Un nuevo intento de escapar a ese cepo educativo que es Secundaria parece avanzar con mejores perspectivas que frustrados intentos previos. Hay, en este caso, una diferencia fundamental con el acuerdo para sacar a la enseñanza pública de su fracaso actual, alcanzado por el gobierno con todos los partidos al comienzo de la administración Mujica.
El acuerdo naufragó cuando bajó del nivel político al de ejecución, debido a la gestión ineficaz de las autoridades educativas y la oposición de los gremios docentes. Pero ahora una comisión que prepara un plan de reforma, incompleta pero bien orientada y que se basa en una flexibilidad que hoy no existe, tiene el peso de estar integrada por representantes de todos los sectores de la enseñanza, incluyendo Primaria, Secundaria, UTU y Formación Docente, de donde siempre provino la trabazón.
Los detalles del plan, patrocinado por el Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública, fueron adelantados por Daniel Corbo, representante de la oposición en el organismo y que, desde hace años, aboga infructuosamente por una indispensable reforma drástica del obsoleto sistema actual. Pero la concreción exitosa de los cambios que evalúa la comisión dependerá, obviamente, del acuerdo final de los miembros de sectores de donde han surgido las mayores renuencias. Por ahora, todo indica que la intención reformista va algo más en serio que en los años previos.
El punto central que considera la comisión es diversificar los programas de estudios en cada liceo, para adaptarlos a las condiciones de las zonas donde opera y abrirles a los estudiantes la opción de elegir el que más se adapte a sus planes. Aunque manteniendo otras asignaturas básicas, un liceo podrá poner énfasis en estudios técnicos, humanísticos, artísticos o de otra índole. Si este sistema se pone en práctica, reemplazará gradualmente a la actual rigidez de programas idénticos para todos los centros, que no tienen en cuenta ni las características del entorno social ni los intereses de los propios estudiantes.
Las consecuencias del sistema vigente incluyen una pavorosa deserción de más del 60% entre los escolares que no ingresan a secundaria y los liceales que no terminan los cursos. Corbo adelantó que el concepto básico es la diversidad de los formatos educativos, para que los alumnos puedan escoger el que prefieran. También indicó que el proyecto de cambio incluye dar mayor autonomía operativa a las instituciones, como se programó en el plan Promejora pero quedó por el camino.
Quedan otras muchas cosas por hacer. Faltan el aumento del número de las valiosas escuelas de tiempo completo, los docentes asignados a un solo centro educativo, la modernización de los programas (solo parcialmente prevista en los lineamientos de la comisión) y concretar la Universidad Tecnológica, ya aprobada pero que nacerá con el lastre de la ineficacia del cogobierno. Pero al menos parece haberse puesto en marcha un impulso de mejoramiento con más posibilidades que en los años previos, siempre y cuando todos los sectores involucrados reconozcan que el apremio prioritario es la formación fructuosa de los estudiantes, como base de su futuro y del desarrollo del país.
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