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¿Quién es quién en las elecciones argentinas?

Cómo llegan los principales candidatos
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24 de octubre de 2015 a las 12:24

Daniel Scioli

Daniel Scioli
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Ratificando el mito de la incombustibilidad

Terminó la campaña haciendo honor a su fama de "incombustible". Sufrió una serie de reveses que a cualquier otro candidato le habrían significado un golpe ilevantable.

Sólo por nombrar las principales: se inundó la provincia de Buenos Aires (de la cual aún es gobernador) justo antes de las primarias, hubo serias denuncias de corrupción contra su candidato a gobernador de la provincia, tuvo que poner la cara cuando sus aliados de Tucumán protagonizaron una escandalosa votación con denuncias de fraude. Y, como permanente ruido de fondo, el mercado tuvo varios terremotos con subas récord del dólar blue.

Esa mezcla de errores propios, desgracias naturales y políticas contraproducente del gobierno parecía explosiva. Sin embargo, su intención de voto no cayó y hoy sigue siendo el favorito, con altas chances de consagrarse sin necesidad de una segunda vuelta.

En las últimas semanas, su estrategia de comunicación consistió en evitar la confrontación con los demás candidatos y mostrarse como si ya fuera un presidente electo. Es así que adelantó los nombres de su eventual gabinete.

En particular, se preocupó de enviar señales amistosas al mercado financiero, lo cual denota que Scioli es consciente de que allí todavía tiene algunas resistencias que vencer. Por lo pronto, envió a su eventual ministra, Silvina Batakis, a la reunión anual del Fondo Monetario Internacional. Y confirmó como embajador en Londres a Mario Blejer, un veterano economista exfuncionario de organismos internacionales, con el objetivo de reabrir el mercado de crédito.

Mauricio Macri

Mauricio Macri
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Giro discursivo, reproches internos e imagen golpeada

Al revés que Scioli, comenzó fuerte la campaña y se fue debilitando. Tanto que hoy escucha recriminaciones desde los medios de comunicación y fuerzas aliadas por haber rechazado en su momento la formación de un frente común con el peronista Sergio Massa.

En su arranque, la apuesta de Macri era diferenciarse lo máximo posible del kirchnerismo y presentarse como "lo nuevo" en oposición a "lo viejo". Quienes aparecían en los medios como sus principales asesores económicos eran reconocidos liberales que hablaban a favor de la flotación cambiaria y la apertura comercial. A medida que transcurrió la campaña, Macri pareció notar que ese discurso sólo serviría para convencer a sus votantes ya cautivos pero no para atraer al centro indeciso, que es el que definirá la elección.

Por eso su giro discursivo, que incluyó la promesa de no reprivatizar las empresas que el kirchnerismo estatizó ni eliminar los planes de asistencia social. Con un discurso mucho más inclusivo, buscó también captar a los votantes del peronismo disidente. Su gesto más elocuente fue la inauguración de un monumento a Perón en la ciudad, acompañado por el controvertido sindicalista Hugo Moyano.

Pero no puede ocultar que el "caso Niembro" -una denuncia por corrupción administrativa en su gestión municipal, que obligó la renuncia de su candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires- significó un duro golpe. A diferencia de lo que le ocurre a Scioli, que parece inmune a las acusaciones, en el caso de Macri un escándalo por corrupción significó una fuga de votos.

Llega aún con chances de ganar en una segunda vuelta, pero con una imagen desgastada.

Sergio Massa

Sergio Massa
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Una estrategia de suba en la "cotización" política

Dio la gran sorpresa de la campaña: logró desmentir la creencia generalizada de que, después de las primarias, se produciría una gran polarización entre Scioli y Macri y que su candidatura se vería diluida.

Esa predicción tenía una sólida base argumental, para empezar porque era lo que había ocurrido en todas las elecciones anteriores desde que se aplica el sistema de las primarias simultáneas y obligatorias.

Pero, a juzgar por las encuestas, Massa ha logrado mantener con bastante éxito el nivel de votos que obtuvo en las PASO de agosto, en torno al 20 %. Y, a pesar del intenso "operativo seducción" de los demás candidatos sobre sus aliados, logró retener algunos apoyos estratégicos, como el del gobernador cordobés, José Manuel de la Sota y el del exministro de economía Roberto Lavagna.

Hasta se dio el gusto de polemizar con Macri respecto de quién representa el verdadero "voto útil", porque aunque los sondeos lo dan debajo que al jefe del gobierno porteño, Massa alega que él tiene mejores chances de ganarle a Scioli en una segunda vuelta.

Massa sabe que sus chances de pasar a Macri y disputar un balotaje son mínimas, y que incluso puede sufrir un efecto de "polarización de último minuto" que le haga perder votos frente a los dos candidatos líderes. Pero su estrategia en la campaña ha servido para subir su cotización política.

Como es tradicional en los sistemas con balotaje, todos quieren llevarse bien con el tercero para conseguir su apoyo en la segunda vuelta. Y no sólo eso: ante un futuro político que se adivina conflictivo, todos quieren asegurarse su apoyo en el ámbito parlamentario.

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