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¿Por qué nos encariñamos con los personajes de cine y televisión?

Las razones detrás de las emotivas reacciones de los fanáticos
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16 de noviembre de 2015 a las 05:00

Lo admito: soy la clase de fanático de Star Wars que sigue teorías conspirativas y finales alternativos en internet. ¿Por qué me intrigan tanto? ¿Por qué los seguidores de Game of Thrones están tan enojados con la idea de que Jon Snow pueda estar muerto? ¿Por qué los fanáticos especularon por años sobre la posible muerte de Harry Potter en el transcurso de las ocho películas que se filmaron?

Ninguna de estas personas existe. ¿Por qué, entonces, nos involucramos de una manera tan emotiva con sus destinos? Para ayudar a responder la pregunta, la profesora de la Universidad de Stanford y autora de la monografía ¿Por qué nos importan los personajes literarios? Blakey Vermeule recurre a una combinación de la teoría cognitiva, la historia, la psicología social y un toque de darwinismo. Según sugiere Vermeule, sin la ficción, tendríamos problemas para darle sentido al mundo. Las narrativas le brindan un orden a lo que vemos a nuestro alrededor y los personajes le ponen rostros a lo que aprendemos.

Pese a que historias que Vermeule tiene en mente son sobre todo de la literatura clásica, la autora se acercó a la ficción actual ofreciendo una teoría realmente intrigante. "Creo que esta fascinación generalizada con la fantasía muestra que, de hecho, no vivimos en una era secular. Vivimos en una época de brillantes encantamientos, de héroes y villanos, de dioses y monstruos", señaló.

Vermeule se percató, en otras palabras, que el compromiso más profundo de los fanáticos es con personajes que se enfrentan a zombies y a siths de una galaxia muy lejana. "Que estos mundos sean ficticios y que sepamos que lo son va más allá del tema: es muy fácil engañar al cerebro para que piense que las cosas son reales, de manera visceral, incluso cuando sabemos, en un sentido racional, que no lo son".

La profesora no solo se refiere a los efectos de la ficción. "Un amigo me comentó que recientemente realizó un paseo por un laboratorio de realidad virtual en Stanford. El simulador le hizo pensar que estaba de pie en una tabla sobre un barranco y nada que pudiera decirse a sí mismo podría convencerlo de bajar de la plancha, aunque sabía que era la alfombra en un laboratorio".

¿Por qué importa lo que ingeniosos científicos cognitivos le hagan a nuestras mentes? Lo que sucede es que aquellos científicos no son los únicos capaces de hacerlo. "Los creadores de ficción han conseguido ser muy buenos en derrotar a nuestra corrección racional". Según Vermeule, pueden lograr esto porque en sus creaciones "priman algunas intuiciones religiosas profundas y les dan un hábitat en un mundo que se ha convertido en crecientemente escéptico, materialista y precavido con los ideales".

En su libro, Vermeule sostiene que incluso las historias que sabemos que son ficticias cumplen la necesidad de una conexión narrativa que nos es propia. Podemos comprender mejor el mundo cuando integramos sus características en un cuento. Sin embargo, ese cuento tiene que incluir cierta personificación. Esto era verdadero con los mitos antiguos y lo es ahora. Nuestra identificación con los personajes puede llevarnos a pensar que estamos en el camino de grandes verdades.

En nuestros encuentros con la ficción nos convertimos en buscadores. Gastamos energía emocional en los personajes ya que podemos perseguir estas verdades profundas, incluso si están fuera de nuestra realidad. "Sin duda deberíamos deleitarnos con el poder que los fabricantes de ficción (en cualquier soporte) tienen para transportarnos a otros mundos y de involucrarnos tan inmensamente".

El problema es que muy a menudo no nos deleitan. En vez de eso, nos desaniman. Los fanáticos de Game of Thrones están molestos ante la idea de que Jon Snow podría estar muerto y desesperados por encontrar muestras de lo contrario.

Pero la respuesta furiosa a caminos narrativos que no nos gustan no es nueva. En el siglo XVIII, dice Vermeule, el novelista Samuel Richardson fue inundado con cartas de protesta una vez que los lectores se dieron cuenta de que iba a permitir que su heroína Clarissa muriera. En la historia más reciente, recuerda Vermeule, los fans de Los Soprano aún no han perdonado al creador de la serie, David Chase.

"La ficción hace primar nuestras intuiciones morales, nuestro sentido del bien y del mal, de lo justo y lo injusto. Cuando sospechamos que la justicia se está coartando, protestamos, y la protesta es profundamente moral". Estamos tan atrapados en la narrativa que exigimos resultados correctos, tal como lo hacemos en la vida. No nos impulsa solamente el afecto por los personajes, sino por nuestra desesperada necesidad de que se haga justicia, en alguna parte. Y, sí, tenemos que poder distinguir la diferencia entre la ilusión y la realidad, y ajustar nuestra vinculación emocional en consecuencia, pero no podemos.

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