proceso es un poco más exhaustivo. La familia debe pasar por una fase de instrucción y de adaptación. Además de redactar un plan acorde a las necesidades de cada familia, se enseña a los padres cómo trabaja el perro y cómo aprende. Las sesiones se realizan en la casa de las familias para adaptar el animal al entorno. "Fueron muchas etapas de varias horas por día, duró meses", dijo Lebel.

Lamberts comentó que tienen "cero tolerancia" con la agresión, por lo que ninguno de los perros que entregan es agresivo. Desde que nacen, los cachorros son estimulados para forjar una conducta favorable. A los tres meses son entregados a socializadores por un año, quienes deben exponerlo a todas las situaciones a las que pueda enfrentarse un usuario (ómnibus, escaleras mecánicas, shoppings). Por último, van a la escuela.

"Los entrenamos para ser más que un perro perfecto de casa. Son muy obedientes, pero luego también depende el trabajo que hagan los usuarios", agregó.

La entrenadora dijo que es muy importante que se desarrolle un vínculo con el perro y que el trabajo sea continuo, ya que como el can es capacitado por los integrantes de la escuela, naturalmente responderá a ellos. "Si le doy la correa a los padres será otro perro, tienen que aprender cómo trabajar juntos", apuntó.

En un principio, Lebel dijo que su hijo Tomás le tenía miedo a Attila. Sin embargo, solo fueron necesarias dos semanas para que el pavor se transformara en fascinación. "Ahora es todo el tiempo 'Attila esto, Attila lo otro, Attila, ¿te despertaste, Attila?, ¿te bañaste?'".

Orgullosa, Lebel dijo que su hijo habla mucho con Attila y que también ha empezado a hablar más con las personas. "Su tratamiento es multidisciplinario. También tiene sus terapeutas, pero todo suma", señaló, y luego agregó entre risas: "Tengo la expectativa de que él no se pase a mi cama y que Attila duerma con él. Pero todavía no lo hemos logrado. Creo que es un poco grande para estar los dos en la cama".

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